El agua (en todas sus versiones), las infusiones (frías) y el café (caliente) son, según los expertos, las mejores elecciones “bebibles” para aliviar la sed y la sensación de calor cuando los termómetros se disparan.
Carla Nieto
Refresco azucarado con mucho hielo; una cerveza bien fresquita… son algunas de las bebidas que a la mayoría “nos pide el cuerpo” en los días en los que las temperaturas están en todo lo alto y el calor asfixiante acompaña mañana, tarde y noche. Sin embargo, la indiscutible e inmediata sensación gratificante que estas opciones producen no se traduce en el efecto refrescante y rehidratante que el organismo necesita en estos momentos para evitar mareos, fatiga y otras consecuencias más graves de la canícula, como los golpes de calor.
Las expertas consultadas por CuidatePlus revelan cuáles son las bebidas más recomendables en esta situación, comentan la mejor forma de consumirlas para potenciar sus efectos positivos y explican por qué hay que priorizarlas frente a otras opciones.
Agua: sin duda, la mejor elección
Todos los especialistas en el tema coinciden unánimemente en que beber agua es la mejor estrategia para asegurar la correcta hidratación, especialmente en verano y, de hecho, todas las campañas y pautas frente a las olas de calor insisten en recomendar su ingesta frecuente.
Café: un aliado “inesperado”
El café, sobre todo en su versión fría (tipo café freddo), es otro de los clásicos del verano. En torno a esta bebida existía la idea de que su consumo excesivo podría favorecer la deshidratación, pero la evidencia más reciente apunta justo en el sentido contrario, según revela Guadalupe Blay: “En efecto, estudios recientes demuestran que el café es una buena opción para hidratarse y, de hecho, recomiendan la ingesta de hasta tres tazas diarias. Por tanto, se trata de una bebida perfectamente aconsejable en las épocas de calor. Este efecto atribuido al café también es aplicable al té, con la ventaja de que la teína tiene menos efectos secundarios y supone una excelente alternativa para las personas que tienen intolerancia a la cafeína”.
Blay hace hincapié en que para beneficiarse del efecto hidratante del café se recomienda adoptar una costumbre muy extendida en los países árabes: “Tomarlo a temperatura ambiente o incluso caliente (de forma similar a como se hace en invierno), ya que es la forma en la que ayuda a una mayor hidratación”.
Refrescos y “refrescantes”: no tan fieros
Por regla general, se tiende a desaconsejar recurrir a los refrescos (sobre todo los azucarados) con el objetivo de saciar la sed, pero en opinión de Guadalupe Blay, “no hay que denostar tanto las llamadas bebidas refrescantes ya que también favorecen la hidratación. Eso sí, hay que tener en cuenta que su contenido en azúcares suele ser mayor al de otras opciones, lo que significa que deben ser consumidas con precaución en general y, en particular, en las personas con diabetes o con obesidad. En cualquier caso, las versiones light o zero siempre son la mejor elección”.
En lo que no hay “medias tintas” es respecto a las bebidas alcohólicas (cervezas, tintos de verano y demás) como recurso anti-sed y anti-calor: “El alcohol, en cualquiera de sus modalidades, está desaconsejado al cien por cien”, afirma la experta de la SEMG.
Infusiones frías: una opción con muchos “extras” añadidos
Una buena alternativa a los refrescos y demás bebidas “típicas del verano” son las infusiones frías, cada vez más al alza. Andrea Calderón, secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), comenta al respecto que muchísimas de las preparaciones más habituales se pueden consumir en frío “y, además, combinan bien con aderezos que aumentan el efecto refrescante. Algunos ejemplos son las de jengibre y manzana; de té verde con limón y hierbabuena; de té oolong con cúrcuma y jengibre… También hay versiones frutales como el roibóos con nectarina o melocotón”.
Además de refrescar e hidratar, las infusiones aportan otras ventajas muy beneficiosas en esta época del año: “Una de ellas es que, al tener un toque dulce, ayudan a quitar el ‘gusanillo’ de comer algo azucarado y frío (como un helado) entre horas. Además, se pueden preparar en casa fácilmente”, explica Calderón a CuidatePlus.
Limonadas y granizados: siempre, en versión natural
Andrea Calderón advierte de la “otra cara” de estas dos bebidas que tan apetecibles resultan cuando aprieta el calor: “Cualquier granizado o limonada (agua con limón) son alternativas que pueden ser saludables o no. Por ejemplo, la mayoría de los granizados de los bares o de venta ambulante son en realidad siropes azucarados que, además, llevan aditivos y colorantes y no incorporan fruta, zumo ni nada que se les parezca. A esto hay que añadir que pueden tener una cantidad de azúcar similar a la de un refresco. Y lo mismo pasa con algunas limonadas, en cuyo contenido apenas figura el limón y, si lo hace, es en una cantidad similar a la de un refresco de limón o poco más”.
Por ello, la especialista de la SEDCA aconseja, en ambos casos, prepararlas de forma casera: “En el caso del granizado, la receta sería agua con jugo de frutas y añadir mucho hielo picado, sin azúcar ni otros aditivos, para así aprovechar todo el sabor natural dulce de las frutas. Una excelente versión de esta bebida es el granizado de café. En cuanto a la limonada, lo mejor es hacerla únicamente con agua y limón, añadiéndole, si se quiere, un toque de sabor con especias como el jengibre. Otra opción, en casos puntuales, es darle un toque de miel o azúcar (sólo una pizca), una cantidad que siempre va a ser la mitad de la mitad de la que aporta una limonada comprada”.
El “poder” de la menta
Una estrategia de eficacia probada para potenciar tanto el sabor como la sensación refrescante de las bebidas veraniegas es “aderezarlas” con ciertos ingredientes, especialmente frutas y especias.
“Por ejemplo, el agua, con y sin gas, se puede saborizar si se le añaden toques de sabor procedentes del limón, de las especias o de la mezcla de varias frutas maceradas. Con ello se obtienen versiones originales, variadas y muy frescas de estas bebidas”, dice Andrea Calderón.
En el caso de las infusiones, un clásico saborizante-refrescante es la rodaja de limón (o de otro cítrico como la naranja o la lima), “y uno de los mejores aderezos son las especias, entre las que destacan la cúrcuma y el jengibre que, además, aportan a esta bebida antioxidantes extra”, explica Calderón.
Pero sin duda, el saborizante “estrella” cuando se trata de aumentar la sensación refrescante es la menta/hierbabuena, sobre todo en forma de hojas: “La costumbre de incorporarlas a las bebidas no sólo potencia y enfatiza el sabor sino que se trata de estrategia muy saludable. La menta proporciona ese toque de frescor debido a uno de sus componentes, el mentol, que ‘engaña’ al sistema nervioso. Concretamente, actúa a nivel de un tipo de termorreceptores (los llamados TRPM8) que informan al sistema nervioso sobre los cambios en la temperatura, y que se activan con el mentol, proporcionando una sensación momentánea de frescor. Algo similar sucede con la hierbabuena, aunque de una forma menos potente, pero es una hierba muy aromática que también proporciona un excelente toque refrescante”, comenta la dietista-nutricionista.
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