“Las reacciones ante el amor
son iguales en cualquier geografía”.
Orhan Pamuk
(Estambul, 1952).
León Magno Montiel
@leonmagnom
La gaita a través del tiempo le ha cantado al amor, a los amantes que con sus versos atizan su pasión.
Los gaiteros se convierten en rapsodas y su poesía anida en los corazones de los enamorados, se vuelve cómplice de su ardor.
Por ello, los compositores gaiteros han sido vasos comunicantes para los que al son de una gaita han sabido amar.
Sin embargo, hay comunicadores ortodoxos que afirman que la gaita romántica no existe, la consideran una danza, o un seudo-bolero, ejecutada con instrumentos pascueros; como si no se hubiesen quedado en el imaginario colectivo temas inmortales, como:
“El Bambuco” de la autoría Renato Aguirre, cantado por Ricardo Cepeda:
“Un bambuco y una serenata
le dieron vida a un amor
un mozuelo cantaba a una flor
que más tarde sería mi madre
le cantaba mi futuro padre
lleno de inmenso fervor”.
(Cardenales del Éxito, 1975).
Fueron aceptadas por el público y hoy forman parte de la identidad musical de los zulianos, gaitas como “Sin Rencor” compuesta por Abdénago “Neguito” Borjas en 1978; la danza “Amor Marginal” de Víctor Hugo Márquez, interpretada por Gladys Vera en 1976 con el Conjunto Santanita. Otro clásico del género romántico es “Linda Ilusión”, gaita de Lenin Pulgar que grabó Fernando Rincón. Además su éxito “Nunca es tarde para amar” interpretado por Jesús Terán “Chavín”, ambos con la agrupación Rincón Morales. Simón García compuso “Amada Amante” en 1985, la cantó e impuso Fernando Rincón.
Un compositor zuliano raigal, de mucho peso artístico como Luis Oquendo Delgado, compuso “Por una palabra”, una obra maestra:
“Es una palabra para destruirse
si Cristo amó al mundo ¿quién lo condenó?
y en siete palabras expresó tan triste
lo amó más profundo y lo perdonó.
Entonces mi vida con esa palabra
no quise ofenderte perdóname ya
que yo mil heridas llevo entre mi alma
de tanto quererte como a nadie más”.
Son muchas las pruebas del talante romántico de la gaita, y no puede ser de otra manera, porque el amor es el tema más recurrente en las canciones de todo el planeta.
Ricardo Portillo es otro cultor que tiene más de veinte gaitas dedicadas a esta temática, unas en la voz de la profesora Ingrid Alexandrescu Müller, otras en su propia voz. Se reveló a partir del decenio 1980 como un representante de este estilo ardoroso, es un autor perteneciente a la estirpe incurable de los románticos.
Cuántas veces no hemos escuchado afirmar: “Esa es mi canción”, “ese tema es mi vida”, es decir; con estas obras se produce una apropiación, un empoderamiento del público, que con el transcurrir del tiempo se hace folclor.
Los compositores se convierten en antenas para captar el sentir de la gente y lo transmutan en sus creaciones musicales, estructuradas en versos tradicionales, octosílabos y en compás de 6/8, y así plasman el sentir del colectivo en el ritmo y cadencia de la gaita.
Todas las formas musicales latinoamericanas, sin excepción, le han cantado al amor. Como bien lo determinó el escritor turco Orhan Pamuk: “reflejan las reacciones de la gente frente al amor”, los celos, la rabia posesiva, el despecho, el desconsuelo, el delirio, la pasión desbordada, el frenesí; todo esto ha sido la fuente más profusa de inspiración para los autores. Ejemplo luminoso es el vallenato, el bolero, la bachata dominicana, los bambucos colombianos, el son y el filin cubano, la ranchera mexicana, el tango, la bossa nova. Son formas musicales populares que abordan los misterios del amor y sus demonios, como lo plasmó Gabriel García Márquez en su celebrada novela de 1994: y la gaita no es la excepción.
En 1976 Astolfo Romero, en su primera etapa como integrante de Cardenales del Éxito, compuso y cantó el tema “Llegó el vapor”:
“El vapor viene llegando
trayéndome a mi morena
ya se aliviaron mis penas
porque aún me sigue amando”.
