El estadounidense se impone por decisión mayoritaria (95-95, 97-93 y 98-92) en la revancha cinco años después, pero en un combate de boxeo.
Cristina Parra
“Misión cumplida”, aseguró Nate Díaz tras ganar a Jorge Masvidal. El estadounidense se impuso por decisión mayoritaria (95-95, 97-93 y 98-92) en una revancha cinco años después. Ambos peleadores se habían visto las caras cuando estaban en la UFC, la mayor compañía de artes marciales mixtas del mundo, y el de origen peruano y cubano se llevó el triunfo por TKO en el tercer asalto y el cinturón BMF. En el Honda Center de Anaheim, Estados Unidos, Díaz tuvo su ansiada venganza con el campeón del peso pluma, Sean O’Malley, como uno de los comentaristas.
Nate salió a hacerse con el control del centro del ring. Puso a Masvidal contra la esquina, conectándole una combinación, pero los golpes de ambos llegaban sin mucha potencia en los primeros compases del encuentro. El boxeo de Díaz era desordenado, al igual que su guardia, y hacía movimientos más típicos de las artes marciales mixtas. A pesar de sus carencias técnicas, dominaba el encuentro, encontrándose más cómodo sobre el ring y poniendo al boxeador de ascendencia peruana y cubana contra las cuerdas. Masvidal reaccionó, llegando con buenas manos al cuerpo del estadounidense. Volvió a arrinconarlo Nate, con una serie de manos a la cara que su rival encajó. Intercambiaron manos al rostro y al cuerpo, pero la balanza se decantaba para el lado de Díaz.
Ambos expeleadores de la UFC salieron a darlo todo. No cesaban los intercambios de golpes y Masvidal llegó con una acertada combinación. Nate presionaba de forma asfixiante, moviendo al de origen peruano y cubano por el cuadrilátero y atrapándolo en las esquinas y las cuerdas. Conseguía salir Masvidal, pero recibiendo castigo a la vez que también lo impartía. El choque se fue igualando con el paso de los asaltos, provocando que el Honda Center se levantase de sus asientos para animar. Jorge apretó en los últimos compases del combate para igualar las cartulinas al máximo.
La Dinastía Vargas, invicta
Amado Vargas (11-0-0, 5 KO) volvió a darle una noche de gloria a la Dinastía Vargas. De la mano de su padre Fernando Vargas, tres veces campeón mundial del peso superwelter y el más joven en ceñirse el cinturón, y de sus hermanos Fernando y Emiliano, el mediano del clan venció por TKO en el sexto asalto a Sean García (7-1-1, 2 KO), que no cumplió con la báscula por 3,2 libras (1,45 kilos). Ryan García (24-1-0, 20 KO), su hermano mayor, había dicho que no podría acudir al encuentro, pero finalmente salió bailando tras su hermano. El duelo de invictos, ambos de 23 años y dos prospectos de familias con apellidos importantes en el mundo del boxeo, no defraudó a nadie.
Tras el choque de guantes, Amado se lanzó a por el pequeño de los García. Salió fuerte, clavando sus manos en la cara y en el cuerpo de su rival. Le movía por el ring, haciéndole boxear para atrás, desplazándolo, y conectó una buena combinación que le puso contra las cuerdas, y llegó la respuesta de Sean. El estadounidense se hizo con el control del centro del cuadrilátero, pero Vargas llegaba con un mayor volumen de manos. En el segundo asalto, el de origen mexicano volvió a salir con la misma intensidad y agresividad, desplazándole contra las cuerdas y poniéndolo contra la esquina. Amado iba a por el cuerpo, desgastando a García, que aguantaba el castigo y respondía con algunos golpes. El mediano de los Vargas buscaba el KO y conectó una larga combinación que consiguió frenar el estadounidense tras haberse comido varias manos. Mantenía la presión constante el de ascendencia mexicana y cerró García con dos golpes buenos que sintió su rival.
“Más presión mijo. Este cabrón no tiene nada”, gritaba Fernando Vargas a su hijo en la esquina antes de salir al cuarto round. Hizo caso su hijo, que siguió la misma estrategia, y siguió castigando el cuerpo de Sean. Clavó un gancho de izquierda para volver a poner contra las cuerdas a García, llevándolo contra la esquina, y le tumbó con otro gancho cuando salió en el centro del ring. El estadounidense se levantó y aguantó las manos de Vargas, respondiendo como podía, siendo salvado por la campana. Amado no tenía intención de bajar la intensidad, había olido sangre e iba a por todas. Seguía yendo a por el cuerpo de Sean y se puso a bailar ante su rostro cansado. Cerró el quinto asalto con una peligrosa mano al hígado que sintió el estadounidense, que puso cara de dolor. La paliza estaba siendo de libro. A pesar del duro castigo que estaba recibiendo, el hermano pequeño de Ryan García respondía a las manos. Vargas siguió desplazándolo, conectando combinaciones hasta que, contra las cuerdas, el árbitro paró el encuentro en el sexto.
Amado se subió a la esquina de un salto cuando el árbitro finalizó el choque. Su hermano Emiliano lloraban de la emoción, al igual que él cuando su padre subió a abrazarle. El castigo fue de manual, había lanzado 89 golpes al cuerpo se Sean, en comparación a los siete que conectó él. “Mis hermanos y yo hemos venido para quedarnos. Somos la Dinastía Vargas. No ha dado el peso, no sé si es una cosa de los García, pero nosotros somos profesionales. Podemos hacerlo otra vez si quiere”, declaró el mediano de los Vargas. Emiliano volvió a abrazarle nuevamente, entre lágrimas. La Dinastía ha venido para quedarse.
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