La bielorrusa, vencedora en dos sets, disputará su tercera final consecutiva en el Open de Australia
Paula Badosa no podrá ser la cuarta raqueta nacional en la final del Open de Australia tras Arantxa Sánchez Vicario (1994 y 1995), Conchita Martínez (1998) y Garbiñe Muguruza (2020). La tenista de Begur ha cedido este jueves en las semifinales a manos de Aryna Sabakenka, por 6-4 y 6-2. El ‘major’ de las Antípodas seguirá siendo el único de los cuatro grandes en el que no aparece el nombre de una jugadora española.
Es verdad que Badosa había ganado dos de los siete precedentes con la bielorrrusa, pero para encontrar su último triunfo había que remontarse al Masters femenino de 2021. Desde entonces seis victorias del tirón para la número uno mundial, que aprieta los dientes en Melbourne para defender el cetro del circuito femenino que persigue Iga Swiatek.
Si la polaca está el sábado en el otro lado de la red entonces Sabakenka estará obligada a levantar por tercer año consecutivo el trofeo. Desde la retirada de la australiana Ash Barty, la WTA no ha conocido una número 1 distinta a ellas. Ambas se turnan en la cima desde el 4 de abril de 2022.
Paula también estará pendiente de la semifinal entre Swiatek y Madison Keys. Y es que un triunfo de la estadounidense la relegaría al décimo puesto de las listas cuando estas se actualicen el próximo lunes 27 de enero. La pupila de Pol Toledo regresará al ‘top10’ por primera vez desde la semana del 17 de octubre de 2022.
Sabalenka tiene su guarida en las pistas del Melbourne Park. Suma 20 partidos ganados de forma consecutiva y no pierde desde los octavos de 2022 con Kaia Kanepi. Por eso aspira a una triple corona que no se ha visto en la capital de Victoria desde Martina Hingis (1997 a 1999). La tenista que pega más fuerte que sus colegas del circuito masculino volvió a dar una lección de potencia. Era difícil pensar que tendría un segundo mal día. Lo vivió en los cuartos con la rusa Anastasia Pavlyuchenkova, pero salió viva y ahora va a por el botín.
El particular verano de Melbourne marcaba 18 grados. La semifinal estuvo a punto de empezar bajo techo porque minutos antes llovía. La presión al resto de la vigente campeona provocó la primera doble falta de la española: 30-40. Paula pegó entonces un raquetazo a 188 kilómetros por hora. Sabalenka estaba con un punto más de nerviosismo. Su adversaria disfrutó de un 2-0 y 40-0. No aprovechó su buena salida porque delante estaba la mejor jugadora del planeta. La batalla estaba servida. En 22 minutos se habían disputado cuatro juegos: 2-2.
De un posible 3-0 al 2-4
Aryna experimentada algo que nunca pasa. Desde el otro lado de la red le venían misiles incluso más fuertes que los que ella tira. La tenista de Minsk pudo romper el partido con un segundo ‘break’ en el quinto juego. Tuvo cuatro oportunidades para ello. Badosa se agarró a la pista para que no sucediera. Devolvía lo posible y lo imposible también. Levantó tres bolas. No pudo con la cuarta. Se aprovechó el parón del 2-3 para cerrar la cubierta por la mala climatología.
La catalana había cedido cuatro asaltos del tirón pero seguía en el set: 3-4. Tuvo una punta de saque a 191 kilómetros por hora que ya le gustaría a muchos hombres. Sabakenka cerró la manga inicial a su manera: pegándole a todo que se movía. Las dos protagonistas son claros exponentes del tenis de ahora y donde la agresividad está por encima de todo. El buen rollo entre las semifinalistas se demostró cuando Paula se deslizó en el cemento y levantó el pulgar a su amiga para informarle de que estaba bien. Hubo sonrisas de complicidad.
Gira por el Golfo Pérsico
La flamante semifinalista regresará a Dubái, donde tiene fijada su residencia desde hace tres años, y se tomará unos días de descanso antes de preparar su siguiente compromiso en el calendario: el WTA 500 de Abu Dabi (3 al 8 de febrero). La gira por el Golfo Pérsico seguirá en Doha, un torneo 1000 (9 al 15) y acabará en Dubái (16 al 22) también de la misma categoría. Si se tiene en cuenta que sólo defiende 211 puntos hasta Roma, en mayo, tiene muchas opciones de seguir subiendo puestos en la clasificación hasta Roland Garros, el grande marcado con letras mayúsculas. Con 27 años, tiene tiempo para hacer que su sueño se haga realidad.
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El Pepazo/Marca