Hoy, radicada en Chile, dirige el club Rancagua convencida de que el deporte brinda oportunidades y genera valores.
Luis Carlucho Martín
Más de 30 medallas de oro, 10 de plata y 10 de bronce en los eventos nacionales de mayor envergadura, así como 8 doradas y de plata con 9 de bronce en las competencias internacionales más exigentes de la Gimnasia Rítmica, son las cartas de presentación de una de las mejores exponentes de la exigente disciplina deportiva en toda su historia. Ella es la rompe paradigmas, Yuliana Márquez, quien desde sus inicios sorprendió a propios y extraños, porque se sobrepuso a sus condiciones adversas de biotipo –según los principios técnicos–, y adquirió prematura madurez, que a pesar de robarle la niñez iluminó su exitoso camino hasta que, por decisiones propias, se retiró de la alta competencia justo cuando clasificó a los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Aquí va la historia de esta emprendedora venezolana que deja huella en Chile con su club de Gimnasia Rítmica Rancagua. “Aquí estoy feliz porque hago lo que amo”, dice.
Llega a la gimnasia, con apenas cinco añitos de edad, luego de pasar por escuelas de danza. Sus padres Altagracia Quintana y Marcos Márquez, pensaron que ella podría emular lo que él hizo en el equipo de gimnasia de la Escuela Naval. La alumna superó –kilométricamente– al mentor. Se inició en el club INH, llamado también Poliedrito. Hace énfasis en que su formadora fue Hirma Pacheco. Luego influyeron otras entrenadoras como Merly Rojas e Iris Obelmejías –a la postre su comadre–. A todas expresa profundo agradecimiento y amor por los aportes para tallar sus condiciones innatas.
Igual que en el tenis y la natación, dictan los cánones internacionales de la modalidad que Yuliana, por ser de tez morena, piernas gruesas y cortas, tenía viento en contra. No se amilanó. Su empeño competitivo más la formación de sus profesoras y el apoyo familiar –incluyendo a su hermano Marcos–, se unieron para transformar lo adverso. Sus actuaciones le abrieron para siempre las puertas de la selección nacional. Además de lo deportivo hizo méritos para recibir la Orden Buena Ciudadana y Francisco Fajardo.
Terminada la etapa de iniciación llegó al alto rendimiento de la mano de la entrenadora rumana Victoria Tiron, quien hizo de Yuliana la mejor gimnasta de Hispanoamérica los años 1997 y 98. Fue la primera de estas latitudes –luego de concentrarse en Rumania, Bélgica, España y Francia–, en lograr una medalla (bronce) en la tierra de la mismísima Nadia Comanecci, con el implemento cuerda a pesar de que su fuerte era la cinta, “por lo estético y porque representaba mayores retos”, expuso quien además había asistido a las olimpiadas juveniles de Moscú.
Ganó oro, plata y bronce en el Campeonato de Bélgica 98 como preámbulo de los CAC Maracaibo, donde aquella negrita quinceañera nacida en Caracas el 16 de septiembre de 1983 se alzó con la dorada en cinta, más plata y bronce, con lo cual logró el cupo para los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. No obstante, entró en conflicto la mente de la excelsa competidora con la de la niña que no había tenido infancia, que había entregado todo para obtener su nivel técnico: estrictas dietas, sacrificio de amistades y familia, entrenamientos de al menos 8 horas diarias y la ausencia de asesoría sicológica (y otros aspectos de las ciencias aplicadas al deporte), por lo que renunció a la cita olímpica.
Lo que había sido un orgullo para ella, su entorno, la selección y el país, mutó en un reclamo de mayor atención, no solo para ella sino para otros y otras atletas de esa y otras disciplinas deportivas en sus mismas condiciones. Competían niñas contra mujeres y eso es handicap. Dar un paso a un lado, lejos de ser un fracaso, fue un aprendizaje y aunque se apartó del alto rendimiento, no abandonó la gimnasia porque va en su ADN, es parte indisoluble de su vida.
Fevegimnasia retoma la Gimnasia Integral (Gymnaestrada). Conforma un equipo encabezado por Yuliana. Acuden a Lisboa 2003, después a Dorbirn-Austria, Juegos del Alba en Lara y el IV Festival Gimnástico de Caracas, todos en 2007, y a La Habana 2008. “Muy gratificante porque, aunque no se compite, implica mezcla de grupos etarios, y con destrezas y cualidades artísticas y tradicionalistas, expone la idiosincrasia del país a través de la actividad física. Así de mágico es el deporte de mi vida”, asevera quien desde 2018 se radicó en Chile y agradece la posibilidad de hacer lo que ama y le apasiona.
Además de su licenciatura en Comercio Exterior, se formó deportivamente con cursos y talleres de la modalidad avalados internacionalmente. Con cinco días en el país austral salió a buscar trabajo currículo en mano. Vio a una niña con un aro de gimnasia. La siguió y llegó a una escuela. Se presentó con la entrenadora quien inicialmente le negó que hubiese vacante.
“Si quieres, déjame tus datos” …Al día siguiente la llamaron. Desde entonces, Yuliana Márquez, no solo dio clases en esa escuela, sino que formó su club Gimnasia Rítmica Rancagua. En días de pandemia creó exitosamente, junto a Zuleima Ugueto, otra gimnasta venezolana que vive en Santiago, los campeonatos on line, así como cursos y eventos nacionales y de orden mundial.
Hoy, tiene una de las escuelas formativas de mayor reputación, y como su aporte a la municipalidad realiza un trabajo gratuito con la gimnasia recreativa.
“A mis niñas no les exijo podio, solo que se sientan bien. Les doy la importancia que ellas tienen. Que aprendan a amarse, a respetarse y respetar a los demás, dejando siempre en alto el club”, expresa Márquez basada en sus experiencias.
Sus hijos, Arantza con sus 15 añitos “destaca en el voleibol, y el varón, Juliann, sueña con ser un gran futbolista, pero parece que va a ser un político salvador del universo”, dijo consciente de que es necesaria la armonía del triángulo de padres, atletas y entrenadores, para que se obtenga el crecimiento personal, grupal e integral. “El deporte me dio a mi mejor amiga, Rahianis Flores, y a mi nueva familia. Es una fuente de oportunidades y valores: unión, disciplina, constancia, perseverancia en cualquier ámbito”, sentencia con inocultable emoción y profunda nostalgia por su país. Reitera el agradecimiento a sus clubes INH y Alcaldía de Caracas, y a quienes participaron en su formación.
El Pepazo