Los de Colorado son campeones de la NBA y cumplen con todas las condiciones para ser el próximo dominador de la mejor liga de baloncesto del mundo
«¿Qué van a decir ahora de él?», vociferaban desde Colorado. Mientras tanto, Nikola Jokic alzó el puño. Bajo su apariencia de interior gigante y mirada despistada, el de Sombor cambia radicalmente la historia reciente de la NBA. Es campeón. La mejor liga del mundo es de sus Denver Nuggets. Se acabaron las lágrimas, derrotas y promesas inconclusas. Ahora son la realidad. La victoria por 4-1 ante los Miami Heat encumbra a un nuevo baloncesto. Mientras muere el salvaje ‘run and gun’ de los Golden State Warriors, desde Colorado piden a gritos su espacio: la nueva era ha comenzado. «El último paso después de ser campeón es formar una dinastía», concretó su técnico, Michael Malone.
No ha sido un asunto sencillo lo de Denver. Llegaron a la NBA con la fusión de 1976 junto a San Antonio Spurs, Indiana Pacers y New York -ahora en Brooklyn- Nets provenientes de la ABA. Son la segunda de esas franquicias en coronarse, llegando desde un mercado pequeño y con una cultura de juego diferente. A lo largo de su historia no dejaron de perder. Pero encontraron talento en el desconocido Jokic (número 41 el Draft de 2014), le dieron las llaves y rodearon de talento. Costó tiempo, pero llegó.
Unos Playoffs perfectos
Con el anillo en el dedo, existen todos los condicionantes para afirmar que los Nuggets son candidatos número 1 a formar una dinastía. Rompen el techo de cristal de los Playoffs. Atrás quedó aquella eliminación ante los Warriors con un épico Jokic. Ahora y después de una maravillosa temporada regular (53-29), revientan los Playoffs. Solo una derrota en casa y tumbando a toda clase de rivales: los Wolves (4-1) de las ‘torres gemelas’ (Towns y Gobert), los Suns (4-2) de Booker, Durant y la fiebre anotadora, los Lakers (4-0) de la defensa y el penúltimo canto de LeBron James, y a la ‘Cenicienta’, Miami Heat (4-1).
En los Playoffs, todos los libros de estilo cayeron ante los Nuggets de Mike Malone. Especialmente, el juego de ajedrez que propuso Erik Spoelstra y que solventaron. En gran parte, por la fuerza de conjunto que empieza en Jamal Murray y Nikola Jokic, una pareja a la altura de las mejores de siempre. «Otras juegan entre ellos… ellos dos juegan uno para el otro y el otro para uno», confesó Michael Malone. Construyen desde el 2 para 2, conectan en los bloqueos y poder continuar o tirar. Su ‘Game 3’ en el que Jokic se fue a los 32+21+10 y Murray a 34+10+10 es la obra cumbre. Por edad (Jokic es del 1995 y Murray de 1997) les queda cuerda para rato.
Otras juegan entre ellos… ellos dos juegan uno para el otro y el otro para uno
Michael Malone
En el caso de Jokic, más. Ha cambiado el baloncesto. Un interior que pasa a ser el base. Empieza las jugadas, lee el campo, encuentra a compañeros y define. Agilidad mental e inteligencia para tumbar a cualquier defensor, con las finales como recital final. Anuló a Anthony Davis, anuló a los Miami Heat de los mil trucos de Spoelstra. Jokic es indefendible e indefinible. Del «dadle su maldito crédito» de Malone al MVP. Vale la eternidad.
Una plantilla espectacular
Los Nuggets también se sostienen bajo el manto de una plantilla espectacular. A Jokic y Murray les rodearon de grande secundarios asumiendo roles no principales (Michael Porter Jr. y Aaron Gordon) y una segunda unidad intensa, llena de energía, y fuerza en transición y defensa (Christian Braun y Bruce Brown). Gordon y Porter comprendieron que su capacidad ofensiva serviría más en favor del conjunto que hacia uno mismo. «No es un título para mí. Es para el Joker», relató ‘AG’. Pasó de brutal definidor a comprometido defensa. Y aprovechando sus opciones.
Una historia de saber cómo competir y alimentar a sus piezas básicas. El manual del baloncesto. Ataque espectacular, poder resistir en todos los contextos, tomar Miami y basarse en estrellas con mucha progresión. El techo de Jokic es desconocido. El de los Nuggets… también.