Tiene gran opción de ganar el Clásico Simón Bolívar, con lo cual no solo emularía a su padre Rigoberto, quien lo ganó en 1981 con Tío Julio, sino que sería la única pareja de padre e hijo en lograr tal hazaña.
Luis Carlucho Martín
El infortunio de haber perdido tempranamente a su padre lo aferró a su “eterna luchadora” y su “amor más puro”, el de su mamá, lo que incidió en su guerrero ADN, deseoso de superación, que le prohíbe rendirse ante las adversidades y que enaltece los valores familiares.
Quizás por eso, “El Panda” David Palencia, con apenas 40 años de edad figura entre los mejores preparadores de caballos de carreras del hipódromo La Rinconada en la actualidad. Y si las cosas transcurren sin adversidades ni extraños contratiempos se perfila para hacer historia.
Sucede que en 1981 su padre, Rigoberto Palencia ganó el Clásico República de Venezuela y el Simón Bolívar con el ejemplar Tío Julio. Y David, acaba de pasar la primera prueba con Niño Lorenzo del stud MM, potro doble coronado que se perfila como favorito para la mejor prueba del calendario nacional, el Bolívar… Aunque el novel entrenador pudiera lograrlo con otros de sus pensionados que poseen la calidad requerida.
Parejas históricas que no lo lograron
Sería la primera pareja de padre e hijo en lograr tal hazaña: entrenar, presentar y ganar el Simón Bolívar cada uno en su momento. Y mire usted, amigo lector, que entrenadores de renombre junto a sus hijos han desfilado por el hipismo capitalino y no han podido.
De esas parejas de padres e hijos con participación en el Clásico Simón Bolívar destacan Millard Faris “El Musiú” Ziadie quien lo ganó en 1957 con Senegal (Raúl Bustamante), en 1960 con Cambur (Carlos Pérez) y en 1964 con Tronado (Rogelio Cortez), mientras que en 1970 hubo empate entre su pupilo Paunero (Adone Bellardi) y Senador (José Luis Vagas), presentado por Eduardo Azpúrua Sosa, quien repitió con un primero y segundo en 1976 con los ejemplares Naviero (Balsamino Moreira) y Doble Erre (Juan Vicente Tovar). Pero ni Millard “Black Millard” Machado ni Milled Ziadie Abí, hijos del Musiú, ni Manuel Azpúrua Aranda, hijo de Eduardo, jamás ganaron la importante prueba. –Para evitar confusiones: Socopo (Luis Bolívar) ganó en 1966 y Straightway (Ángel F. Parra) en 1971, ambos entrenados por Manuel Azpurua Sosa, hermano de Eduardo–. En 1961, con el ejemplar Prenupcial (Gustavo Ávila) lo ganó Vittorio Catanese, por cierto, único Simón Bolívar disputado un sábado, y sumó otro triunfo en 1969 –hasta esa fecha se corría en 2000 metros–, con Don Florestán (Balsamino Moreira). Y también tuvo a Comediante que ganó la prueba, pero cuando paso a ser entrenado por Julio Ayala Coronil. No obstante, Antonio “Nino” Catanese, a pesar de su comprobada clase, jamás pudo alzar un lauro en tan importante compromiso. Al especial grupo se une Giovanni Contini, quien lo ganó en 1974 con Gorgo, (Rafael “El Llanerito” Rodríguez) y en 1982 con Trinicarol (Balsamino Moreira). Su hijo, Miguel Contini, nunca lo ganó. Además, están Kiko D’Angelo quien lo ganó con Its Comes Well, pero fue distanciado, mientras que su hijo Kikito D’Angelo sí ganó con Dreaming of Gold (Santiago González) en 2014. Máas recientemente, Fernando Parilli Araujo ganó la prueba con Apistos (W. Vásquez) y Rod Hendrick (Jean Carlo Rodríguez), en 2020 y 2023, pero su hijo Fernando Parilli Tota no ha alcanzado lauros en esta competencia, la más importante del calendario local. Por su parte, los Regalado han logrado triunfo alguno… Existe un caso atípico en referencia al triunfo de Lusitano en 2021 (Jean Carlo Rodríguez), caballo preparado de manera simultánea, por Halí García y su hijo Helí Ramón García, quien lo presentó como su único trainer… Así las cosas, parece que la historia le tiene un puesto reservado, para emular la hazaña de su padre Rigoberto, al joven trainer de Catia, nacido el 26 de marzo de 1984.
De cómo hacerse un invencible
David Gerardo Palencia Payárez y sus hermanos Leonardo y Rigoberto, productos de la unión entre Rigoberto y Ana Cristina Payárez –dicho en argot hípico– son nacidos y criados en el haras Altavista, de Catia, donde sortean la pérdida paterna mitigada entre el cariño de amigos y las ilusiones de su trastocada infantoadolescencia, que transcurrió entre la pelotica de goma y los tradicionales juegos de esos días como Fusilado, Coronita, Chapita y las infaltables metras…
De esos días trae al recuerdo sus permanentes visitas a la caballeriza de su papá, sus largas estancias en el ambiente equino, en el cual conoció a quien considera un segundo padre, el dr Ulises Capella, abogado y reconocido preparador. A él le debe muchas enseñanzas y el apodo de “El Panda”.
David, cual potro brioso, enrumbado a los mejores lotes de los entrenadores del patio, asume que parte de su dura adolescencia estuvo plagada de momentos de inmadurez. “Gracias a Dios salí adelante y hoy siento que pude y podré con todo lo que se atraviese en mi camino. Soy un hombre de grandes convicciones”. En ese proceso de decantación hacia la ruta del éxito hubo mucha gente a favor. “Hay bastante que agradecer; sobre todo a mí mismo, porque jamás me rendí”.
