Con más agresividad y valentía en la presión, Japón enseñó al planeta fútbol que su intención no era jugar defensivamente contra Alemania y España, sino que es el rival quien provoca las variaciones en su estrategia final. Y con Modric y Kovacic perdidos en el bosque táctico nipón, el combinado arlequinado basó su juego en posesiones estériles y en los errores de Tomiyasu. El resultado era un reparto equitativo de las ocasiones de peligro, hasta que el balón parado dictó sentencia.
El central japonés, blanco de las críticas en la prensa de su país, regaló el balón a Perisic en la salida de balón y obligó a Gonda a sacarse de la nada una intervención milagrosa para evitar el 0-1. El rechace lo cazó Kramaric dentro del área y en su intento de girarse para rematar a media vuelta, el 9 chocó contra un muro azul. Otra vez la disciplina nipona.
La estrategia de los Samuráis azules
En la tradición japonesa, el bushido, un término traducido como ‘el camino del guerrero’, engloba un estricto código en la que los samuráis entregan sus vidas a una disciplina compuesta por siete valores. Tres de ellos, lealtad, valentía y respeto, eran obligatorios para entrar en la convocatoria final del jefe Moriyasu, utilizado más tarde para elaborar todas las estrategias a balón parado.
Dos córners en tan sólo tres minutos sirvieron para meter el miedo en el cuerpo de los futbolistas croatas. En el primero perdonó Kamada, que con todo a favor mandó el balón por encima de la portería rival, y en la segunda jugada de estrategia, Maeda empujó con el alma un balón que ponía en 1-0 en el minuto 43. Una diana para el delantero del Celtic que ponía por primera vez en el Mundial a Japón por delante en el marcador.
Las catapultas croatas
El paso por vestuarios no cambió en exceso el plan inicial de los hombres de Dalic: saques de banda que parecían córners (las famosas catapultas) para basar su futbol en el juego aéreo. La superioridad en la altura de sus delanteros sobre la defensa japonesa, cegaba a unos creadores, Kovacic y Modric, que se encontraban atragantados en el centro del campo.
Y en el baile de los 22 protagonistas en la segunda parte, aparecieron dos protagonistas, uno de ellos un invitado especial para cumplir una función a la que no nos tenía acostumbrados: Lovren. El central del Zenit pusó un gran centro lateral y Perisic, que siempre aparece en este tipo de citas, se inventó un espectacular testarazo para firmar la igualada.
A los penaltis…
Si el gol de Perisic en el minuto 54 durmió por completo el partido, los 30 minutos que nos regalaron la primera prórroga del Mundial tan sólo sirvieron para provocar un bostezo general. Con mas miedo que vergüenza, los futbolistas crearon un único camino posible para acabar con esta ‘tortura china’ para el aficionado: la lotería de los penaltis… que terminó en una harakiri de los futbolistas japoneses. La selección arlequinada logró el pase a los cuartos de final tras una actuación estelar de Livakovic, que paró los lanzamientos de Yoshida, Mitoma y Minamino para convertirse en el Samurái Livakovic.
El Pepazo/Marca