«La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás.»
TALES DE MILETO
Luis Semprún Jurado
“Queridos camaritas, buen día”, fue el saludo de Anacleto, al llegar como siempre, con su aire tranquilo y su sonrisa pícara. Acomodó su silla, se sentó, pidió un café y, al ver un grupo mayor al normal, comenzó sin preámbulos: “Hoy quiero hablarles de algo de lo que casi nadie habla, pero que existe, aunque muchos no quieran verlo: «la farsa de las democracias en el mundo moderno». Sí, ya sé que suena duro, pero piénsenlo: vivimos en una época en la que se habla más de democracia que nunca, pero ¿dónde está la verdadera participación del pueblo?, ¿dónde está esa voz que debería ser escuchada y respetada?”. Hizo una pausa intencionada, para luego continuar: “Resulta que ahora tenemos lo que algunos llaman «democracias de baja intensidad». ¿Pero, qué significa eso? Pues que, aunque votamos cada cierto tiempo, las decisiones importantes las toman unos pocos, lejos del alcance de la gente común. Y lo peor es que nos venden esta farsa como si fuera el mejor sistema posible. Pero, ¿es esto realmente democracia? La democracia no es un regalo, es una lucha constante. ¿Estamos dispuestos a asumirla?” Anacleto encendió un cigarrillo y prosiguió: “Bueno… eso es lo que nos venden los «vendedores de sueños» cuando nos hablan de la «democracia perfecta en el país de las maravillas». Nos hablan del «sueño americano», del país donde todo es «amor, armonía y paz ». Pero, ¿existe realmente ese paraíso democrático? Lo dudo. Y aquí entra otro tema peliagudo: la manipulación mediática. ¿Se han dado cuenta de cómo los medios nos dicen qué pensar, qué sentir y hasta qué temer? Las llamadas «presstitutes» nos bombardean con noticias que nos dividen, nos enfrentan y nos distraen de lo realmente importante. Mientras discutimos sobre tonterías, ellos siguen acumulando poder y riqueza”. Decía Aristóteles que la democracia es el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Pero hoy, lo que vemos son gobiernos de las élites, para las élites y por las élites. Ah, pero sobre todo, de las élites económicas mundiales. Y no me vengan con que esto es solo un problema de «aquellos países». No, no. Esto es global. Desde el norte hasta el sur, desde el este hasta el oeste, el poder se concentra en manos de unos pocos, mientras el resto de nosotros debemos conformarnos con migajas. ¡No todo está perdido! El pueblo, cuando despierta, es imparable. Lo hemos visto aquí en Venezuela, lo hemos visto en otras partes del mundo. Cuando la gente se cansa de ser engañada, cuando decide tomar las riendas de su destino, no hay poder que la detenga. ¿Recuerdan el Caracazo? Fue un grito de indignación que aún resuena”. Se detuvo un momento y lanzó una pregunta incómoda: “¿Qué es más importante, la libertad o la comodidad? Porque muchas veces nos conformamos con pequeñas comodidades, con pequeñas libertades, mientras perdemos de vista lo esencial. Ni la verdadera libertad, ni la democracia, son elegir entre dos opciones que otros han seleccionado por nosotros. La verdadera libertad es poder construir nuestro propio camino, nuestra propia historia”. Anacleto apagó su cigarrillo, tomó un sorbo de café y concluyó: “Así que, queridos amigos, no se dejen engañar. No se conformen con migajas. Despierten, cuestionen, exijan. Porque, como decía nuestro Libertador Simón Bolívar, «la libertad no se mendiga, se conquista». Y esa conquista no es solo física, es también mental. El futuro no lo escriben los poderosos, lo escribimos nosotros, el pueblo. Y si no lo hacemos nosotros, ¿entonces quién?”. El final de su charla había dejado las interrogantes que cada uno de nosotros debe responder si es que estamos verdaderamente interesados en la libertad, la soberanía y la democracia.
