Mnauel Paredes
En Venezuela es evidente el papel del Estado como represor y violador de los derechos humanos. La grave condición de sobreexplotación a que nos somete el régimen conlleva al deterioro total de los salarios y pensiones, generando una diáspora de más de 7 millones de venezolanos, con las consecuencias de personas que han fallecido en accidentes de tránsito en las montañas, en la selva del Dairen, atravesando el Rio Bravo en el afán de llegar a los Estados Unidos, muertes que son producto de la huida del país ante las condiciones deplorables en los que viven los venezolanos.
Frente a esta realidad de miseria los trabajadores se rebelan tal como ha ocurrido en SIDOR, cuya huelga por estos derechos fue reprimida y fueron secuestrados varios dirigentes, siendo Leonardo Azócar y Daniel Romero,
imputados por los delitos de instigación al odio, asociación para delinquir y boicot.
En el caso de los luchadores sociales recientemente sentenciados injustamente a 16 años de cárcel sin pruebas ni testigos ha sido rechazado por todos los sectores a nivel nacional e internacional, desnudando la naturaleza
del regimen en su carácter fascista, lo cual se evidencia al tratar de justificar su vil acción con mentiras que a la usanza nazista que al repetirse mil veces quiere convertirla en verdad como aquella en el que dice que los luchadores no son dirigentes sindicales y menos trabajadores por no tener registro en el
seguro social.
Es que como las mentiras tienen patas cortas, han quedado desenmascarados con las pruebas que han presentado sus organizaciones y familiares puesto que Reynaldo Cortes es miembro de la CTV Guárico, Gabriel Blanco es directivo de la Central Sindical ASI, Emilio Negrin es Presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores Tribunalicios, Alonso Melendez es directivo de los Trabajadores Pesqueros en Paraguaná, Néstor Astudillo es dirigente social y miembro de la comisión de formación de la Central ASI en los Valles del Tuy.
El otro aspecto es que no se les juzga por ser dirigentes sindicales sino sociales por estar inmersos en una conspiración que se iba a realizar el 5 de Julio de 2022, luego de asaltar un cuartel en Mérida y robarse los fusiles,
hechos que eran difícil de realizar porque cada uno fue apresado desde el 4 de Julio hasta el 7 en sitios distintos y distantes, uno en San Juan de los Morros, otro en Paraguaná, otro en los Valles del Tuy y dos en el Junquito. Lo cual evidentemente dificulta la posibilidad de actuar en conjunto si la operación era el 4 de Julio previo al desfile del 5 de Julio.
Esta última es la respuesta que le da el fiscal a la Comisión de Expertos de la ONU en materia de derechos humanos quienes en su análisis señalan que la condena de los 6 luchadores sociales constituye un «abuso crónico» de las leyes antiterroristas de Venezuela utilizada en contra de quienes defienden los derechos de los trabajadores y trabajadoras, expresando su profunda preocupación por la sentencia del 1 de agosto de 2023 que condena a estos seis sindicalistas y dirigentes sindicales venezolanos en virtud de las medidas de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y la Financiación del Terrorismo.
Esta respuesta no es otra que la del propio Estado que criminaliza la protesta y establece una persecusion contra los luchadores sociales y las organizaciones que se opongan a su política neoliberal, tal como ha acontecido con la intervención de la dirección del Partido Comunista de Venezuela, que ha sido entregada a unos militantes del PSUV, prosiguiendo con su acción intimidatoria y de terror para evitar que se produzcan las luchas por un cambio social en el país.
Es urgente establecer una unidad de todos los sectores venezolanos que enfrente estas medidas represivas y violatorias de los derechos democráticos, laborales y políticos de la población. Hoy es posible recordar aquella frase de Bertol Brecth: «Primero se llevaron a los judíos,pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó. Mas tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas,pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen por mi, pero es demasiado tarde»
De manera que esta situación hay que enfrentarla unitariamente para hacer retroceder estas medidad y empujar hacia un cambio hacia una Venezuela democrática y respetuosa de todos los pensamientos, sin persecución política y con una esperanza de prosperidad y bienestar que haga retornar a los
venezolanos.
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El Pepazo