Aquellas reconocidas marcas no pudieron mantenerse en el mercado
Luis Carlucho Martín
Caracas siempre tuvo su propia marca para alicorar las festividades aunque ya nadie menciona ni mucho menos extraña el ancestral ron Caracas o la refrescante Cerveza Caracas, que representaron una época de surgimiento en aquella capital rural que cedió paso a la industrialización.
Cerveza y Ron Caracas, así como lee, eran marcas de exitosas y muy populares bebidas alcohólicas, de venta legal, motivo de muchas alegrías, peas y resacas así como indicadores de prosperidad de las nacientes empresas licoreras que se adjudicaron la fabricación, distribución y ventas de tan apetecibles líquidos que quedaron en el camino ante la competencia marcada por mayor efectividad de otros productores y los bajos costos de las importaciones.
Ron barato en la esquina El Chorro
La céntrica esquina El Chorro desde los días previos a Guzmán Blanco ya tenía fama de zona de distensión.
Según artículo publicado en el diario La Opinión Nacional editado en Caracas el 2 de abril de 1881, “en casa de los señores Díaz y Echezuría, en la esquina El Chorro, (se expendía Ron Caracas) en litros legales, al precio de cuatro bolívares el litro”.
De igual manera, cita la misma nota: “se haya en venta al detal y por mayor en las acreditadas consignaciones de los señores Serizier y Cia –muy cerca de allí, también en el ombligo capitalino– entre Santa Teresa y el Teatro Guzmán Blanco» –actual Teatro Municipal.
Esa bebida de comprobada calidad tuvo sus orígenes en las islas cercanas donde no solo llegó mano de obra esclava sino caña de azúcar para su siembra y procesamiento a los fines de obtener el popular edulcorante culinario y repostero. Y en el proceso descubrieron que al adecentar la fermentación decantaba en la líquida añoranza que en sus inicios fue considerada bebida para piratas y marinos por su fuerte sabor, hasta que las combinaciones, los sabios tratos y añejamiento en barricas de finas maderas, generó el cada vez más exquisito producto que hoy tiene a Venezuela como el país productor del mejor ron del mundo.
Fue tan productiva la actividad –el ron Caracas no sobrevivió sino en edición de lujo– que en 1954 Marcos Pérez Jiménez decretó su protección como industria a través de la Ley Orgánica de la Renta de Licores en la que se establece que para que el destilado de caña pueda llamarse Ron debe tener mínimo dos años de añejamiento en madera.
Existen otras protecciones como la Denominación de Origen Controlada, DOC, otorgada por el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual (SAPI) desde 2003 a los rones venezolanos que cumplen con un mínimo de dos años de envejecimiento en barrica de roble blanco y 40 grados alcohólicos. Además prohíbe su alteración con colorantes, saborizantes y aromatizantes artificiales –a pesar de las consabidas adulteraciones–; no obstante, los rones destilados en el país son considerados los mejores del mundo.
Sobreviviente de lujo
De aquel casi ancestral Ron Caracas sobrevive el Ron Viejo Caracas Club Venezuela, que es catalogado por los expertos como un ron añejo ligero de melaza –en otros países se produce licor con jugo de caña y allí estriba una gran diferencia a favor de la calidad del producto venezolano–, con siete años de añejamiento en barricas de roble blanco, tiempo considerado ideal para esta exquisitez, que es producto de exportación casi exclusiva hacia Bélgica donde tiene un mercado cautivo que desembolsa por cada botella de 700 ml aproximadamente 30 euros.
Los maestros roneros dicen que este sobreviviente es un ejemplar de lujo producido con líquido viscoso de la melaza que comparan con el digestivo orujo, con un alto contenido de azúcar, por lo que requiere nueva destilación que lo convierte en un exquisito ron ligero procesado a unos 90° lo que también influye en su aceptación en el paladar.
Para hacer estómago
El venezolano, bebedor y rumbero, tiene por costumbre hacer estómago antes de entrarle al trago fuerte. Y eso se traduce en unas cuantas birras –nombre popular de la cerveza derivado del muy mal inglés criollo y más con unos tragos encima–, previas a destapar las botellas de lo que venga.
La cerveza data en Venezuela quizás desde finales de 1700 cuando su consumo se refería a un producto totalmente importado aunque sin institucionalizarse un negocio serio. Se asegura que por La Guaira entraba en 1848 una cerveza con olor a azufre proveniente de Estados Unidos. También había importación de Noruega, Dinamarca y Alemania, país que en su asentamiento de la Colonia Tovar se atribuye la primera cerveza artesanal en Venezuela. No obstante, había otra cerveza llamada Cerveza Los Andes y otros autores aseveran que hubo un antecedente en 1805 cuando don Otáñez (solo apellido) produjo la excelente Cerveza Caracas, pero sin éxito comercial, lo que le acortó la vida al lupuloso producto.
Retomó fuerza la importación –de tomar se trata– y sació esa especial sed cervecera casi por 90 años cuando nace en Caracas la Cervecería Nacional, que distribuía su producto en botellones de litro que tiempo después mutaron en media jarra.
Fue una industria de éxito sostenido al punto que en los años 50 impusieron su eslogan “Tome Caracas, cerveza siempre igual”, que adornaba los entonces modernos camiones de reparto.
Hoy Caracas degusta y celebra con otras marcas que nada tienen que ver con las originales…Qué viva la rumba, Caracas, su ron y su cerveza.
El Pepazo