Cuestión de fe
Acompaña su trabajo con la fe. “Simplemente confiar en Dios. Es quien todo lo puede. Siempre me encomiendo a mi madre para lograr mis éxitos. Cada logro se lo dedico a mis hijos, mis hermanos y a ella que siempre me ilumina desde el cielo”, expuso denotando un híbrido de felicidad y nostalgia.
Palencia sabe atacar las adversidades. Recomienda: “Para ser un ganador deberás aprender a superarte de cada derrota. No cuento las mías porque no son más que experiencias ganadas”, aseveró.
De amigos y superación
Aunque “El Panda” prefirió no nombrar a sus amigos para no herir susceptibilidades en caso de involuntarias omisiones, uno de ellos, Ernesto José Aular, rememoró que con los grupos “Infinito Exacto” y “Malas Juntas”, de Hip Hop y Rap Conciencia –dos de los géneros predilectos de David– le dieron vida a un tema biográfico que cuenta los obstáculos y cómo los superó el ahora exitoso trainer.
Lamentablemente el PC contentivo de letras, partituras y fotos, de ese y otros momentos importantes, se fundió. David retrotrae con mucha nostalgia el irreverente recuerdo de sus grupos preferidos Tempo, Mexicano, Budha’s Family, Getto y Gastam, o quizás la letra, interpretada por él, de Laisse pas traîner ton fils, Ntm, del Rap francés… “Para los jóvenes ya no es el mismo trato para el que anda por ahí, como para el que hiló recto… el sistema tiene su cabeza bajo el agua…No es una preocupación para aquellos que lleguen allí están preparados, si puede ser algunos de ellos va a ser mejor. Pero para los demás, está claro, no será fácil. No escondas tu cara, no es suficiente para vender…”
El propio Ernesto, Wilbert, Chechu, Luisk, Yiyo, Luisro y otros de aquel grupo, que crecieron juntos entre Altavista y La Fundación Mendoza, destacan el empeño de David, quien sumó al amor materno, su afición por la música, su fino sentido del humor, su inigualable talento para imitar y su pasión por el baloncesto, como auxiliares para pisar firme en el sendero de la superación en el que ha logrado dos niveles de idiomas en la Universidad Marítima y quinto nivel de cocina en el Centro de Capacitación Profesional de Alta Cocina.
Ni para él, ni sus panas, fue fácil el tránsito a la adultez, pero hoy son triunfadores. Cada uno en sus diversas carreras profesionales. Hoy con la seguridad de un chef experto definió su receta para el éxito y asevera que todo se supera con esfuerzo, dedicación y mucha sabiduría y recomienda una especie de “tetrálogo”, basado en los consejos del actor colombiano Andrés Parra: 1.- Ame con locura lo que hace. 2.- Trabaje como un burro. 3.- Muestre talento para eso. 4.- Esas tres cosas causan lo que se llama suerte. Y listo, sin profundidades filosóficas ni pretensiones poéticas. Directo. Al grano.
Trabajo en equipo, la clave
Por su exitosa actualidad en el hipismo, sin mezquindad alguna reparte el crédito entre todos los miembros de su equipo. “En las caballerizas tenemos excelente personal: capataces, caballerizos, serenos, veterinarios, galopadores, jockeys. Todos cumplimos un rol importante, trabajando organizados, atentos a la programación de futuras competencias de cada ejemplar”. Especial reconocimiento para su asistente Eladio González. “Le debo mucho de mi proyección como entrenador y así como a todos los involucrados en esos triunfos que hoy estamos cosechando”.
Para cumplir su exigente agenda que implica atender los 74 ejemplares bajo su cuido, Palencia explica que diariamente se levanta a las 4:30 de la mañana para iniciar el trabajo en la pista desde las 6 hasta las 10 y luego da paso al chequeo de salud de los ejemplares con sus veterinarios, la supervisión de la alimentación y otros detalles claves.
Sus 26 años en el ambiente y su modo sencillo le han garantizado excelentes relaciones con destacados propietarios que le brindan su confianza, lo cual es fundamental para seguir sumando triunfos que lo pueden encaminar a liderar uno o varios meetings. “Siempre estoy pendiente de nuevas oportunidades. Todo aquel que se sume es bienvenido”, añadió.
Por ahora, “El Panda” está enfocado en seguir aprendiendo. No se niega la posibilidad de entrenar caballos en hipódromos foráneos. Y aunque considera a My Own Bussiness el mejor caballo de la hípica nacional y con la nostalgia de su eterno caballo Champion Jet, tiene la fe puesta en Niño Lorenzo para nuevas metas como el Simón Bolívar y posiblemente el Caribe, si Dios le brinda la salud necesaria a su ejemplar. Ashmal Martínez y otros allegados de su actualidad, así lo creen.
Desde el seno de su hogar –su principal equipo– conformado con Milagros Contreras y sus hijos Daylimar Victoria y Jesús David, aconseja jamás darse por vencidos, este guerrero de la vida con su incombustible jocosidad siempre apegado a los valores de la familia.
Además de ser un tradicionalista, con especial pasión por las navidades y las hallacas, “El Panda” se confiesa admirador del polifacético Emilio Lovera, aunque no cree en prototipos ni modelajes, porque “todo se basa en volverse un mejor ser humano cada día y ayudar a todos sin interés de nada”, denotando su sentido altruista que quizás sirva como carta de presentación ante el llamado que le hace la historia.
PD: Creemos firmemente que su destino en el hipismo estaba signado por transferencia genética. Si no hubiese sido entrenador sería uno de los grandes narradores de carreras de caballos. Dele una oportunidad y lo comprobará usted.
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