«El fraude de las ‘democracias’ que llevan mucho tiempo practicando el genocidio,
la colonización y la agresión imperialista, ya no se sostiene tan fácilmente»
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Luis Semprún Jurado
Cuando llegué al café ya Anacleto había iniciado su plática. En ese preciso momento decía: “Lo que pasa, camaritas, es que son impostores; quieren personificar lo que no son ni han sido jamás. Permítanme hacer una adaptación de algo que Caroline Goyder escribió en su libro sobre el «síndrome del impostor», que no es literal, pero que se puede aplicar a la oposición criolla: «en lugar de volver a lo que son, están obsesionados con lo que no son; persiguen constantemente su ser ideal y se han vuelto vertiginosamente inestables, siempre buscando la próxima gran cosa ahí fuera en lugar de dentro. La solución es sencilla. Detenerse. Prestar atención a las
posibilidades que hay dentro». No es una cita exacta, repito, pero es una adaptación de una parte de un libro que leí hace poco. Muchos piensan que la autoridad sólo es tener poder para mandar. Pero todo lo que uno ofrece, cómo habla y escribe, qué opinión tiene y cómo la defiende, y su propia seguridad personal, son tan o más importantes que esa autoridad externa. Es más, cuando tienes autoridad interna, la externa llega solita. Ahora bien, ¿Cómo se puede tener autoridad para pedir un voto de confianza después de todas las barbaridades que han hecho en contra de los que dicen querer gobernar y defender? ¿Cómo pueden decirle al pueblo que van a ser sus salvadores si durante muchísimo tiempo han sido sus verdugos? ¿Creen que tan sólo con tener un mensaje potente la gente se les acercará como mosquitos después de la lluvia? ¿Creen que la gente ha olvidado que María Machado pedía a los gringos que nos invadieran y bombardearan porque tenía a sus hijos fuera del país para que no los afectara?, ¿o que enviaras a tus hijos a morir en las guarimbas y no a los suyos?, ¿y
que se ha bañado en cada charquito de agua creado por la malinche y luego ha salido a gritar «yo no fui»? Ah… pero no sólo «la loca María», como la llaman los del G7 y demás partiditos opositores restantes, también la inhabilitada «nueva Mary Cory» y su séquito que como sabe que no va a ganar las «y que» primarias, piensa participar sólo para crear confusión y bloquear a quién no lo tome en cuenta. Ese tiene el mismísimo
prontuario que MM y quizá hasta peor; sólo hay que hacer memoria. Bueno, todos son archiconocidos; ¿para qué seguir nombrándolos? Lo cierto es que muchos se han preguntado cómo fue que ganó nuestro Gigante HRChF porque nunca le dedicaron un tiempito a entenderlo. Para guiar a un pueblo, para entender sus necesidades, para comprender su cultura, angustias y quereres se tiene que ser pueblo, porque sólo alguien del pueblo puede guiar al pueblo, sólo alguien del pueblo debe guiarlo. Y nuestro Eterno Comandante lo era. Asimismo es Nico, alguien del pueblo. ¿Qué se equivoca, que comete errores? Claro todos lo hacemos. Entonces, ¿por qué recriminar a Nico por el error y no ayudarlo a enmendarlo? ¿Acaso es perfecto? Todos somos iguales, menos los traidores. Nuestro código debe ser: proteger nuestros hogares, nuestras familias y nuestra patria, porque sin alguna de ellas no somos nada. ¡O sea!”
La realidad venezolana, además de todas las penurias que las ilegales y unilaterales sanciones, unidas al asfixiante bloqueo, nos han causado, ha sido nuestra mejor maestra y nos ha enseñado que la mayoría de los políticos se han alejado de la realidad de las personas que dicen representar. Viven en una burbuja de privilegios y poder, sin conocer las necesidades y los problemas de la gente común, porque ignoran su pensar y sentir. Creen que con visitarlos una vez por cuaresma, en especial cuando se acerca un proceso electoral, es suficiente porque según ellos “el pueblo entiende que para gobernar se debe estar preparado y que nosotros somos los llamados a hacerlo”. Pero, para guiar al pueblo hace falta alguien del pueblo, que haya vivido sus mismas experiencias, que entienda sus demandas y que defienda sus intereses y que no vaya a cambiar de lado cuando sus intereses personales se vean afectados, alguien con un gran concepto de humanidad como Hugo Rafael. Por eso el pueblo aún apoya su proyecto político encarnado hoy en día por otro del pueblo: Nico.
