León Magno Montiel
@leonmagnom
Fue un gran jazzista, un faro para ese género en Venezuela, un pianista insigne, original y creativo.
Además, fue un pedagogo del piano, hombre generoso para formar pianistas, para compartir su arte y sabiduría.
Conocí al maestro Weil en el Hotel del Lago, en el preámbulo de su concierto cerrando los años 90. Él tomaba el sol en la hermosa mañana maracaibera, era temprano, estaba tendido en la piscina del hotel, se mostró ruiseño y conversador conmigo.
Años después, lo conseguí en Caracas, de forma fortuita compartí un almuerzo con máster en URRUTIA, en la avenida Solano.
Yo andaba grabando MAGNO con la gente de TLT la tele tuya.
ÉL estaba degustando pescados con su hijo Gerhard Weil, el actor.
Una vez más, el genio fue cordial y oferente, con sus ojos de un azul vienés, y su piel con las inexorables manchas de los años.
Él vivía cerca de ese buen restaurante vasco fundado en 1962, cuyo eslogan ha sido «La comida es lo nuestro»,
un buen cliente de mi canal TLT ubicado en Mata de Coco, Chacao, dirigido por Esteban Trapiello.
Honor y gloria para el pionero GERRY WEIL de ascendencia austríaca, un pionero con sangre europea, como Vytas Brenner. Pero ambos; con el alma forjada al calor venezolano.
Nos dejó 16 álbumes, desde su llegada a La Guaira en 1957, cuando quedó prendado del mar Caribe. Estuvo grabando hasta su partida en el noviembre lluvioso de 2024.
Pensaba que la música era un misterio, quizá, el mejor vehículo espiritual.
Fueron 85 años de jazz, de piano, de clases magistrales, de conciertos memorables, de buen humor y nutridas pláticas: gracias profesor.
Se marchó un duende del jazz.
Gerry será otro ángel para el reino de lo eterno, otro músico para el reinado de la memoria sonora, otro ídolo de la calina musical que nos baña desde lo alto.
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El Pepazo