Sí, ya sé… ¿quién no conoce el término “democracia”? Y si tomamos la aserción de Wikipedia, democracia (del griego: δημοκρατία dēmokratía, dēmos, «pueblo» y kratos, «poder») es una forma de organización social y política, presentada en el platonismo y aristotelismo, que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. Así, suena bien, ¿no? “El gobierno del Pueblo”. Es quizá por ello que se ha convertido en la organización política más común en el mundo. Sin embargo, ¿en cuál de los países que se autodenominan “Occidente” o pertenecen a la organización guerrerista OTAN, la ciudadanía ostenta el poder? Piensen en uno, solamente uno, y creo que no lo encontrarán. ¿Verdad? En la mayoría se llevan a cabo procesos electorales “transparentes y democráticos”, pero ¿quién selecciona los candidatos?, ¿cómo es el método de selección?, ¿quiénes pueden participar? Ahí está el quid del problema: los ciudadanos de a pié no son aceptados. Si no tienes dinero no vas pa’l baile. Sólo Chávez lo ha logrado.
Los cuentos de la “selección del candidato” son como el cuento del Gallo Pelón. En casi todos lados existe una élite política, que la mayoría del pueblo no sabe cómo nació, compuesta por candidatos de la clase dominante que se disputan el poder, vendiendo ilusiones y haciendo promesas que saben que no cumplirán. ¿Recuerdan los cogollos de los partidos del Pacto de Punto Fijo? ¿Había “democracia interna” en alguno de ellos? ¿Cuánto tiempo duraban al mando de las directivas? ¿Caldera, Allup, Villalba? ¿De dónde sacaban el dinero para amasar fortunas? Preguntas incómodas que merecen respuestas. Ante esta realidad, es urgente despertar. No podemos seguir aceptando pasivamente las promesas de los vendedores de ilusiones, que nos ofrecen un futuro brillante a cambio de nuestra libertad. La resistencia comienza con la educación: entender cómo funcionan estas técnicas, cuestionar sus intenciones y sobre todo exigir transparencia. ¿Es eso tan difícil? Muchas veces nos han dominado por la ignorancia, pero otras ha sido más bien por la indolencia y el compadrazgo.
También tenemos que recuperar nuestra humanidad. En un mundo hiperconectado, es irónico que nos sintamos más solos que nunca. Debemos reconectar con nuestras comunidades, fomentar el diálogo cara a cara y recordar que la verdadera democracia no reside en los partidos ni en las redes, sino en nuestra capacidad para pensar críticamente, empatizar y actuar con integridad. La gente se queja porque solo les toman en cuenta cuando se acercan elecciones, pero ¿qué hacen el resto del tiempo por mejorar sus comunidades? Además, existen directivos, tanto en los partidos como en organismos del Estado, que se toman atribuciones que no les competen y abusan del poder del cargo. ¡Y Nico peleando a diario por avanzar en el camino del Socialismo del Siglo XXI! ¿Cuál debe ser el papel de los medios de comunicación en la democracia? Deben reinventarse, porque hoy están tan desprestigiados que los llaman “presstitutes”. Además ahora los “influencers” de las redes, han ocupado sus espacios y los han desplazándolos por completo.
La democracia no es un sistema perfecto, ni un producto terminado, sino un proceso en constante construcción que nos “debe” permitir luchar por un mundo más justo. Su éxito depende de nosotros, de nuestra disposición a participar, a organizarnos y a luchar por nuestros derechos, a acabar con la concentración del poder en manos de algunas élites y a combatir la manipulación mediática. ¿Estamos dispuestos a dejar de ser espectadores y convertirnos en protagonistas de nuestra historia? El futuro no está escrito. Lo escribimos nosotros, con nuestras acciones y decisiones. Podemos seguir conformándonos con migajas y criticar desde el hogar, o asumir la responsabilidad que nos corresponde y trabajar por una sociedad justa, equitativa y democrática. Existen quienes quieren seguir viviendo “la dolce vita” a nuestras expensas y nos pintan una realidad inexistente; piensan que haremos el trabajo sucio para que accedan al poder. ¡Están equíferos! No creemos en cuentos de pajaritos preñados; combatiremos a quienes quieren destrozar a nuestro país. La elección es nuestra.
El Pepazo