Thaischi Molina
En el mar denso de las aflicciones,
se esconden lágrimas frías encorvadas de tanto peso,
saturadas por la sal y absorbidas por la vida misma deciden emerger,
nadar hasta la orilla del tiempo.
Cuando lloras derramas la esencia del alma en el cáliz de la tristeza,
de la emoción del delirio que se llena y reboza cayendo en un surco largo extenso,
dominado por la furia de querer llegar hasta la mar.
Se expande cada lágrima y toma forma de pececillos,
juegan entre olas que van y vienen y transforman el mar salado en un lago de bondades,
de colores, de risas y anhelos.
Ciertamente,
lo amargo quedo enterrado en aguas profundas,
y lo dulce arribo sin prisa y sin miedo.
Se ve a lo lejos pequeñas luciérnagas que navegan en botes de hojarascas, que al pasar de la noche alumbran la oscura laguna.
Es allí que en tanta paz y quietud
el callar resulta un misterio
Nace el silencio y un pensamiento salta a la palestra para incidir en los sueños, en esos que no terminan y que son eternos.
Estos pensares llegan como desbocados
y me dicen una y otra vez que camine hacia los senderos de la luz;
que el día aún no acaba y que la noche no sale a cabalgar
porque sus astros no se mueven cuando los sueños se asoman.
En medio de la penumbra,
las estrellas lloran porque alguien les robo sus escarchas,
y la luna se alegra a penas siente la aurora,
aunque ella espera que la puedan apreciar,
el sol tan ardiente, está encandilado por su belleza
Y cuando ella está triste desliza una leve sonrisa en su rostro por no llorar
El sol resplandece tanto que no logra ver a su amada azulada
Y Dios, en su infinito amor, les concedió un hermoso eclipse total.
Ya lo he visto!
hasta las estrellas vigilan que la moza no se duerma
cuando toque el tiempo de unirse con su sol.
Girando la vista hacia el firmamento, creo que las aves vuelan dejando cargas pesadas,
que dejan el pasado sombrío y afligido.
Sus alas empujan el odio y la miseria
y las llevan al barril sin fondo,
donde la desesperanza muere lentamente.
Que las mariposas revolotean con la esperanza
y dibujan en el cielo destellos de ilusión.
Aún creo que la vida es efímera, pero que también es eterna.
Lágrimas revestidas quedaron en el lago de la dulzura,
pero ante la adversidad
ellas fueron suavizadas por una palabra de amor.
Las manos de mi Señor acarician el rostro perdido
y lo levanta sin temor en señal de victoria.
Comprendo que la vida sin Él,
no es nada, aunque la maldad crea que puede extender sus tentáculos hacia el lago sosegado,
no podrá contender la furia de quien lo resguarda.
No podrán las tinieblas estremecer el camino
porque las lámparas de luz vivas están
Aunque la tristeza quiera viajar en la bolsa de los recuerdos,
solo queda dejarla en la estación de las cosas pedidas
para que no recuerde a quien embauco.
Aunque mis ojos fatigados estén, embostados los pondré de frescura y claridad
para no formar un nido de dolor en la densa oscuridad.
Lejos de la pesadez de mis parpados,
puedo decir que las lagrimas
no salen más hasta la primera estación primaveral.
Aunque la distancia y la nostalgia se topen en mi camino,
las llevaré en el baúl de los recuerdos
y cantare la canción más bonita de la vida,
sabiendo que al final,
al mirar el lago escarchado
sabré porque las estrellas se estremecieron de emoción al saber
que no se las habían robado,
que fueron sus lagrimas las que encantaron el lago escarchado
para alumbrar la luna acongojada
y despejar lo nublado de la noche,
dando paz y quietud al corazón afligido.
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El Pepazo