León Magno Montiel
@leonmagnom
El 10 de noviembre de 2022, día del papa que detuvo a Atila y sus Hunos cuando iban a arrasar a Roma: San León Magno, en Madrid anunciaban el ganador del premio Cervantes: el poeta larense Rafael Cadenas. Las deliberaciones del jurado comenzaron semanas antes, fueron discusiones afiebradas e intensas.
Por primera vez, un venezolano recibiría el más alto galardón de las letras hispánicas, un hombre de 93 años, dedicado a la docencia, a la traducción, un poeta conmovedor con una obra colosal, reconocida en muchos ámbitos.
El jurado le otorgó el premio a Cadenas por, «su vasta y dilatada obra literaria y por la trascendencia de un creador que ha hecho de la poesía un motivo de su propia existencia y la ha llevado hasta alturas de excelencia en nuestra lengua».
Según el jurado, «su obra es una de las más importantes y demuestra el poder transformador de la palabra cuando la lengua es llevada al límite de sus posibilidades creadoras».
Sobre Cadenas afirmaron:
«Él hace destilar de las palabras su esencia deslumbrante, colocándolas en el territorio dual del sueño y la vigilia y haciendo que sus poemas sean una honda expresión de la existencia misma y del universo, poniéndolas también en una dimensión que es a la vez mística y terrenal».
En su «Ars poética” de 1977, el poeta larense expresa:
“Que cada palabra lleve lo que dice, que sea como el temblor que la sostiene, que se mantenga como un latido. No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que no es.
Eso me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad, seamos reales, quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico.
Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas, si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme, sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme”.
Rafael Cadenas llegó a la Universidad de Alcalá de Henares, fundada en 1499, por sus propios medios, trajeado de azul y gris, acompañado por el Rey de España. Habló pausado, sereno, desde el milenario balcón de los oradores, donde antes estuvo Quevedo, Ignacio de Loyola.
Viajó a Madrid acompañado de su familia, anunciando un nuevo poemario, lleno de vida y poesía.
La noticia de su galardón estremació a la America Latina, a España, y a todos los rincones de Venezuela. Sus lectores conenzaron a publicar en las Redes Sociales sus poemas, como el celebérrimo «Fracaso» de 1996:
«Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más exigente,
difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje
que traías, más precioso que todos los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para
salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles
éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas noches
me ha hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que una mujer
prefiera a alguien más resuelto, me desplazaste de oficios suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha recibido en mi más
pura forma para entregarme a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra tí.
Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja
áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla,
cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua me refleja.»
Se hicieron virales sus videos leyendo sus poemas, sus fotografías y retratos:
«Cierto que me enseñaste con dureza ¡y tú misma traías el cauterio!,
pero también me diste la alegría de no temerte.
Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa.
Gracias a ti, que me has privado de hinchazones.
Gracias por la riqueza a que me has obligado.
Gracias por construir con barro mi morada.
Gracias por apartarme.
Gracias.»
Juan Guerrero testimonió sobre su rol de docente en la UCV:
«El profesor Cadenas nos entregaba cada vez guías de estudio donde aparecían fragmentos de pensadores, filósofos y poetas que nos hacían pensar el mundo, dudar hasta de nosotros mismos. Poco a poco fuimos entendiendo el sentido de ese curso y sus largos silencios, y al final, cuando ya estábamos por superar la materia, nos acostumbramos a los espacios de silencio de nuestro profesor. Él llegaba, saludaba y, acto seguido, buscaba un pupitre igual a los nuestros y ahí se sentaba, al lado del escritorio, nunca detrás.»
Rafael es un políglota, un educador, un celebrado traductor, que nació el 8 de abril de 1930 en Barquisimeto, y ha vivido largos años en Caracas, y en Trinidad y Tobago.
Enviudó en 2017, ese año despidió a su amada esposa Milena González Carvallo, una bibliotecaria de la Universidad Central de Venezuela, ella lo acompañó por décadas.
El 14 de abril de 2023, el poeta de 93 años se convirtió en el primer escritor venezolano en recibir el Premio Cervantes.
En su discurso de recepción ante el Rey de España, apostó por reforzar la democracia, reinventarla y fortalecerla contra los extremismos.
En 1963 publicó su poema mas conocido, el más recitado, Derrota:
«Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente
por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte».
Rafael Cadenas ha sido premiado con el Cervantes, con la longevidad, con la serenidad y los silencios, con el amor de sus lectores, con un reconocimiento planetario. Celebremos carajo!
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