León Magno Montiel
“La cultura es lo queda cuando
todo lo demás se ha olvidado”
Umberto Eco (Italia, 1932)
El nombre Miguel determina un protector de los pueblos, el arcángel que anuncia nacimientos, que sabe comunicar y defender a los suyos.
El 1 de noviembre de 1953 nació, del vientre de la mujer de raigambre andina María Silveria Rivero, un Miguel para cantarle a la tierra y sus prodigios, a los seres que pueblan el lago, a lo maravilloso de la cotidianidad marabina: Miguel Alejandro Ordoñez Rivero. Su padre Rafael Ordoñez, un saladillero raigal. Su niñez transcurrió en el sector La Salina, barriada cercana a Santa Rosa de Agua. Su primer instrumento fue el furro, como lo cantó su admirado Astolfo Romero:
“El instrumento puntero
de la gaita original
es el furro el principal
que lleva el golpe pascuero”
(Cardenales del Éxito, 1991)
Ese fue el instrumento que ejecutó siendo adolescente en el conjunto Los Sabrosos de Wolfang Larreal en la década de los 60: El mandullo como lo llamó Virgilio Carruyo.
Sus primeros referentes en la composición fueron Eurípides Romero, Alí Primera, Armando Molero y Ricardo Aguirre. Comenzó a trasladar a su cuaderno los versos sencillos que le llegaban, los pequeños cuentos que iban naciendo en la urdimbre de su genio, así fue moldeando su temprana vocación de creador.
Su primer éxito surgió con Los Zagales del Padre Vílchez “Canta Cantor”, en 1979, en la voz de Magda Guerra, una solista de gran clase, de gran portento vocal. Miguel logró una sólida amistad con el Padre Vílchez Soto, gracias a la intermediación del psicólogo y trovador Carlos Narváez, quien lo recomendó, le dio su aval artístico al novel compositor en esa ocasión.
En 1980 irrumpe en la temporada con la agrupación Hermandad Gaitera, con su gaita “Bulevar” en la voz del profesor Hermilo Suárez y logra el máximo reconocimiento del público y de los programas de radio dedicados al género. Ese mismo año surge “Canturreando”, un clásico grabado por el conjunto Rincón Morales en voz de Lula López, una de sus intérpretes más leales:
“Que viva la gaita
viva el parrandón
y la contradanza
de esta gran región.
Que viva, la danza,
la décima, el vals
canta el soberano
el verso popular”
(Rincón Morales, 1980)
Sus composiciones reflejan escenas y personajes de la ciudad primigenia, de la primera conformación urbana que se erigió como capital lacustre y ciudad puerto. Pero también conecta su obra con el canto universal que convoca a la paz del mundo, a la justicia y al amor cósmico.
Su participación en el Festival “Una Gaita para el Zulia” fue muy destacada: logró el premio con “Las Petacas” en 1986, interpretada por el Grupo Candela y en la edición 1985 estuvo entre los tres mejores compositores con “Los Botelleros”, grabada por Gaiteros de Pillopo en la voz de Daniel Méndez:
“Arre dale a la carreta
que hay un sol malasangroso
vení chacho fastidioso
y vos también negra bella
pa´ cambiarte una botella
por los mamones sabrosos”
(Gaiteros de Pillopo, 1985)
Es un compositor que ha reflejado las luchas sociales del pueblo, con la especial influencia de sus maestros Alí Primera y Firmo Segundo Rincón. Alzó su voz combativa contra las amenazas de guerra nuclear entre las grandes potencias mundiales con su tema “Apocalipsis” interpretado por Daniel Méndez y Los Zagales del Padre Vílchez:
“Pueblos de todito el mundo
uníos en una fuerza
para que el hombre no ejerza
toda su depredación
derrocadle la ambición
de dominio por dinero”
(Zagales del Padre Vílchez, 1982)
Cuando se produce la reagrupación de Cardenales del Éxito en 1986, bajo la égida de Astolfo Romero como director y con el financiamiento del empresario Jesús “Chichilo” Urribarrí, Miguel es llamado para participar en su primera producción, el doble álbum de vinilo donde estaban los temas “Ceuta”, “El burro” y “La Sirena”. La gaita de corte costumbrista-nostálgica que propuso Miguel la grabó su viejo amigo exzagal Daniel Méndez: “Rubén el campanero”:
“La parroquia está de fiesta
Ay, qué bonita mañana
el tañer de las campanas
despierta al saladillero
y Rubén el campanero
la hace festiva y galana”
En paralelo a sus composiciones musicales, Miguel ha sido un trovador, juglar guitarra en mano en las rondas nocturnales. Llegué a verlo en la década de los 80 al lado de Marline, entonces su esposa, con su admirado Eurípides Romero y su acordeón en hombros, parrandeando por las calles y solares de los barrios San José, Santa Lucía y 18 de octubre.
