Los mitos en torno al amor romántico complican las relaciones de pareja. Muchos han quedado definitivamente desterrados, mientras que otros siguen vigentes de una forma más sutil, pero igualmente dañina.
María Sánchez-Monge
¿El amor romántico existe o es un invento cultural? Es cierto que las circunstancias de cada época y lugar han moldeado el tipo de relación de pareja, desde los matrimonios de conveniencia hasta el concepto actual de amor líquido, pasando por los amores imposibles, platónicos, pasiones desbordadas… Pero no se puede negar la existencia de sensaciones o sentimientos que no tienen nada que ver con imposiciones externas. El nudo en el estómago -mariposas que revolotean, según la versión cursi- y el nerviosismo expectante e ilusionado son auténticos.
Se trata, por lo tanto, de una experiencia real tamizada por la cultura. Y, como todo elemento que pasa por este filtro, lo que muchas veces empieza como algo inocente y placentero, con frecuencia acaba plagado de malentendidos y mitos que nos complican la vida. Dos psicólogos han explicado a CuídatePlus las principales trampas que esconde el concepto de amor romántico.
El flechazo: ¿única forma genuina de iniciar una relación?
El flechazo o amor a primera vista existe “como proceso biológico y psicológico”, según confirma Alejandra de Pedro, psicóloga y autora del libro Por qué me cuesta tanto olvidarte (La esfera de los libros, 2023). Quienes lo experimentan sienten “esa sensación de euforia, casi una obsesión, de que no puedes dejar de pensar en esa persona”, describe. Todo ello está provocado por unas sustancias -neurotransmisores u hormonas- que se liberan en el organismo, como la dopamina y la adrenalina, que hacen “que tengas esa sensación placentera de enamoramiento, esa energía y esa atracción”.
Pero todas estas sensaciones tienen fecha de caducidad: entre uno y tres años. “No son sostenibles a la larga porque son un mecanismo de la evolución para que nos encaprichemos de una persona y pongamos toda nuestra energía en perseguirla”, resalta la experta. Desde el punto de vista biológico, el objetivo es la continuidad de nuestro material genético, el ADN, a través de la procreación. “Esto no quiere decir que ese sea el motivo por el que nos enamoramos, pero sí el legado evolutivo por el cual lo hacemos”, puntualiza.
Respecto a la creencia de que las parejas más unidas o que sienten un amor más genuino son aquellas que se inician con un flechazo, Sebastián Girona, psicólogo especializado en vínculos, precisa que “una persona nos puede atraer apenas la vemos y eso muchas veces tiene que ver con que es de nuestro tipo, o sea, que puede tener una característica que nos gustaba desde antes de verla”. Aunque no siempre es así: “Puede haber flechazo o no, pero eso no determina el pronóstico de la relación”. Es más, “a veces a las parejas que se enamoran muy intensamente les cuesta continuar cuando termina ese sentimiento porque dejó el listón muy alto y eso genera problemas”. En cambio, “cuando el enamoramiento es intenso pero más moderado, la pareja puede pasar mejor a la etapa del amor, que es la que sigue al enamoramiento”.
¿Cada persona tiene su media naranja?
Otro mito del amor romántico es la creencia de que solo hay una persona idónea para cada uno. En palabras de Alejandra de Pedro, “es matemática, física y psicológicamente imposible que haya una única persona para ti y que la vayas a encontrar entre todas las personas del mundo”. No obstante, en muchos casos subsiste algo de esa concepción irreal, de tal modo que hay quien “sabe racionalmente que esa persona con la que está no es una de entre un millón, pero en el plano emocional puede que piense o sienta que encajan como dos piezas de un puzle”. Se trata de una sensación subjetiva que puede ser perfectamente válida. “Yo tengo pacientes de todo tipo: unos enfocan sus relaciones desde el más puro raciocinio y otros son muy emocionales y necesitan tener ese sentimiento de que han encontrado a la persona ideal”.
Para Girona, el mito de la media naranja “tiene que ver con la lógica de que necesitamos a otro que nos venga a completar, a dar lo que no tenemos”. Según expone, esta creencia cada vez tiene menos vigencia porque “parte de la lógica de la necesidad en cuanto al amor y no desde la lógica del deseo, que es la más sana para cualquier persona”. La lógica de la necesidad “es peligrosa porque puede poner al amor en un terreno de dependencia que se aleja de lo sano para acercarse a lo tóxico”, alega, y concluye que las personas “pueden tener a lo largo de su vida diferentes amores de su vida”.
