La prevención es la herramienta más efectiva para evitar la muerte como consecuencia de un infarto agudo de miocardio. El cardiólogo Luis Rodríguez Padial comparte con CuídatePlus sus consejos para tener una buena salud cardiovascular y no sufrir uno de estos eventos fatales.
El infarto es un síndrome coronario agudo que se caracteriza por la aparición brusca de un cuadro de sufrimiento isquémico (falta de riego) a una parte del músculo del corazón, producido por la obstrucción aguda y total de una de las arterias coronarias que lo alimentan. “En la arteria coronaria se genera ateroma (grasa), se produce un proceso de inflamación, la pared se engrosa y se obstruye la arteria. En algunos casos, se calcifica y no se rompe, es lo que suele provocar la clínica de la angina de pecho, pero en otros, se rompe la arteria, se forma un coágulo de sangre y se ocluye la arteria bruscamente”, explica Luis Rodríguez-Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología.
Es a partir de los 50 años cuando se producen más infartos, aunque el presidente de la SEC ha alertado de que cada vez con más frecuencia aparecen en edades tempranas porque los jóvenes de hoy tienen más factores de riesgo que los de hace unos años: “Se cuidan peor, la obesidad es más frecuente, hacen una dieta menos sana, menos ejercicio y siguen fumando, así que estos problemas graves se adelantan en aquellos que tienen predisposición”. Además, las drogas son otro desencadenante a tener muy en cuenta. La cocaína se asocia al infarto y otras menos duras, como el cannabis, son la puerta al consumo de cocaína.
Causas modificables
La herencia genética es una de las causas no modificables junto a la edad y al sexo (es más frecuente en hombres que en mujeres). Pero existen factores modificables y que tienen un enorme impacto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya que el 80% de las muertes prematuras, tres de cada cuatro, que obedecen a alguna enfermedad cardiovascular, se pueden evitar.
Sin embargo, la prevalencia de los principales factores de riesgo cardiovascular en España es preocupante. La encuesta Esfec, realizada por la FEC hace unos años, concluyó que casi el 60% de los adultos de nuestro país y al menos el 35% de los menores de 15 años tiene dos o tres de estos factores. La lista está clara: un nivel alto de colesterol LDL (el malo) en sangre, la diabetes, la hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad, el sobrepeso, la falta de ejercicio físico y una dieta inadecuada.
Recomendaciones del cardiólogo
Rodríguez Padial recuerda que la suma de estos factores multiplica el riesgo. “Por tanto, la lectura positiva es que actuar sobre el conjunto de ellos tiene un impacto mayor”. Sus tres recomendaciones para evitar el infarto agudo de miocardio tienen que ver con esta premisa.
Una dieta sana, equilibrada y variada es esencial. En este sentido, como para prevenir otras enfermedades, el presidente de la SEC apuesta por la dieta mediterránea; eso sí, matiza que la ingesta debe ser adecuada, no se puede comer de más. El estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) demostró que con una intervención de dieta mediterránea se podía conseguir una reducción de hasta un 30% de complicaciones cardiovasculares. Es un resultado asociado a la mejora de factores de riesgo como la tensión arterial, el colesterol y el perfil lipídico en general.
La práctica regular de ejercicio físico es su segundo consejo. Es más, la SEC considera que es la “piedra angular” de la prevención. El riesgo relativo de inactividad es similar al de la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el tabaquismo. Por el contrario, la práctica habitual de ejercicio a una intensidad ligera-moderada induce a una serie de adaptaciones que producen beneficios para la salud. Diferentes estudios han mostrado una relación inversa entre ejercicio habitual y riesgo de enfermedad coronaria, eventos cardiacos y muerte. El ejercicio mejora el perfil lipídico y el control de la glucemia, reduce o previene la hipertensión arterial, la obesidad y el estrés, y mejora la forma física.
Dada la importancia que tienen factores como el perfil lipídico, los niveles de LDL, la tensión arterial y la diabetes, Rodríguez Padial recomienda consultar con el médico de familia para vigilar estas variables con regularidad. Advierte de que la consulta es especialmente necesaria si existen antecedentes familiares de hombres que sufrieron un infarto con menos de 55 años y de mujeres con menos de 45 años.
Un cuarto consejo igual de principal
No obstante, hay un cuarto consejo que el presidente de la SEC considera igual de principal. La Fundación Española del Corazón sostiene que no hay nivel seguro de tabaquismo para la enfermedad cardiovascular. Hay dos motivos por los que el tabaco puede producir una isquemia coronaria. La nicotina desencadena la liberación de las catecolaminas que producen daño en la pared interna de las arterias, aumenta el tono coronario con espasmo, produce alteraciones de la coagulación, incrementa los niveles de LDL y reduce los de HDL (colesterol bueno). Y el monóxido de carbono disminuye el aporte de oxígeno al miocardio y aumenta la capacidad de las plaquetas de agregarse y formar coágulos.
Por otra parte, las personas que con anterioridad han sufrido un infarto de miocardio deben seguir estas advertencias de manera más estricta e intensa: “Tienen que seguir a rajatabla lo que les dice su médico”, subraya el presidente de la SEC.
Síntomas característicos del infarto
Entre los síntomas característicos del infarto destaca la aparición brusca de dolor intenso en el pecho, en la zona precordial (donde solemos ponernos la corbata), la sensación de malestar general, mareo, náuseas y sudoración. El dolor puede extenderse al brazo izquierdo, a la mandíbula, al hombro, a la espalda o al cuello.
Aproximadamente la mitad de estos eventos cardiacos aparecen sin síntomas previos y el infarto es la primera manifestación de la cardiopatía isquémica. Otras veces, unos meses antes, el paciente presenta molestias precordiales, sensación de malestar, cansancio, mayor irritabilidad y molestias de estómago, que pueden hacer confundir los síntomas con los que originan otros órganos.
Es importante conocer estas señales porque la mortalidad en la fase extrahospitalaria supera el 40%. Una vez que el paciente ingresa en el hospital, si se hace con la debida antelación (idealmente antes de las cuatro horas), los tratamientos modernos, como la angioplastia y la trombolisis, permiten una recuperación satisfactoria.
El Pepazo/Marca/Cuídate