Aprende a identificarlos. La enfermedad de Alzheimer es la enfermedad neurodegenerativa responsable del 50-70% de los casos de demencia en todo el mundo y que afecta a unos 50 millones de personas. A pesar de esto, el 42,94% de los españoles no saben cuáles son los primeros síntomas de la enfermedad
Joanna Guillén Valera
El Alzheimer es la enfermedad neurodegenerativa caracterizada por “la muerte acelerada de las neuronas del sistema nervioso”, explica a CuídatePlus David Pérez, jefe del Departamento de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid y patrono de la Fundación Alzheimer España. En función del tipo de neuronas que mueren se puede clasificar la enfermedad en Alzheimer leve, Alzheimer moderado o Alzheimer grave.
Por norma general, «las primeras que mueren son las que están relacionadas con la memorización, localizadas en el hipocampo, y esto se traduce en problemas para para codificar la memoria a corto plazo, por lo que olvidan lo de hoy pero no lo de hace años», explica. A medida que la pérdida se va extendiendo por el cerebro y afectando a otras áreas, los problemas cambian o aumentan. Así, por ejemplo, “puede afectar a la capacidad para orientarse o para expresarse correctamente”, informa Guillermo García Ribas, neurólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid, y miembro de la Sociedad Española de Neurología.
El Alzheimer es el responsable del 50-70% de los casos de demencia en todo el mundo y que afecta a unos 50 millones de personas. Solo en España, la Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que ya hay más de 800.000 personas que padecen esta enfermedad, sobre todo mayores de 65 años y mujeres (más de un 65% de los casos se detecta en este colectivo).
Según datos de la sociedad, el Alzheimer tiene una prevalencia que oscila entre un 5 y un 10% entre las personas que rondan los 65 años, una cifra que se duplica cada 5 años hasta alcanzar una prevalencia del 25-50% en la población mayor de 85 años. La edad no es la causa de la patología pero sí el principal factor de riesgo para padecerla. “Cuanta más edad, más probabilidades tenemos de sufrir impactos negativos”, señala García Ribas, que compara la vejez con el vino. “El vino madurado es mejor que el joven pero tiene más probabilidades de picarse por el paso del tiempo, por lo que hay que cuidarlo más y mejor”. Lo mismo ocurre con las personas. “La edad no es por sí sola el factor que hace que suframos esta enfermedad”, hay otros factores que influyen y que son igual o más importantes.
“No solo hay un factor determinante en la aparición de la patología”, señala el experto del Ramón y Cajal. De hecho, “en la mayoría de las personas, su aparición viene determinada por un conjunto de factores que hacen que haya una alteración degenerativa mayor y precoz en el cerebro”.
Según esto, además de la edad, informa Pérez, otros factores que pueden aumentar o disminuir las probabilidades de sufrir esta enfermedad serían:
- La predisposición genética: las personas que tienen antecedentes familiares de la enfermedad tienen un mayor riesgo de desarrollarla.
- El nivel cultural. A menor desarrollo intelectual, más probabilidades de desarrollar Alzheimer.
- No llevar una dieta mediterránea, que es protectora del cerebro y sus funciones.
- Tener diabetes.
- Tener hipertensión.
- No hacer ejercicio.
- La depresión
Ataca más a las mujeres
Según datos de la SEN, cada año se diagnostican en España unos 40.000 nuevos casos de Alzheimer y más de un 65% de ellos son mujeres. ¿Por qué? Como señala David Curto, director Médico y Calidad de Sanitas Mayores, “hay muchos estudios e hipótesis al respecto como que, al ser mayor la esperanza de vida en mujeres, pueden tener más riesgo de desarrollar la enfermedad o que los cambios hormonales que ocurren durante la menopausia pueden estar relacionados con un mayor riesgo en las mujeres”.
Por otro lado, informa, “también se han observado diferencias en cómo el cerebro procesa y acumula las proteínas beta-amiloide y tau en las mujeres en comparación con los hombres siendo estas proteínas dos de las principales características patológicas del alzhéimer”.
La realidad es que son todo hipótesis y que “a día de hoy no se conoce el por qué de este aumento en mujeres frente a los hombres”, señala Pérez.
Signos precoces de Alzheimer
¿Quién no ha olvidado la cartera, el móvil o la merienda de los niños en repetidas ocasiones? ¿quién no ha sufrido alguna vez un lapsus de memoria a la hora de pronunciar determinadas palabras? Este tipo de despistes es más habitual de lo que pensamos, sobre todo en la sociedad actual en la que vivimos donde el estrés y las prisas marcan el día a día.
Sin embargo y aunque cumplir años suele traer consigo cierta pérdida de memoria, cuando hablamos de la enfermedad de Alzheimer, hablamos de una enfermedad que va más allá de los pequeños despistes del día a día. Es una enfermedad caracterizada por cambios anormales en el cerebro que causan daño y pérdida progresiva de células cerebrales. Estos cambios, “con el tiempo, conducen a un deterioro cognitivo con una pérdida significativa de la memoria y otras funciones cerebrales, alterando la capacidad funcional y produciendo discapacidad y dependencia”, explican desde la SEN.