“Mi pareja me trata mal porque ha sufrido mucho, pero mi amor hará que cambie»
¿Quién no ha oído alguna vez esta frase? Visto desde fuera, parece obvio que una relación basada en esa esperanza está condenada al fracaso. Pero muchas veces nos aferramos a quien no debemos con argumentos que van en esta línea. Girona lo ve así: “Este mito implica el desafío de cambiar al otro: ‘conmigo va a ser diferente’, pero lo cierto es que nadie puede cambiar a nadie”. Por otro lado, “una pareja sana implica aceptar al otro como es y no pretender cambiarlo”.
De Pedro coincide en señalar que son muchos los hombres y mujeres que están “cegados por todos los otros atributos buenos de su pareja y se obsesionan en querer cambiarla, pero en terapia vemos que las personas cambian cuando quieren cambiar, no cuando alguien les obliga a ello”.
También es frecuente cobijarse en la idea de que alguien que se comporta de forma egoísta o no se quiere comprometer tiene muchos traumas o ha sufrido mucho. “Lo que yo siempre digo en consulta es: ¿por qué necesitas que haya una explicación para confirmar lo que ya sabes? Que esa persona no está siendo suficiente para ti”. Su recomendación en estos casos es la siguiente: “En vez de invertir toda esa energía en intentar cambiar a esa persona, en que vaya a terapia o se de cuenta de todos sus problemas, invertirla en cuidarte tú y buscar a otra persona que sí satisfaga tus necesidades”.
«No me quiere lo suficiente porque no sabe adelantarse a lo que necesito»
“Si tengo que decírtelo ya no lo quiero”. Es lo que muchas personas imploran a sus parejas de forma directa o indirecta. De alguna manera, les reprochan que no saben adelantarse a sus necesidades. Sin embargo, tal y como apunta de Pedro, “tu pareja nunca te va a leer la mente, por mucha conexión que tengáis”. La solución es muy sencilla y pasa por comunicarse de forma adecuada y explicar lo que se siente y lo que se necesita en cada momento.
Girona considera que este mito “habla directamente sobre los problemas de comunicación dentro de la pareja y la dificultad para dialogar”. En una pareja sana, argumenta, “yo tengo que pedirle al otro lo que necesito y viceversa”. Pero “pretender que el otro adivine lo que quiero es comprar un ticket seguro para la frustración”.
“Si está celoso/a es porque me quiere mucho»
Ya nadie duda de que la frase “te tiene controlado/a porque te quiere muchísimo” esconde un trasfondo de celos que se pueden considerar tóxicos o patológicos. Sin embargo, de Pedro señala que a su consulta acuden en ocasiones personas que, aunque saben que no trae nada bueno, echan de menos este sentimiento. “Por ejemplo, hay chicas que han tenido una pareja tóxica y ahora están en una relación mucho más sana y lo reconocen, pero comentan que a les da rabia que su actual novio no sea más celoso, que se sentían más queridas con el anterior”, expone la psicóloga. Y es que ese es, precisamente, “el enganche que tienen las relaciones tóxicas”.
Girona considera que este mito tiene que ver con la consideración de los celos como algo bueno, pero “si bien son un sentimiento natural, en el fondo tienen una lógica posesiva y eso nos acerca a algo más tóxico que otra cosa”.
«Somos una pareja muy sólida porque no discutimos nunca»
Considerar que la pareja ideal es aquella que nunca discute es otra trampa del amor romántico. “Yo desconfío de las parejas que no se pelean nunca porque es muy probable que en ese vínculo uno de los dos se esté guardando muchas cosas que en el algún momento puede que aparezcan todas juntas”, asegura Girona. Las parejas, según el psicólogo, “tienen que aprender a pelear y para aprender algo hay que hacerlo”.
Evidentemente, no se trata de vivir en una permanente confrontación, pero no discutir puede ser, según de Pedro, una señal de que algo no va bien: “Puede ser porque estás tragando y en algún momento vas a explotar, o bien porque todo te está dando igual, lo cual también es muy mal signo” y, a la postre, denota una “falta de interés en la relación”.
“Nuestro amor hará que superemos todos los conflictos”
Es frecuente pensar que, si el amor entre dos personas es suficientemente fuerte, serán capaces de sobrevivir a cualquier dificultad que surja. “Esto también es falso”, asevera Girona. “En la consulta veo a parejas que, a pesar de quererse mucho, acaban separándose”. Lo que sucede es que, además del amor, “tiene que existir un funcionamiento que permita disfrutar el vínculo”.
Esto enlaza con la tendencia a aferrarse a la creencia de que “la pasión va a durar para siempre”, expresa de Pedro. Como ya se ha comentado, es algo inviable, pero eso no significa que se tenga que producir una ruptura. “Va por rachas”, comenta. “Todas las parejas pasan por periodos en los que hay más conexión y momentos en los que está cada uno a su aire, pero eso de que nunca se acaba la chispa y la llama siempre tiene que estar prendida es imposible”.
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El Pepazo/Marca/Cuídate