Leonardo Núñez Martínez
Quienes lo mataron, no sé si vivirán. Si viven, de seguro no será en un infierno. Habrán «disfrutado» del dinero recibido y del idiota, inútil y macabro placer de asesinar o mandar a otros a hacerlo.
Sin embargo, Pedrito tampoco estará en ningún infierno. Estará en la sublime «Gloria» de Dios, en el recuerdo de su mamá, hermanos, sobrinos, amigos y paisanos que lo quisimos siempre vivo, estará siempre como el mejor ejemplo para quienes ejercen la profesión de curar o salvar vidas. Su bondad era infinita, su serenidad y humor también, por eso recorría las calles de San José con la facilidad de los pericos cuando llegaban los mangos o los feligreses el día de la Procesión.
Su lealtad a los principios y valores justos siempre estuvieron a prueba de amenazas y tentaciones. A ningún niño desatendió, a ninguna hora y circunstancia, a nadie le cerró las puertas por no tener cobres, todos encontraron refugio en él porque ejerció la medicina con vocación solidaria y extraordinaria entrega. Esa solidaridad combativa se extendió desde los barrios de Guarenas hasta los carajitos baríes de Boksí, los parceleros de «allá abajo» y los trabajadores petroleros de Alturitas. Y es que sus grandes brazos y un gran corazón le permitieron «abacorar» las causas y necesidades más nobles de nuestro pueblo.
Qué difícil para mí olvidarlo, «tampoco estoy interesado» en ello. Más bien, he soportado todos estos años la carga, el pesar de no honrarlo como se lo merece Pedrito. Cómo pudiera contribuir a llenar con mis lágrimas el río Apón en los tiempos de sequía al recordarlo y unirlas a las de su papá. Siento no poder transitar con más tiempo la calle que cuando muchacho me llevaba al colegio y que luego en un trágico y amargo Agosto soportó su cuerpo derribado por el egoísmo y el odio criminal de clase.
La sabana perijanera parece pequeña para albergar la inmensidad humana de aquel «negrazo» rebelde, gregario, inquieto y luchador social y pequeños han sido los pasos que hemos dado para reivindicarlo.
¡Qué en la oportunidad de esta triste fecha, nuestro compromiso por amarlo sea eterno y que su ejemplo se dibuje en el cielo encapotado de un tiempo lluvioso para no borrarse jamás!, ¡Qué viva Pedrito!.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo