Al menos seis naciones de América Latina y el Caribe, entre ellas Jamaica, Antigua y Barbuda y Belice, propusieron o iniciaron trámites para desvincularse de la Corona británica.
Uno de los retos del nuevo monarca británico, Carlos III, será mantener sus lazos con la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), una tarea que no se presenta fácil porque desde hace años en varias países, especialmente en las «monarquías caribeñas», muy críticas con el pasado esclavista y los excesos del Imperio británico, soplan vientos republicanos.
Entre las primeras reuniones que eligió el monarca nada más acceder al trono, figuran las que sostuvo con altos representantes de la Commonwealth, lo que muestra el enorme interés de la Corona por mantener su influencia en este bloque de 56 países repartidos entre América, Europa, África y Asia.
En 14 naciones de la Mancomunidad de Naciones, nacida en los años 30 del siglo pasado para englobar a los estados con vínculos históricos con el Imperio británico, el monarca es el jefe de Estado, aunque con un papel ceremonial.
La lista incluye a países ricos como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y otras ocho pequeñas excolonias del Caribe y de América Central, independientes desde hace décadas: Antigua y Barbuda (1981), Bahamas (1973), Belice (1981), Granada (1974), Jamaica (1962), San Cristóbal y Nieves (1983), Santa Lucía (1979) y San Vicente y las Granadinas (1979).
La región latinoamericana aporta otros cuatro países (Barbados, Dominica, Trinidad y Tobago y Guyana) a la Commonwealth, pero son de sistema republicano.
En abril de 2018, los líderes de la Mancomunidad confirmaron en una reunión que el entonces príncipe Carlos sucedería a Isabel II, tras su fallecimiento, como líder honorífico del grupo, ya que el cargo no se hereda de forma automática.
Pero la muerte de su madre, que gozaba de un gran carisma, abre un gran interrogante sobre si el actual monarca, de 73 años, podrá frenar las ansias por romper con la Corona.
«La esclavitud, espantosa atrocidad»
El debate llega, además, después del paso que dio Barbados, una pequeña y paradisíaca isla caribeña que se independizó de Londres en 1966 y que en noviembre de 2021 cortó cuatro siglos de lazos con el Palacio de Buckingham para convertirse en república, aunque sin salirse de la Commonwealth.
«Ha llegado el momento de dejar completamente atrás nuestro pasado colonial», dijeron en ese momento las autoridades de la isla.
La desvinculación se hizo de forma amistosa, hasta el punto de que el actual rey británico –entonces príncipe Carlos– asistió a la ceremonia y reconoció la «espantosa atrocidad de la esclavitud».
Pero desde Londres se intenta evitar que el ejemplo se esparza, consciente de la importancia de mantener su influencia en esta sociedad de naciones que juntas suman 2.500 millones de personas, más de un tercio de la población mundial, y que es un instrumento de cooperación económica y política.
«La razón por la que tantos países han permanecido dentro del grupo [es que] no querían ofenderla [a la reina]», declaró Elisabeth Braw, miembro de American Enterprise, a Politico.
En opinión de Braw, las excolonias británicas permanecieron en esa situación más tiempo de lo que hubiesen deseado porque «sentían mucha lealtad hacia ella personalmente».
Tensas relaciones
Al menos seis países de América Latina y el Caribe, entre ellos Jamaica, Antigua y Barbuda y Belice, se han propuesto, o incluso han iniciado trámites, para desvincularse de la Corona británica.
Tras el fallecimiento de Isabel II, mientras Carlos III era confirmado rey de Antigua y Barbuda, el primer ministro de este país caribeño, Gaston Browne, prometió que, en los próximos tres años, convocará un referendo para que los ciudadanos de esta excolonia de 100.000 habitantes decidan si quieren convertirse en república. El país es independiente desde 1981.
«Esto no representa ninguna forma de irrespeto al monarca. No es un acto de hostilidad ni ninguna diferencia entre Antigua y Barbuda y la monarquía, pero es el paso final para completar ese círculo de independencia, para garantizar que seamos verdaderamente una nación soberana», declaró Browne a la cadena británica ITV.
Un ejemplo claro de las tensas relaciones de Gran Bretaña con sus excolonias fue la gira caribeña que hicieron en marzo de este año el príncipe Guillermo y su esposa Kate Middleton por Belice, Jamaica y las Bahamas con motivo de la celebración de los 70 años en el trono de la reina Isabel II.
La pareja fue recibida con abucheos y protestas para exigir reparaciones históricas por la esclavitud impuesta por el Imperio británico. Especialmente polémica fue la imagen del matrimonio saludando a una multitud tras unas rejas.
En esa ocasión, el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, cuyo país se independizó del Reino Unido en 1962, declaró ante el príncipe Guillermo que continuaba con su objetivo de ser un país independiente.
Australia, Nueva Zelanda y Canadá
Además de en el Reino Unido, el sábado pasado, Carlos III fue reconocido en Australia y Nueva Zelanda, mientras que el primer ministro Justin Trudeau le ratificaba como rey de Canadá junto a la representante de la monarquía en el país, la Gobernadora Mary Simon.
Una encuesta realizada tras la muerte de Isabel II por la consultora Roy Morgab revela que el 40 % de australianos prefieren convertirse en república con un presidente electo, mientras que el 60 % desea mantener el actual sistema monárquico.
Su primer ministro, el laborista Anthony Albanese, que se define como republicano, rechazó hablar sobre el modelo de estado en estos momentos. «No es apropiado ahora hablar de este cambio constitucional, lo apropiado es conmemorar la vida de servicio de Isabel II», dijo en una entrevista Albanese, quien ya descartó realizar una consulta durante su primer mandato.
En 1999, un 54,87 % de los australianos rechazaron la idea de convertirse en una república, con un presidente nombrado por el Legislativo.
Por su parte, en Canadá, un sondeo realizado en abril mostró que el 67 % de los canadienses se oponían a que Carlos sucediera a su madre como rey en este país.
En Nueva Zelanda, la primera ministra, Jacinda Ardern, dijo estar convencida de que verá a este país convertirse en una república a lo largo de su vida, pero no a «corto plazo».
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El Pepazo/RT Español