Su producción en prosa ha sido muy celebrada, él es autor del tomo “Ricardo Aguirre el Monumental” que tuve el honor de prologar en su primera edición a principio de la década de los 90. Me sorprende cómo ese libro trazó un mapa para valorar la obra de Aguirre, la que él considera un tesoro sagrado dentro del laberinto de la cultura popular. Además, ha publicado dos libros de crónicas musicales de alta factura. En 1999 se editó la segunda edición de su libro pionero sobre la vida y aporte de Aguirre.
En el año 1992 creó su agrupación “La Cuadra”, con la cual grabó una gaita vivencial llamada “La Salina”, en la que rinde homenaje a los personajes de su infancia. En La Cuadra compartió la escena con Cheo Beceira, sus hermanos y Alexander Villalobos entre otros buenos bardos.
Si preguntamos quiénes fueron los amigos más cercanos a Alí Primera en el Zulia, es obligatorio nombrar a Miguel Alejandro. Desde el año 1970 cuando conoció al cantor falconiano en el auditorio de la Facultad de Ingeniería de LUZ, siempre compartió con Alí Rafael cantatas, parrandas y amaneceres en Cerros de Marín, en la solariega casona de doña Josefina de Molero. Durante muchos años coincidieron en los escenarios en las calles de Maracaibo y en la península de Paraguaná. Esa huella profunda de poesía, música y amor a la patria; “el panita Miguel” la lleva en su alma.
Esas vivencias las plasmó en sus décimas y danzas, como la que cantó su camarada entrañable Justo Montenegro, “El Credo” en 1994. Años después, esa décima la versionó el cantor falconiano José Montecano, hermano de Alí:
“Creo en la sabiduría
del pueblo y en su cantar
y creo que va a lograr
su redención algún día,
yo creo en la fantasía
de crear un mundo mejor,
en Jesús el salvador,
y no creo en el infierno
como no creo en gobiernos
de fariseos y pretor”
(Grupo Candela, 1994)
Otra de las facetas importantes en la destacada carrera como artista de Miguel, es la de hombre de radio, la de cronista a través de las ondas hertzianas. Ha realizado programas junto a Ramón Soto Urdaneta, y tuvo un exitoso espacio en LUZ FM 102.9. En ese medio su verbo fluye, crea imágenes que relatan a los oyentes un mundo de personajes, costumbres, sueños colectivos.
Miguel Ordoñez asume una nueva responsabilidad este 2013 como hombre de la cultura, ahora es el director del Museo de la Zulianidad, ubicado en Santa Lucía, hermosa edificación situada en el antiguo hato “El Nilo”. Desde allí desarrollará un programa de exposiciones, cantatas y foros sobre nuestras formas musicales y compositores. Para ello cuenta con el aval de la Fundación Regional de la Gaita, adscrita a la Gobernación Bolivariana del Zulia, en el naciente tercer gobierno del comandante Francisco Javier Arias Cárdenas.
El muchacho que en los años sesenta fue un tímido furrero, ahora es un respetado ejecutante de la mandolina, cuatro, guitarra, que lleva varias centenas de gaitas, danzas, décimas en su alforja de autor. Tiene tres libros publicados, reconocimientos y premios recogidos en los escenarios nacionales. En la temporada 2011 compuso el tema “Campechano” que grabó Ricardo Cepeda con Los Colosales y obtuvo predilección del público:
“Cantando que viva
el calor campechano
de los gaiteros
que el tiempo reviva
la fuerza del canto maracaibero
que suene un gaitón
lleno de hermandad
y que el pueblo entero
reviente vivas en la Navidad”
La vida le trae al poeta sencillo Ordoñez Rivero un regalo inapreciable, su sexta hija: Maya, nombre que en lengua náhuatl significa “La elegida”. Junto a su esposa Anhúa, dama de ascendencia añú, esa niña llena su hogar santaluciteño de alegría, de luz. Como lo cantó el poeta indio Tagore en 1913: “Cada niño que llega al mundo, es una prueba más de que Dios aún confía en el hombre”. Creo que Dios sigue confiando en nuestro compañero Miguel; el poeta y cronista sencillo con nombre de arcángel guerrero.
El Pepazo