(Romero, 1976).
Después compuso “La Bahía de Cata”, “Agüita de río” que grabó con La Parranda Gaitera en 1995:
“Aquel que tenga un amor
Igualitico que el mío
que le eche agüita de río
pa´ que florezca mejor”
(Romero, 1995).
Es un esfuerzo estéril querer desmeritar la gaita romántica, decir que es un bolero, que no es propiamente gaita, porque es una de las temáticas más aceptadas de este género de raíz afro-hispana.
En la opinión del cantante Gustavo Aguado, hombre con especial intuición para la producción discográfica y el mercado musical: “la gaita romántica es la mejor opción para rescatar y preservar este género nacido en la cuenca del Lago de Maracaibo y que se ha sembrado en toda Venezuela”. De hecho, Guaco en sus presentaciones interpreta el clásico “Sin rencor” de Neguito Borjas. Ese tema que está cercano a cumplir cuatro décadas de creado, tiene más de 30 versiones realizadas por artistas nacionales como Lila Morillo, Ilan Chester, e internacionales como El Gran Combo de Puerto Rico, Pipe Peláez y Yomo Toro.
Si revisamos década por década, desde el decenio de 1960 cuando comenzaron las grabaciones de gaitas en formato vinilo, allí se comenzó a plasmar la musa romántica, pues en esa década Ricardo Aguirre dijo:
“Esa trigueña hizo el cebo
conmigo en el Saladillo
alza la voz negra mía
para beber mucho ron”.
En “La Flor de la Habana número II” cantó:
“Un día en El Saladillo
una negra de mi antojo
al brindarle un cigarrillo
empezó a picarme el ojo”.
Nerio Ríos, el destacado solista y exdirector de Cardenales del Éxito, grabó el tema de Renato Aguirre “Parranda con Amor”; en 1967 “La Restinga” del maestro Otilio Galíndez cantando a dúo con Germán Ávila, un tema transversal del romanticismo a la parranda celebratoria.
En 1979, Argenis Carruyo con el Grupo Guaco grabó “Paroxismo” de Simón García, tema que planteaba la exaltación amatoria con una poesía densa, con vocablos poco usuales en la gaita, con un erotismo explícito:
“Y en el sopor de aquel ensueño entregar,
en ritual magnificencia, tan cerquita la inconsciencia
paroxismo donde el alma siente arder
sin reservas totalmente en nuestro ser”
(García, 1979).
Años después, Argenis grabó el tema del compositor larense Virgilio Arrieta con la agrupación caraqueña Los Morillo, titulado “Quién como yo”. Es otro referente nacional de la gaita romántica, el famoso tema de “los nueve pantalones”.
En definitiva, en cada década se han grabado gaitas románticas y han quedado para la posteridad, como “El Organillero” de José “Cheo” Fernández en la voz de Carlos González con el Grupo Raíces, que fue considerada “gaita del año” en la temporada 2003.
Afortunadamente tenemos la gaita romántica, no necesitamos mendigar esa temática sensiblera a otros géneros del Caribe o de América Latina.
Desarrollemos temas con ese motivo, con un lenguaje que une a los amorosos y que complementa a la gaita tradicional, a la costumbrista y a la de alabanza a la Virgen Chiquinquirá.
Recordemos las palabras del poeta anglo T.S. Eliot:
“El gran poeta es, entre otras cosas, aquel que no solamente restaura la tradición olvidada, sino que entreteje en su poesía, cuantos cabos sueltos de tradición sea posible”.
El romance gaitero debe seguir atizando pasiones, llenando el sensorio común del venezolano.
El querer es el sentir más universal, por ello, que suenen las serenatas gaiteras, seguros de que son una probada táctica de seducción:
“Escucha preciosa amada
la gaita que estoy cantando
ella te está dibujando
en la hermosa madrugada”.
(Neguito Borjas, 1981).
En conclusión, la gaita romántica es una de la expresiones más originales y auténticas del folclor zuliano: es gaita un su más pura esencia.
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