José Cedeño
Una sociedad donde nadie asume, donde la responsabilidad es nada más que un concepto académico. Dícese de la capacidad para responder por nuestros actos y comprometernos con nuestras obligaciones. Dícese también de una capacidad poco común en nuestros días, en una sociedad que reclama derechos, pero evade sus deberes.
Donde nadie se hace responsable de nada, donde los fracasos son huérfanos, pero en los triunfos cada quien quiere su trozo de pastel. País donde se piden sanciones de todo tipo y, lo más grave, intervenciones militares de potencias extranjeras, donde se adueñan de empresas del estado, las llevan a la quiebra, se realizan planes y ejecutan intentos de magnicidio y no pasa nada. En épocas más lejanas, paros petroleros, guarimbas, golpes de estado y la justicia no funciona o por lo menos con la velocidad que lo amerita. Y entonces ocurre el tremendo fenómeno que nadie asume nada. Acudo a un golpe de Estado y no sabía que era un golpe, sólo firme una lista de asistencia, otro aseguró con su cara tan fresca que no estuvo en Miraflores y los videos no mienten… Soy parlamentario en mi país y tomo representación diplomática en otro y no asumo las consecuencias, no admito el error y la soberbia es tal que declara que no puedan hacer elecciones sin mí.
Pero un amanecer de un 4 de febrero de 1992, algo cambió, ocurre un hecho diferente, me atrevo a decir extraordinario y a lo mejor el hecho más publicado y resaltado, fue el por ahora,,,Para mi humilde percepción, las palabras más importantes fueron: asumo la responsabilidad.
Increíble al ver a alguien por primera vez asumiendo un aparente fracaso, dijimos que aquí hay algo diferente, no se ocultó en el yo no fui, no enlodó la imagen de sus subalternos, no culpó a nadie, asumió su responsabilidad, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías asumió su responsabilidad como pocos en aquellos años oscuros en Venezuela.
Esa es la razón por la cual su legado, su pensamiento están más vivo que nunca…
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El Pepazo