El caso es que nada hacía sospechar semejante desenlace visto el primer tiempo. Cualquier consideración previa de partido se fue por el sumidero en cuatro minutos. Capoue firmó un gol magnífico, controlando un balón forzado y tirando una volea a bote pronto cruzada, imponente. Una definición tan brillante como la maniobra de Gerard al recibir en el área, aguantar y servir, cuerpeado por Rüdiger, para la llegada de su compañero. El 1-0 tan tempranero fue veneno para un Madrid que no andaba sobrado. Ni de fútbol, ni de piernas ni de confianza. Trató de reaccionar buscando los costados, con Rodrygo por derecha en una buena acción individual, o con Mendy en una incursión que Valverde, en buena opción, envió arriba. Dos fogonazos blancos en medio de un monólogo amarillo.
El dominio del Villarreal, con un once gemelo al que ganó en LaLiga, explotó la distancia entre líneas del Madrid, incapaz de presionar con eficacia. Recibían y tocaban los de Setién con comodidad, siempre con línea de pase y apoyo. Se imponían todos a sus pares: Chukwueze a Mendy, Yeremy a Rüdiger, Baena a Camavinga… Un paisaje similar al de la Supercopa. Sometidos y sin respuesta. El eje derecho (Nacho-Valverde-Rodrygo) parecía más igualado. Ambos trabajaron para anular una escapada clara de Yeremy y Baena. SIn embargo, la opción más clara de empate nació en la izquierda, en un pase profundo de Vinicius a Mendy que dejó atrás y Rodrygo remató, sacando la defensa bajo palos.
El aviso, serio, encendió a los amarillos, que se lanzaron a por la sentencia. Gerard Moreno sirvió a Yeremy un mano a mano, conjurado entre Militao y Nacho. Intensos en cada disputa, los amarillos detectaron la debilidad del rival y sentenciaron. Un ataque largo desembocó en Gerard, con dos rivales cerrando el camino. El catalán se echó atrás, esperó al desmarque de Chukwueze y le picó un pase de oro para el 2-0, al filo del descanso. El roto pudo ser mayor de no intervenir Courtois. Ni se podía intuir lo que ocurriría después.
Cambió la partitura el Madrid en busca de la reacción. En lugar de elaborar empezó a buscar el juego más directo. Se apreció en una diagonal de Kroos a Rodrygo. Además, el Villarreal se vio obligado a relevar a Albiol y Foyth, descargando de labor a Vinicius y Benzema. El brasileño parecía distraído, metido en todas las batallas. De hecho, parecía más cambiable que Rodrygo, relevado junto a Kroos. Al verde Asensio y Ceballos. El caso es que, con las novedades, el Villarreal fue menos y el Madrid fue a más. A mucho más, arrastrado por la dirección de un majestuoso Ceballos. Un robo de Camavinga a Capoue pasó por Benzema, el sevillano y Vinicius remató el 2-1.
Todos mejoraron, parecía que en lugar de dos cambios Ancelotti había hecho diez. Incluido Vinicius, implicado en el juego y en varias discusiones, una seria con Pepe Reina. También hubo polémica en una carga de Militao a Morales en el área. Desde luego, más clara que la de Yeray en el derbi vasco. Criterios arbitrales. El caso es que Vini fue determinante. Robó en el centro del campo y tiró la diagonal. Forzado, filtró para Asensio, que controló en línea de fondo, levantó la cabeza y sirvió un regalo atrás que Ceballos colocó con clase junto al palo. El sevillano encontró al fin la noche de gloria que llevaba buscando años, y que no encontró, por ejemplo en la Supercopa. Ahora ya sabe el madridismo que puede contar con él.