Mayela Márquez.
El 28 de diciembre se rinde tributo a los Santos Inocentes; una figura bíblica que nació después de que Herodes mandase matar a todos los niños, menores de 2 años, en Belén.
Según recoge la propia Biblia, el germen de esta festividad se remonta a los tiempos en que Herodes gobernaba en Judea.
Con el Mesías a punto de llegar al mundo, el monarca se puso en contacto con los Reyes Magos para averiguar cuál iba a ser la localización en la que la Virgen María daría a luz al niño Jesús.
«Cuando le halléis, hacédmelo saber para que yo también vaya y le adore,» habría dicho Herodes de acuerdo con los versos de los que se hace acopio la Biblia en el Evangelio de Mateo, perteneciente al Nuevo Testamento.
En un principio, los Reyes Magos creyeron al Rey; sin embargo, en sueños recibieron el aviso de que el recién nacido corría peligro, por lo que habrían regresado a su tierra por otro camino para no toparse con Herodes.
Al darse cuenta Herodes de que estos sabios de Oriente le habían engañado, su cólera se transformó en un baño de sangre y mandó a asesinar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén, lo que dio origen a la figura de los Santos Inocentes en referencia a aquellos pequeños muertos por mandato de Herodes, y que ascendieron al cielo para crecer junto a Dios en su madurez eterna, libres de todo pecado, ya que no les había dado tiempo a verse tentados.
De la inocencia y espontaneidad de esos niños, que no guardaban malicia alguna en su ser, nace también el que se hagan bromas los 28 de diciembre, en alusión al carácter divertido y juguetón de los Santos Inocentes.
El Pepazo