«Cuando las viejas mentiras se ocultan con otras nuevas, la putrefacción persiste.”
VOCERÍA POPULAR
Luis Semprún Jurado
Ya no nos reunimos con la regularidad de antes y da la impresión que nos están cayendo los años. Cuando llegué a nuestro café, Anacleto se encontraba rodeado de más personas que de costumbre. Me saludó con su típico ademán y continuó con lo que estaba diciendo. “Por eso les aseguro que cuando las viejas mentiras se repiten y se tratan de ocultar con otras nuevas, la putrefacción persiste”, sonrió con cierta ironía y continuó. “De ahí que siempre les diga a los opositores que no tienen por qué protestar. Eligieron, y eso es el resultado de su elección. Lo que tienen y lo que les venga ahora es lo que eligieron ellos mismos. No sé por qué se quejan de la gasolina, la luz, los precios, el agua, la delincuencia, etcétera; recuerden que son las sanciones que ellos mismos pidieron, son 24 años de saboteo a la gestión de gobierno. Es su culpa, ellos las pidieron, ¡que dejen la lloradera!; llevan años negándolas y mintiéndonos al respecto. No es sólo a Nico y a los miembros de su gabinete a quienes han afectado, así la inhabilitada lo asegure. Ah… las sigue pidiendo porque según ella «si están funcionando» ya que como ella tiene más de lo que necesita, ¿qué le van a importar las necesidades de los sectores populares? Sigue mintiendo porque hay ilusos que le creen. En el tejido de la historia, sus mentiras se entrelazan como hilos desgastados. Algunas son antiguas, otras son más recientes, hiladas con palabras aún frescas en la memoria. Pero todas comparten un destino común: la putrefacción. Sus mentiras antiguas tratan de aferrase a la conciencia colectiva. Se repiten en susurros, en páginas web, en discursos políticos; se disfrazan de verdades, pero su esencia corrupta permanece intacta. Y luego vienen sus nuevas mentiras como brotes venenosos emergiendo del suelo. Son más sutiles, más astutas. Se presentan como soluciones, como respuestas a problemas del presente, sin aclarar que son su creación. Pero, al igual que las raíces podridas, su veneno se filtra a través de la tierra. La putrefacción persiste. Y… ¿Por qué persiste? ¿Por qué no se desvanece con el tiempo? Porque las mentiras son más que palabras; son poder, son control, son la moneda de intercambio en el mercado de la manipulación. Y aquellos que las propagan, conscientes o no, cosechan los frutos de la desinformación. Y esa putrefacción no solo afecta a la sociedad en su conjunto, sino también a los individuos. Las mentiras erosionan la confianza, corroen los cimientos de la verdad. La gente se vuelve cínica, desconfiada; se pregunta si todo lo que escucha es una artimaña, una estratagema para tratar de mantenerla en la oscuridad. Pero debemos tener claro que la putrefacción no es inevitable a pesar de que las viejas mentiras se repitan y se oculten con otras nuevas. Siempre hay quienes se resisten, quienes buscan la luz. Ellos son los jardineros arrancando las malas hierbas, exponiendo las raíces podridas. Su labor es ardua, pero esencial. Podemos desenterrar la verdad, airearla y nutrirla. Podemos plantar semillas de honestidad y cultivar un jardín donde las flores de la verdad florezcan. En última instancia, la elección está en nuestras manos. ¿Dejaremos que la putrefacción persista, o nos convertiremos en guardianes de la verdad? La respuesta está en cada palabra que pronunciamos, en cada historia que contamos. Que nuestras palabras sean como abono nutriendo la tierra para un futuro más limpio y claro, que erradiquen la mala hierba para que no renazca. Recordemos lo dicho por el Che Guevara en un discurso en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 1964: «Seamos realistas y hagamos lo imposible. Seamos la pesadilla de los que pretenden arrebatarnos los sueños». Más claro no canta un gallo.”
