Luis Carlucho Martín
Matemáticamente puedes comprobar tu estado físico cuando termines de contar de manera ascendente, marcando los pasos al ritmo que tú decidas, los 90 escalones que tiene la fachada principal de El Calvario. Tus jadeos, ritmo cardíaco y sudoración dirán cómo anda tu salud.
Pero la cosa va más allá. El Calvario es patrimonio cultural, histórico, arquitectónico y natural de Caracas y está enclavado en pleno centro a la espera de más gente que acuda a nutrirse con su rica historia y a comprobar que curiosamente tiene una inequívoca similitud con el aprendizaje de la vida, porque desde la interacción, el ciudadano encuentra allí una parte de cada cátedra de la educación formal e informal.
Historia
En esa misma cima donde hoy se encuentra el Parque Ezequiel Zamora, llamado así desde febrero de 2010, en tiempos inmemoriales se registraron batallas campales entre habitantes originarios al mando del cacique Carapaica contra la colonización española que guiaba el capitán Rodrigo Ponce. Situación bélica que se extendió hasta 1567 cuando definitivamente se funda la cuidad, no sin dejar incontables víctimas de lado y lado.
Posteriormente hubo reuniones estratégicas y otras batallas en el marco de la Independencia y luego en lo que fue la Guerra Federal. Por ello, a lo largo y ancho de las 17 hectáreas de follaje y naturaleza que conforman el parque se erigen estatuas y bustos en honor a los héroes y próceres de la libertad.
No es sino hasta los días de Guzmán Blanco cuando se decide formalizar el parque y bautizarlo como el paseo que lleva su nombre (1883), con la intención de que funcionara como jardín botánico y como acopio del agua del naciente acueducto caraqueño que recogería en su inmenso tanque las aguas desviadas del río Macarao, para ser distribuidas a toda la población.
Religión y arte
Gracias al poder que siempre ha tenido la Iglesia Católica en el desarrollo de la vida social e histórica de nuestras ciudades, un obispo apellidado Bohórquez decide en 1613 dar el nombre de Cerro El Calvario a aquel magnífico lugar desde donde se contemplaba la ciudad. Más adelante, en 1750, se autoriza la construcción de la ermita de Nuestra Señora de Valvanera y de Jesús de Nazareth para organizar desde allí, un vía crucis cada Semana Santa.
Luego, en el corazón del parque, pero en ya bajo la presidencia de Joaquín Crespo, después de 1884, no solo se le cambia el nombre al Parque por Paseo Independencia, sino que se ordena levantar la capilla de Nuestra Señora de Lourdes, dejando atrás los estilos afrancesados de los arquitectos contratados inicialmente y comienza a brotar aspectos del arte gótico.
Para estar al día en materia de astronomía, en 1888 se construye en sus inmediaciones el más importante observatorio del país, Observatorio Cajigal, en honor al matemático Juan Manuel Cajigal.
En esta nueva etapa se derribó a “El Manganzón”, como se le decía a la estatua que Guzmán Blanco erigió en su honor… Aunque su sucesor Crespo no solo exaltó lo nacional al ordenar la construcción del Arco de La Federación en conmemoración de la Guerra Federal, sino que ordenó una estatua de Cristóbal Colón en una suerte de combo arquitectónico con unas escalinatas llamadas Graderías Colón; obra que fue sustituida posteriormente.
En materia de Ingeniería Civil, la gente del Gran Ferrocarril de Venezuela hizo el túnel El Calvario, llamado Túnel Santa Inés en alusión a una de las batallas más importantes de la Guerra Federal. Es la vía que comunica a El Silencio con Caño Amarillo y la actual parroquia el 23 de Enero.
De historia y otras artes
La cátedra de Castellano se identifica con la estatua de Miguel de Cervantes, así como se reconoce la de Música y su importancia en el desarrollo de la nación y el subcontinente, con los bustos de Teresa Carreño y de Pedro Elías Gutiérrez, padre de El Alma Llanera, el segundo himno nacional.
Desde la Arquitectura, Escultura y Bellas Artes, se exaltó a próceres como José Francisco Bermúdez o el italiano Agustín Codazzi, quienes bregaron duro en la lucha independentista. También se reconoce al expresidente de la provincia de Guayaquil, aliado de Antonio José de Sucre y admirador de la obra de Simón Bolívar, José Joaquín de Olmedo. Igual reconocimiento para Ezequiel Zamora, líder de la Guerra Federal y en su honor el actual nombre del Parque.
En distintas épocas y en diversas obras quedaron estampadas las huellas de los arquitectos Luciano y Eleazar Urdaneta, hijos del prócer independentista general zuliano Rafael Urdaneta, y posteriormente quedó el toque mágico de los arquitectos Alejandro Chataing y Evaristo Padillo con la ayuda del escultor italiano Emilio Garibaldi.
Bioecología
El Calvario, visto como un jardín botánico desde sus inicios, ha cumplido esa función porque alberga gran biodiversidad que sirve como refugio y hogar para especies de la flora y la fauna local.
En sus instalaciones, en 1940, se fundó el Museo Ornitológico de Caracas, que luego se mudó de sitio y en su lugar se construyó la sala de lectura Paula Correa (madre de Ezequiel Zamora) y un Café Venezuela, a disposición del visitante, que cuenta con un sistema de seguridad brindado por funcionarios de diversos organismos del Estado.
Puericultura y anatomía comparada
Por ahí dice más de un pajarito que en muchos rincones estratégicos, camuflados por un intenso follaje, más de una parejita se refugiaba a besarse, a explorarse, a entenderse, a enamorarse, a compararse y a otras cosas muy íntimas…
Es posible que de allí, no solo haya salido nuevas parejas sino nuevas familias; gracias a la sensual hospitalidad de la intrincada vegetación que invita a la privacidad.
Muchos de aquellos estudiantes nocturnos, que allanaban el parque para amanecer resolviendo problemas de física y química con sus termos de café con miche, sus sillas de extensión y sus pizarrones portátiles, hoy certifican que eso fue así…
Esparcimiento y deporte
Hace rato que, haciendo uso de la Educación Física, tanto la parte de las escalinatas frontales como las sombreadas caminerías, empedradas y otras asfaltadas, sirven de escenario para que atletas de alto rendimiento desarrollen allí sus planes de entrenamiento sistemático. Otros deportistas y quizás estudiantes de bachillerato, no para competir sino por mantenerse sanos y a tono con el trajín, se entrenan con distintos retos que brinda la diversa planimetría de El Calvario.
Pero, por supuesto, si solo quieres ir a disfrutar, a relajarte, a descansar y no deseas hacer el recorrido a pie, porque es agotador, puedes abordar los vehículos que están dispuestos para tal fin, a riesgo de perderte todas las bellezas animales y de flora que te ofrecen las instalaciones.
El Pepazo