La lucha de clases aquí en Venezuela está más viva que nunca. No se puede tapar el sol con un dedo. Si aquí no estamos bajo la suela del gringo invasor es gracias a la resistencia y valor del aguerrido pueblo. Si nosotros como pueblo no hubiéramos visto ni internalizado las enseñanzas del Gran Maestro Hugo Rafael, ténganlo por seguro que seríamos un país “ocupado” por la bota imperial dedicada al saqueo de nuestros recursos naturales. La cipaya criolla, malinche, majunchería, opudrición, como quieran llamar a nuestra oposición, está casi totalmente conformada por una clase social a la que nunca le importó el bienestar del pueblo en lo más mínimo. Si por ellos fuera, ya nuestra patria hubiera pasado a ser un protectorado yanqui al mejor estilo de Puerto Rico, siempre y cuando les respetaran sus privilegios. Claro, nunca han sido oprimidos sino opresores, sólo durante el gobierno de la revolución se les ha “tratado” de igualar, en cuanto a los derechos y deberes, al resto de la población. Sin embargo, los bienes habidos durante la IV República, les ha permitido vivir por encima del promedio.
Sin duda alguna, la historia nos ha enseñado que en muchas naciones del mundo los grandes líderes sociales han surgido de las propias comunidades que luchan por sus derechos. No son personas impuestas desde arriba, sino elegidas desde abajo. Son personas que comparten la misma visión, los mismos valores y los mismos sueños que sus seguidores.
Por eso, para guiar al pueblo hace falta alguien del pueblo, alguien que tenga la legitimidad y la confianza de sus pares, alguien a quien en verdad le importen. Es importante que los líderes se sientan identificados con su pueblo, con sus seguidores, y que actúen en su beneficio; que tengan una conexión con el pueblo que representan, para poder contar con su apoyo y su confianza, para merecerla. No se puede guiar a un pueblo sin conocerlo, sin escucharlo, sin respetarlo. No se puede imponer una visión desde fuera, sin tener en cuenta la diversidad, la cultura y la identidad de cada grupo humano. No se puede pretender ser un líder sin ser un servidor, sin estar dispuesto a sacrificar el interés propio por el bien común. Por eso, para guiar al pueblo hace falta alguien del pueblo, alguien que sea un ejemplo de humildad, de honestidad y de compromiso. Ser un líder implica tomar decisiones y resolver problemas que afectan al pueblo, pero sobre todo, asumir responsabilidades. No se puede pretender ser un líder sin estar dispuesto a sacrificar el interés propio por el bien común porque eso sería actuar con el egoísmo y la deshonestidad con los que la oposición venezolana ha actuado siempre. Por eso le han puesto tantos nombres: pupusición, opudrición, majunchería, escuálidos, malinche, cipayos y pare de contar.
Un líder debe buscar el consenso y la colaboración de un equipo. El liderazgo no es una cuestión de poder, sino de servicio. No se puede pretender ser un líder sin estar dispuesto a sacrificar el interés propio por el bien común, porque es abusar de la confianza y autoridad que le han dado; debe ser humilde, generoso y empático, y
escuchar las necesidades y opiniones de los demás; debe inspirar, motivar, apoyar y reconocer méritos y esfuerzos. Sólo alguien del pueblo entiende al pueblo. ¿O no? Un líder debe ser coherente, ético y transparente, y rendir cuentas de sus actos y resultados.
Un líder debe promover justicia, la solidaridad y la participación ciudadana, y la defensa de los derechos humanos; y el bien común debe ser el fin último de toda su accionar social y políticamente, porque si no, sería contradecir los valores y principios que dice defender. No podemos olvidar que la mayor parte de los “y que” líderes de la oposición criolla padecen del síndrome “Dunning-Kruger” y que se valoran a sí mismo como altamente competentes sin serlo. Son personas que tienden a sobrestimar sus conocimientos, no son objetivos en reconocer las habilidades de los demás, ni sus propios errores. Su baja autoconciencia y baja capacidad cognitiva los lleva a sobreestimar sus habilidades. Sin embargo, la experiencia nos muestra que son orgullosos, engañosos, falsos, hipócritas, embusteros, falaces, embaucadores,
astutos, sagaces y sobre todo deshonestos. Por eso, la gente llana del pueblo no les quiere, no les cree y no permitirá que vuelvan a gobernarla. ¿Qué les parece?.
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