La estrella del mediocampo ofensivo, que ahora enseña en España, no descarta retornar al país para seguir brindando lo aprendido.
Luis Carlucho Martín
Hace un poco más de 20 años que la Liga Árabe abrió canchas al talento venezolano. Eso fue mucho antes de que CR7 cobrara unos 200 millones con publicidad incluida. Es que Al Jazir solicitó los servicios del caraqueño Félix Hernández, irreverente mediocampista, que –aunque ambidiestro– con la magia de su zurda repartió exquisito fútbol allí y en diversos escenarios de corte internacional en los que legó creatividad, explosividad y fino regate que lo identificaron como El Gato, exitoso trotamundos como jugador, y ahora como formador.
Hoy radicado en España –porque lo llama la sangre materna y sus hijos– Félix saca de las alforjas de los recuerdos, sus inicios en fútbol de salón en las canchas del Hogar Canario Venezolano. Por motivación propia descubrió y perfeccionó sus destrezas de gran driblador junto a sus hermanos de vida, Víctor y Alfonso Medina. “Esas habilidades me abrieron camino en el fútbol, sin dudas”, expone. Luego correspondió a entrenadores como Rafa Santana, don Víctor Piñareli, El Chango Cárdenas y Raúl Cavalieri, entre otros, terminar de amoldar y exponer esta joya invaluable del fútbol internacional.
Desde que vio luz, por vez primera en Caracas el 18 de abril de 1973, su destino estaba signado como tejedor de sueños tras un balón de fútbol por lo que debió alejarse de la familia desde temprana edad, rutina que siguió en su destacada carrera, generando una brecha afectiva que hoy está saldando. Aun llora la ausencia de su hermana –quien lo crio– Rosadelia Hernández, fallecida mientras él jugaba en México.
Con apenas 14 años de edad pisa grama brasileña con el uniforme del emblemático Flamengo, en compañía de Papi Rivas, hermano de otra estrella, Stalin. Llega su debut en el país en 1989. Hace carrera con el histórico Minervén de 1992 a 1995; pasa al Deportes Tolima de Colombia y al Talleres de Córdoba de Argentina, hasta su llegada al Deportivo Táchira en 1996, de donde es contratado por el Deportivo Italia hasta que en 1998 hace maletas al fútbol mexicano con el Deportivo Celaya y el Necaxa. En 1999 va al fútbol uruguayo con el Wanders donde es nombrado el mejor jugador en el primero de sus tres años. Seguidamente pasa a España con el Polideportivo Ejido, Real Valladolid y el Granada FC. Antes de su retorno a Venezuela en 2003 con el Deportivo ItalChacao, vio acción con Al Jazir y estuvo un rato en el fútbol chino.
“El Loco, me llamaban en Deportivo Táchira. Tremenda afición. Qué divino es jugar así, con un estadio lleno y una afición que te quiere y que tú quieres”, cuenta visiblemente emocionado.
Consciente de que “hay que caminar antes de correr”, siempre se fijó como meta destacar en los clubes locales y en la selección para brillar fuera del país. Y vaya que lo logró. Sin dudas, Hernández contribuyó a forjar la cara de una vinotinto que nunca las tuvo consigo. No obstante, El Gato, que ya había jugado el Mundialito Infantil, hizo su aporte en el Preolímpico de 1996, eliminatoria mundialista de 1998 así como en las citadas Copas Libertadores.
“Si entras a una cancha y no sientes mariposas en el estómago, así sea un juego amistoso, significa que no estás hecho para eso. Toda competencia genera nervios y adrenalina que sirve para cargar las pilas y demostrarle al rival que ahí estás tú. Que nada será fácil. Hay que saber sobreponerse a ese estado de ánimo. Está en cada quien superar esos nervios para ser diferente”. Así se expresa este gran maestro, quien además hizo buen trabajo como DT y formador de selecciones y clubes en diversas categorías.
Fue asistente técnico de la selección sub 20, DT de PDVSA Gas de la segunda división, entrenador del Centro Ítalo Venezolano en la primera división, entrenador de categorías menores del Caracas FC (Sub 16-18 y 20), mismas categorías que atendió como entrenador durante dos años en la Vives Soccer Academy de Orlando, Estados Unidos.
En España se vale de su doble nacionalidad para enseñar en el campo de la tecnificación a chicos en edades de 10 a 14 años, porque considera que ahí está la base del aprendizaje.
Aconseja a las nuevas generaciones nunca abandonar sus sueños, mantener la humildad y, sobre todo, el respeto hacia sus maestros y el control de su carácter. “Muchas veces la vida de los adolescentes resulta complicada. Hacen algo bien y creen que se la saben todas y eso atenta contra el trabajo de formación. Sin humildad es imposible avanzar”, señala basado en su background de rebeldía que hoy ha transformado en energía positiva.
Sin buscar justificación habla sobre la nueva dinámica del fútbol consciente de que en su época no hubo los apoyos que ahora tienen jugadores y técnicos. Además, reflexiona sobre la influencia de los medios: “A pesar de que hay periodistas buenos, en la actualidad hay una invasión de periodistas fanáticos que escriben en las redes sociales y opinan cualquier cosa, sin especializarse y sin respetar ni al deporte ni a los deportistas, y eso hace daño. Deberían revisarse y ser más objetivos”, aseveró.
Finaliza con una frase aleccionadora: “Fui muy bueno, pero por mi irreverencia perdí mejores cosas; por eso brindo mi experiencia para que sepan que, con disciplina, respeto y, por supuesto, talento, se puede avanzar muy lejos en el fútbol”, sentenció, quien no dejó de añorar su pronto retorno a Venezuela, donde cree que queda mucho por andar. Así es El Loco Félix, quien orgulloso exhibe el amor por su madre y sus hijos Enma Paola (arquitecto) y Jean Félix (Chef). Son sus mejores trofeos, sus mejores goles…
El Pepazo