Todavía existen personas, que aun siendo bien intencionadas, creen las historias que a diario inventan los que llevan más de 24 años de error en error y de fracaso en fracaso. Unas, porque nunca se han preocupado por el quehacer sociopolítico y otras porque la vida no es fácil para quienes a diario sufren el embate de las ilegales sanciones, bloqueo y guerras de diferentes generaciones; por la forma en que todo esto afecta al poder adquisitivo del dinero que generan, a la calidad de los servicios públicos, a la prestación de servicios asistenciales, al transporte, a la educación, y en pocas palabras, a la vida en general. Hace unos años, el pueblo los puso a prueba y les dio cierta cantidad de poder, el de legislar y controlar la gestión del ejecutivo, poder que no supieron aprovechar para demostrar su voluntad de servicio sino que les abrió las agallas para tratar de tumbar el gobierno, también electo por el pueblo. Eso los llevó al “Desacato” a decisiones del TSJ y a una eterna pugna con los demás poderes del Estado, con su consabida debacle. Aún no han aprendido de ese fracaso.
En pocas semanas tendremos un nuevo proceso electoral para elegir al Presidente de la República para los próximos seis años. Los partidos afectos al gobierno llevan un solo candidato: Nicolás Maduro Moros y los treinta y pico de partidos de la oposición llevan doce, ¡qué unidad!, a pesar del mantra repetido por la gente de cierto personaje inhabilitado para aspirar a “cualquier cargo” de elección popular, de que “sin ella” no habrá elección presidencial en el país, “porque ella recibió un mandato popular en las primarias y eso sólo lo da y quita el pueblo”. No aclara que eso de “la primaria” fue con sólo una pequeña parte de la oposición y que al final resultó un fraude para quienes participaron, porque según el “presidente” de ese proceso, fue “excluyente, parcial, parcializado” y al final inflaron los resultados. Además, ¿por qué se le permitió engañar al pueblo con su “yo no estoy inhabilitada” cuando todos sabían que sí? Lo peor del caso es que “hasta el final” trató de imponer a una “representante” y los partidos no se la inscribieron. No fue el CNE el que no aceptó inscribirla, sino sus propios “aliados”.
Por ahí leí algo como: El mundo es una prueba para el hombre. Primero con lo que no sabe, luego con lo que sabe, luego con lo que aprende y luego con lo que cree que sabe. Cada vez que algún opositor se quedaba sin argumentos, te preguntaba: “¿Y dónde está Tareck”?, cuando era un secreto a voces que estaba en su residencia de Fuerte Tiuna en Caracas, dicho por él mismo cuando renunció a los cargos que detentaba y se puso a la orden de la justicia “y que” para no interferir en las investigaciones, en las que al inicio se detuvo a 37 personas. ¿Estrategia, huida hacia adelante? No sé, pero es la verdad de lo que pasó. Ahora ha sido detenido e imputado junto a otros ex-funcionarios de gobierno. Si es culpable que pague por sus delitos; fueron sus propias decisiones. Nico podría recordar lo dicho por Jesús: “Francamente, me buscan porque comieron hasta quedar satisfechos, y no por haber entendido los milagros que hice.” Se le acercaron para llenarse. No son chavistas, son ladrones y oportunistas.
No puedo pasar por alto la aprobación de la Ley Contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares, por parte de la AN, porque ayer me encontré con un conocido que me acusó de promocionar una ley “que trata de coartar la libertad de expresión en las redes sociales”. Cuando le pedí que me nombrara un artículo que no le gustaba me respondió: “No lo puedo hacer porque aún no la he leído”. Al escuchar mi sonora carcajada, continuó excusándose con “me lo dijo el jefe de prensa de nuestro partido… él es periodista y de eso sabe”. No me pude contener y lo llamé bolsa, por criticar y oponerse a algo que no conoce. Pero así son ellos, nunca cambian, siguen siendo los odiadores de siempre y acompañando las locuras de quienes pidieron la activación de una coalición militar internacional para invadir a Venezuela. Lo triste es que un grupo pequeño, radical, quiera vender a una loca como “líder”. Aproveché la oportunidad para explicarle que todos esos odiadores, bravucones y bocones, valientes detrás de un teclado, tienen sus días contados ya que cada quién tiene que responder por lo que escribe, ya que si no… toc, toc, toc, toc, Con esta ley se les acabó el pan de piquito.
El Pepazo