Los hábitos de vida saludables podrían reducir hasta un 40% de los casos de Alzheimer y el 90% de los casos de ictus, según los expertos.
Joanna Guillén Valera
Llevar una vida saludable no sólo es clave para el corazón, la tensión o la diabetes, sino que también es fundamental para el buen funcionamiento del cerebro. ¿Sabías que seguir unos buenos hábitos podría reducir en un 40% los casos de Alzheimer y hasta en un 90% los ictus? Así lo señalan los expertos de la Sociedad Española de Neurología.
“El cerebro es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo, pero a diferencia de lo que ocurre con otros órganos, éste no suele mandar señales de aviso de que algo no funciona correctamente hasta que el daño es importante. Por eso es muy necesario cuidarlo de forma continua. Sin embargo y aunque tenemos muy interiorizados ciertos hábitos que nos permiten cuidar otras partes de nuestro cuerpo, no ocurre lo mismo con nuestro cerebro”, señala Jesús Porta-Etessam, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología.
Por esta razón, la SEN recomienda mantener hábitos beneficiosos para el cerebro desde edades tempranas con el fin de cuidar este órgano y de tener una mayor probabilidad de envejecer sin secuelas neurológicas.
“Hacer ejercicio físico de manera regular, evitar el sedentarismo, mantenerse activo intelectualmente y controlar los factores de riesgo vascular (como la tensión arterial y/o la diabetes) han demostrado beneficio para el cerebro a todas las edades, incluso en pacientes que ya padecen una enfermedad neurológica”, según señala Juan Carlos Portilla.
“Además, actividades que fomenten la estimulación cognitiva como leer, bailar, conversar, acudir a eventos culturales u otro tipo de actividad social también aumentan la resistencia de nuestro cerebro ante las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, y ayudan a prevenirlas”.
Desde la SEN señalan las principales recomendaciones para mantener un cerebro sano:
- Mantenerse activo intelectualmente realizando actividades que estimulen la actividad cerebral como: leer, escribir, bailar, escuchar música, participar en juegos de mesa, realizar actividades manuales, acudir a eventos culturales, resolver crucigramas, aprender un nuevo idioma, viajar, conversar…
- Potenciar las relaciones sociales y afectivas evitando la incomunicación, el aislamiento social. También participando en actividades de grupo, colaborando con la sociedad, etc.
- Evitar el estrés y tener una actitud positiva frente a la vida. La risa puede ser el mejor aliado.
- Practicar ejercicio físico moderado de forma regular y evitar el sedentarismo. Bien sea mediante la práctica de un deporte o realizando uno o dos paseos diarios de al menos 30 minutos.
- Llevar una dieta equilibrada, evitando el sobrepeso. En este sentido, ¿qué alimentos son los que mejor le sientan al cerebro? Todos los incluidos en la dieta mediterránea. “Si se potencia el consumo de frutas y verduras, pescado, aceite de oliva, un poco de vino y, si además, esto lo unimos a realizar algo de ejercicio y a fomentar las relaciones sociales estaremos llevando a cabo la mejor dieta neuroprotectora que se puede recomendar”, señala David Ezpeleta, miembro de la SEN. Incluir en la dieta productos como el pescado azul, vegetales, frutos secos, como las nueces, o soja, puede aumentar la protección cerebrovascular frente a enfermedades como la esclerosis múltiple y reducir el colesterol malo y aumentar el bueno. “Existen muchos estudios en los que los beneficios de estos alimentos se explicaría por su acción en las membranas celulares, por su efecto antiinflamatorio y por su capacidad de reducir el colesterol malo y aumentar el bueno”, explica Ezpeleta.
- Evitar el consumo de tóxicos como alcohol, tabaco y drogas.
