En 1976 protagonizó junto a ‘The Greatest’ el esperpéntico combate por el título de ‘Hombre más duro del planeta’, que acabó con el boxeador ingresado dos semanas en el hospital
Ha muerto a los 79 años Antonio Inoki, leyenda de la lucha libre japonesa y fundador de la exitosa empresa New Japan Pro-Wrestling, a causa de una insuficiencia cardíaca, derivada de una amiloidosis, enfermedad que padecía. Inoki protagonizó el mayor crossover deportivo del siglo pasado junto a Muhammad Ali, algo que le dio a conocer en el mundo entero. El luchador profesional, miembro del Salón de la Fama de la WWE, aprovechó su prestigio para fundar el partido político ‘Deportes y Paz’ y ganar un escaño en la cámara alta japonesa en 1989. En 1990 incluso viajó a Irak para participar en la negociación de varios compatriotas secuestrados. Para el recuerdo quedan sus eventos en los que repartía bofetadas a sus fans para infundirles valor y coraje.
La historia del Inoki vs. Ali
(publicada en el Diario MARCA el 31 de enero de 2014)
Meses después del trascendental ‘Thrilla in Manila’ ante Frazier, por el que Muhammad Ali cobró la mayor bolsa de su carrera hasta el momento -6 millones de dólares-, el púgil de Louisville recibió respuesta al arrogante desafío que lanzó ante el presidente del puroresu (lucha libre japonesa), que a la postre sería recogido por toda la prensa del país nipón: «¿No hay ningún oriental que me rete? Le daré un millón de dólares si me gana», sentenció ‘El más grande’.
Antonio Inoki, el más famoso luchador de Japón, sería su rival en un combate ya olvidado que tendría lugar en Tokio el 26 de junio de 1976, y por el que Ali se llevaría 6 millones de dólares. Con su habitual estilo fanfarrón, el boxeador bajó del avión que le transportó hasta la capital nipona, diciendo: «No habrá otro Pearl Harbour». La pelea, por supuesto, ya estaba firmada, pero las reglas no habían sido pactadas, y es aquí donde el combate por el título de ‘Hombre más duro del planeta’ empieza a convertirse en una farsa.
Ali, que en septiembre de ese año se enfrentaría por tercera vez a Ken Norton, el hombre que le partió la mandíbula en su primer combate, al comprobar en un entrenamiento como se las gastaba Inoki con sus espárrings, exigió junto a su equipo que se cumplieran ciertas normas para no salir mal parado. No podía correr el riesgo de una lesión.
Por fin llegó el día de la contienda que concluiría qué disciplina y qué luchador era mejor. Los 14.000 espectadores que abarrotaban el Nippon Budokan habían pagado entre 17 y 1.000 dólares por entrada y el público estaba entregado. Con el toque de campana que dio inicio al combate comenzó también el esperpento. Las reglas establecidas para la pelea limitaban tanto el desarrollo normal de la lucha que no se había podido coreografiar nada y todo iba a ser improvisado. En 1977, se volvió a intentar el show, pero con Chuck Wepner, y entonces el mismo no estuvo encorsetado por las mismas reglas.
Desde el primer instante Inoki se agachó y segundos después ya estaba en el suelo arrastrándose como una culebra, tratando de dar patadas a Ali en sus piernas de una forma cómica. Fue la manera que tuvo de dar forma a una lucha muy limitada. A decir verdad, esta parodia duró 15 asaltos durante los cuales el japonés casi siempre estuvo por los suelos mientras el púgil norteamericano, ataviado con guantes de boxeo, no dejaba de moverse.
Hasta el séptimo asalto Muhammad no lanzó el puño, enfadado porque en el sexto los puntapiés del luchador local le habían mandado a la lona. Mientras Inoki se humillaba en el suelo, Ali le decía: «Cobarde, levántate y pelea como un hombre». Más tarde el propio Ali diría que no atizó más al japonés porque era imposible «derribar a alguien que siempre está en el suelo», pero lo cierto es que apenas lo intentó.
Finalmente, la pantomima concluyó con el resultado de empate, al restarle el árbitro Gene LeBell -una vieja gloria del judo norteamericano que en su día ridiculizó a Bruce Lee y a Steven Seagal y que incluso llegó a pelear con un oso- tres puntos a Inoki por irregularidades. El público, furioso ante la ausencia de espectáculo, terminó lanzando basura al cuadrilátero. Las críticas fueron tan duras con los contendientes que Ali, que había reconocido que estaba allí por por la suculenta bolsa, decidió donar a la beneficencia los seis millones al completo. El negocio fue un desastre para ‘The Greatest’.
Colas para recibir una bofetada de Inoki
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El Pepazo/Marca