Con el nombre de Joseph Louis Barrow nació el 13 de mayo de 1914 cerca de Lafayette (Alabama). Bisnieto de esclavos, sus padres cultivaron algodón hasta que en los alegres 20, con la floreciente industria automotriz, se trasladaron a Detroit. Sin posibilidades de estudiar, entró como obrero en la planta de la Ford y, posteriormente, se dedicó a la ebanistería, hasta que el boxeo se cruzó en su vida.
Después de una notable carrera amateur, en el peso semipesado (43 victorias por KO en 54 combates), Louis, un púgil de una extraordinaria velocidad de manos, saltó a profesionales en 1934. En su primera pelea noqueó en el primer asalto a Jack Kracken, la primera de 25 victorias entre ese año y el siguiente hasta que los responsables del Madison Square Garden se fijaron en él y lo llevaron en julio del 35 a pelear contra Primo Carnera, al que tumbó en seis asaltos.
Su primer título mundial
Ganó su primer título mundial en 1937 al vencer a James Braddock. Sólo un boxeador negro anteriormente, Jack Johnson, había alcanzado el título de los pesados, el fetén, con anterioridad. Nació ahí una racha de 12 años invicto, 25 peleas hasta que el 1 de marzo de 1949 anunció que dejaba el boxeo profesional, el estrellato y, ante todo, un motivo de resistencia para combatir el racismo.
«Dio inspiración a personas oprimidas y despreciadas», escribió Chester Higgins en la revista Ebony. «Cuando Joe Louis peleaba, los negros de los guetos de todo el país estaban en sus casas pegados a sus radios, y cuando Louis ganaba, como casi siempre hacía, salían a las calles gritando y gritando de emoción. Porque la victoria de Joe fue su victoria, un medio de contraatacar a un entorno opresivo y lleno de odio. Louis era el Atlas negro sobre cuyos anchos hombros se alzaban los negros, porque en aquellos días había pocos héroes negros auténticos».
Sin duda su gran combate fue contra Max Schmeling en 1938, el deportista preferido de Adolf Hitler. El alemán lo había ganado en una pelea a 12 asaltos en junio de 1936, en su primera derrota profesional, y la revancha surgió dos años después en un ambiente cargado de tensión.
Alemania ya proclamaba sus soflamas supremacistas, que de algún modo también deslizó Schmeling. Joe Louis se lo tomó como la pelea de su vida. A los 2 minutos y 4 segundos, el adversario estaba en el suelo. Había recibido tantos golpes que necesitó asistencia hospitalaria.
A comienzos de los años 60 las cosas comenzaron a torcerse. Debía más de un millón de dólares a Hacienda, por una mala administración de la fortuna que había logrado en sus combates. Pero se había gastado todo. Llegaron a un acuerdo y Joe Louis, el mito, empezó a vivir con lo mínimo. Se enganchó a la cocaína y en 1969 estuvo a punto de acabar con su vida. El 12 de abril de 1981 fue encontrado muerto en la bañera de su casa en Las Vegas. Tenía 66 años. Un hombre pagó su entierro y fue una de las cuatro personas que portó su ataúd. Era Max Schemeling.
El Pepazo/Marca