- Dormir con un sueño de calidad y con una duración adecuada. En adultos se recomienda dedicar entre 7 y 9 horas diarias. Esto es fundamental porque «el sueño está involucrado en infinidad de procesos fisiológicos, como la consolidación de la memoria, la regulación hormonal, el control de la respuesta inmune e inflamatoria, la regularización vascular, el procesamiento emocional, etc. Por lo que una mala calidad de sueño suele ir ligada a numerosos problemas de salud, así como un mayor riesgo de desarrollar diversas enfermedades como obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades vasculares, cambios metabólicos, cáncer“, explica Ana Fernandez Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología. “Pero además, se ha demostrado que la reducción de la duración del sueño causa, a corto plazo, deterioro en la función cognitiva y ejecutiva. Y, a largo plazo, la falta de sueño se ha asociado a una mala salud cerebral, aumentando el riesgo de padecer enfermedades neurológicas (como cefaleas, ictus, Parkinson o Alzheimer) y mentales ( depresión, ansiedad, psicosis,…)”.
- Controlar los factores de riesgo vascular, como la tensión arterial, la diabetes o la hiperglucemia. La hipertensión es el principal factor de riesgo de enfermedades cerebrovasculares como el ictus, pero también para otras muchas enfermedades neurológicas. Por otra parte, las personas con diabetes tienen mayor riesgo de recurrencia de ictus y peor pronóstico, generando más mortalidad y discapacidad.
- Proteger el cerebro contra las agresiones físicas del exterior mediante la utilización del casco o del cinturón de seguridad. Debes prevenir las consecuencias de los accidentes, especialmente los laborales y los de tráfico.
El estrés, mal compañero de viaje
“El estrés no solo es uno de los principales factores precipitantes de ciertas enfermedades neurológicas, como ocurre con las cefaleas, sino que también favorece a que se manifiesten antes o empeoren los síntomas de otras enfermedades, como es el caso de las enfermedades neurodegenerativas».
Por otra parte, «el sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas o cerebrovasculares”, destaca Porta-Etessam. “También señalar que es muy importante que busquemos fórmulas para potenciar las relaciones sociales y afectivas, evitando la incomunicación o el aislamiento social. El cerebro humano es muy social y emocional y necesita de este tipo de estímulos para permanecer sano”.
Los hábitos de vida saludables podrían reducir hasta un 40% de los casos de Alzheimer y el 90% de los casos de ictus, según los expertos.
Joanna Guillén Valera
Llevar una vida saludable no sólo es clave para el corazón, la tensión o la diabetes, sino que también es fundamental para el buen funcionamiento del cerebro. ¿Sabías que seguir unos buenos hábitos podría reducir en un 40% los casos de Alzheimer y hasta en un 90% los ictus? Así lo señalan los expertos de la Sociedad Española de Neurología.
“El cerebro es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo, pero a diferencia de lo que ocurre con otros órganos, éste no suele mandar señales de aviso de que algo no funciona correctamente hasta que el daño es importante. Por eso es muy necesario cuidarlo de forma continua. Sin embargo y aunque tenemos muy interiorizados ciertos hábitos que nos permiten cuidar otras partes de nuestro cuerpo, no ocurre lo mismo con nuestro cerebro”, señala Jesús Porta-Etessam, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología.
Por esta razón, la SEN recomienda mantener hábitos beneficiosos para el cerebro desde edades tempranas con el fin de cuidar este órgano y de tener una mayor probabilidad de envejecer sin secuelas neurológicas.
“Hacer ejercicio físico de manera regular, evitar el sedentarismo, mantenerse activo intelectualmente y controlar los factores de riesgo vascular (como la tensión arterial y/o la diabetes) han demostrado beneficio para el cerebro a todas las edades, incluso en pacientes que ya padecen una enfermedad neurológica”, según señala Juan Carlos Portilla.
“Además, actividades que fomenten la estimulación cognitiva como leer, bailar, conversar, acudir a eventos culturales u otro tipo de actividad social también aumentan la resistencia de nuestro cerebro ante las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, y ayudan a prevenirlas”.
