Con un gol de tijeretazo impecable, acrobático, potente y ajustado, imposible de conjurar, Richarlison corona al rey Brasil. Es, por ahora, el gol del Mundial de Qatar. La pentacampeona del mundo protagoniza, así, un arranque vigoroso, sellado por los dos goles del delantero del Tottenham. Definitivamente, habló el pentacampeón.
Brasil gritó su presencia en Qatar con una prestación sólida, salpicada con los momentos de brillantez marca de la casa, para madurar a Serbia en el primer tiempo y doblegarla en el segundo. Los goles de Richarlison establecieron una diferencia seguramente menor de lo que fijó el fútbol, que al equipo de Tite le rebosa. Sobre todo en ataque, con cuatro delanteros en el once, reflejo de la naturaleza ofensiva que ha sido casi siempre rasgo distintivo de la pentacampeona del mundo.
Su actual técnico es de los pragmáticos, pero al final el talento siempre encuentra su rendija. Neymar, Vinicius, Richarlison, Raphinha, Rodrygo, Antony… Demasiado arsenal como para que la lógica de su potencia no acabe por imponerse.
Repitió el azulgrana error grueso en el arranque del segundo tiempo, el preludio del vendaval desatado por Ney y Vini y concretado por Richarlison, al que apenas habían encontrado sus compañeros en el primer acto.
El 1-0 fue de cazagoles, y el segundo va directo al Louvre de la historia de los Mundiales, un tijeretazo impecable, acrobático, potente y ajustado, imposible de conjurar. Sólo la madera pudo contener la furia ofensiva de Brasil, escupiendo dos tirazos de Alex Sandro y Casemiro, pero a Brasil no le hizo falta hacer sangre, pese a que los revulsivos (Rodrygo, Antony, Fred) también buscaron su momento de gloria.
Recursos casi infinitos en ataque los de Brasil, que entra con poderío en el Mundial marcado por el sueño del hexa. Y, por lo visto, con sólidos argumentos.
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El Pepazo/Marca