Carlos Alcaraz ha convertido el tenis en un entretenimiento en el que la sonrisa está asegurada. Sonríe él, sonríe la grada y sonríen hasta los rivales como Gaël Monfils, que se lo pasó pipa en su partido de tercera ronda ante el murciano.

El francés intercambiaba palabras con Mikael Tillstrom, su entrenador, y reconocía que era imposible meterle mano al español. «No puedo con él, es una locura», decía Monfils, un veterano de mil batallas que sabía que estaba ante un muro insalvable.

El 6-2, 6-4 final así lo reflejaba, aunque eran más importantes las sensaciones, las mismas que indican que Carlitos ha recuperado su mejor versión en esta gira primaveral por tierras estadounidenses. Las dudas de los últimos meses, reconocidas por el propio tenista, han pasado a mejor vida.

El siguiente obstáculo, sin que hubieran pasado siquiera 24 horas, fue el italiano Lorenzo Musetti, número 24 del mundo y un hueso duro que suele darle problemas a Alcaraz. Nada de eso importó al murciano, que va a lo suyo en estos momentos, muy consciente de que si está a este nivel es inabordable para la mayoría de los mortales.

Nueva exhibición

Una de las cosas que se le achacaban a Carlos en los anteriores meses eran sus lagunas a lo largo de los partidos. Esos momentos de desconexión cuestan muy caro por mucho que seas un genio porque te obligan a remar a contracorriente.

Alcaraz ha aprendido la lección y ya no da respiro a sus rivales. A Musetti, sin ir más lejos, le rompió el servicio a las primeras de cambio y siguió apretándole al resto para cerrar la primera manga con comodidad (6-3) y sin ceder una sola pelota de break.

El siguiente rival de Carlitos, ya en cuartos de final, será el búlgaro Grigor Dimitrov, que por su parte derrotó al polaco Hubert Hurkacz por 3-6, 6-3, 7-6(3) en un maratoniano duelo de dos horas y 43 minutos. El sueño del ‘Sunshine Double’ -el doblete en Indian Wells y el Miami Open- está ya a tres partidos…