Desde la SEN señalan las principales recomendaciones para mantener un cerebro sano:
- Mantenerse activo intelectualmente realizando actividades que estimulen la actividad cerebral como: leer, escribir, bailar, escuchar música, participar en juegos de mesa, realizar actividades manuales, acudir a eventos culturales, resolver crucigramas, aprender un nuevo idioma, viajar, conversar…
- Potenciar las relaciones sociales y afectivas evitando la incomunicación, el aislamiento social. También participando en actividades de grupo, colaborando con la sociedad, etc.
- Evitar el estrés y tener una actitud positiva frente a la vida. La risa puede ser el mejor aliado.
- Practicar ejercicio físico moderado de forma regular y evitar el sedentarismo. Bien sea mediante la práctica de un deporte o realizando uno o dos paseos diarios de al menos 30 minutos.
- Llevar una dieta equilibrada, evitando el sobrepeso. En este sentido, ¿qué alimentos son los que mejor le sientan al cerebro? Todos los incluidos en la dieta mediterránea. “Si se potencia el consumo de frutas y verduras, pescado, aceite de oliva, un poco de vino y, si además, esto lo unimos a realizar algo de ejercicio y a fomentar las relaciones sociales estaremos llevando a cabo la mejor dieta neuroprotectora que se puede recomendar”, señala David Ezpeleta, miembro de la SEN. Incluir en la dieta productos como el pescado azul, vegetales, frutos secos, como las nueces, o soja, puede aumentar la protección cerebrovascular frente a enfermedades como la esclerosis múltiple y reducir el colesterol malo y aumentar el bueno. “Existen muchos estudios en los que los beneficios de estos alimentos se explicaría por su acción en las membranas celulares, por su efecto antiinflamatorio y por su capacidad de reducir el colesterol malo y aumentar el bueno”, explica Ezpeleta.
- Evitar el consumo de tóxicos como alcohol, tabaco y drogas.
- Dormir con un sueño de calidad y con una duración adecuada. En adultos se recomienda dedicar entre 7 y 9 horas diarias. Esto es fundamental porque «el sueño está involucrado en infinidad de procesos fisiológicos, como la consolidación de la memoria, la regulación hormonal, el control de la respuesta inmune e inflamatoria, la regularización vascular, el procesamiento emocional, etc. Por lo que una mala calidad de sueño suele ir ligada a numerosos problemas de salud, así como un mayor riesgo de desarrollar diversas enfermedades como obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades vasculares, cambios metabólicos, cáncer“, explica Ana Fernandez Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología. “Pero además, se ha demostrado que la reducción de la duración del sueño causa, a corto plazo, deterioro en la función cognitiva y ejecutiva. Y, a largo plazo, la falta de sueño se ha asociado a una mala salud cerebral, aumentando el riesgo de padecer enfermedades neurológicas (como cefaleas, ictus, Parkinson o Alzheimer) y mentales ( depresión, ansiedad, psicosis,…)”.
- Controlar los factores de riesgo vascular, como la tensión arterial, la diabetes o la hiperglucemia. La hipertensión es el principal factor de riesgo de enfermedades cerebrovasculares como el ictus, pero también para otras muchas enfermedades neurológicas. Por otra parte, las personas con diabetes tienen mayor riesgo de recurrencia de ictus y peor pronóstico, generando más mortalidad y discapacidad.
- Proteger el cerebro contra las agresiones físicas del exterior mediante la utilización del casco o del cinturón de seguridad. Debes prevenir las consecuencias de los accidentes, especialmente los laborales y los de tráfico.
El estrés, mal compañero de viaje
“El estrés no solo es uno de los principales factores precipitantes de ciertas enfermedades neurológicas, como ocurre con las cefaleas, sino que también favorece a que se manifiesten antes o empeoren los síntomas de otras enfermedades, como es el caso de las enfermedades neurodegenerativas».
Por otra parte, «el sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas o cerebrovasculares”, destaca Porta-Etessam. “También señalar que es muy importante que busquemos fórmulas para potenciar las relaciones sociales y afectivas, evitando la incomunicación o el aislamiento social. El cerebro humano es muy social y emocional y necesita de este tipo de estímulos para permanecer sano”.