Entonces, ¿qué signos deben hacernos sospechar de que algo no va bien? Según el estudio La percepción de la población española sobre el alzhéimer, elaborado por Sanitas, el 42,94% de los españoles no saben cuáles son los primeros síntomas de la enfermedad. Como explica García Ribas, “no es fácil detectarla precozmente ya que la enfermedad se caracteriza por la pérdida de facultades a lo largo del tiempo, algo que va muy asociado con la edad y el envejecimiento”.
Aun así, hay signos que pueden alertarnos. Como apunta el jefe de Neurología del Hospital 12 de Octubre, “el síntoma más frecuente es la pérdida de memoria a corto plazo, con preservación de la memoria a largo plazo”. Los pacientes tienen dificultad para aprender nueva información y olvidan rápidamente lo que acaban de aprender. También es frecuente que hagan muchas veces las mismas preguntas y que olviden eventos o citas recientes.
Es importante prestar atención, sobre todo a “los olvidos persistentes, sobre todo a los que notan los demás pero no nosotros mismos”, destaca García Ribas. Según explica el neurólogo del Ramón y Cajal, “si notamos que olvidamos cosas con frecuencia pero los demás no, probablemente no estemos ante un caso de Alzheimer”. La diferencia está en la “persistencia” y en la “actitud” que la persona tiene cuando ocurren esas pérdidas de memoria. Muchos pacientes no son conscientes de su problema y niegan que les ocurra.
Además de este síntoma, Pérez informa que “existe un porcentaje de pacientes que debutan con otro tipo de síntomas y donde la pérdida de memoria no es llamativa”.
Así, otros signos de la enfermedad son:
- Errores al hablar o confundir las palabras.
- Afasias progresivas.
- Desorientación.
- Trastornos de conducta: apatía, irritabilidad, agitación, ideas delirantes.
- Desinterés por las cosas.
- Problemas para planificar y resolver problemas.
- Dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa, en el trabajo o en el tiempo libre.
En caso de sospecha o de experimentar síntomas cognitivos preocupantes, “es importante buscar atención médica rápidamente”, señala Curto.
El médico “realizará una evaluación inicial y puede recomendar pruebas adicionales, como pruebas cognitivas, análisis de sangre o imágenes cerebrales, para evaluar la función cognitiva y descartar otras posibles causas de los síntomas”.
No hay cura, pero sí medidas para enlentecer el progreso
Es cierto que no existe cura para la enfermedad. A lo largo del tiempo, se han desarrollado tratamientos y estrategias que ayudan a ralentizar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Como señala Curto:
- Existen medicamentos para el tratamiento de los síntomas del alzhéimer, que ayudan a mejorar la función cognitiva y la memoria en algunas personas, aunque su efectividad varía de un paciente a otro. Se utilizan para tratar los síntomas y no para revertir la enfermedad.
- La terapia cognitiva y la rehabilitación ayudan a las personas con Alzhéimer a mejorar su función cognitiva y aprender estrategias para lidiar con los desafíos diarios. Esto incluye ejercicios de memoria, entrenamiento en habilidades sociales y estrategias para la vida cotidiana.
- La actividad física regular, como caminar o nadar, tiene un efecto positivo en la función cerebral y puede ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad.
- Mantener una dieta equilibrada y saludable es importante para el bienestar general y la salud cerebral.
El tratamiento de una persona diagnosticada con esta patología “generalmente implica una combinación de estos enfoques, adaptados a las necesidades individuales del paciente”, informa Curto. La atención médica continua y el seguimiento “son esenciales para ajustar el tratamiento y brindar el mejor cuidado posible a la persona afectada”.
Cómo prevenir el Alzheimer
En cuanto a las medidas de prevención de la enfermedad, es importante tener en cuenta que no existe una garantía absoluta de que siguiendo estos consejos no vamos a desarrollar la enfermedad, ya que el Alzheimer “puede estar influenciado por factores genéticos y otros factores que no se pueden controlar completamente”, señala Curto.
Sin embargo, sí es posible reducir las probabilidades con una serie de consejos como “adoptar un estilo de vida saludable, mantener una buena salud cardiovascular, estimular la mente, controlar el estrés o mantener una buena rutina de sueño, contribuye a reducir el riesgo y mejorar la salud general del cerebro y el cuerpo”, apunta el médico.
Como señala Pérez, “en los últimos diez años se ha visto que fomentar hábitos de vida saludables previenen la aparición de la enfermedad de Alzheimer”. Así, existen mecanismos que nos hacen más resistentes y que pueden ayudarnos a mantener nuestra reserva cognitiva”. Algunos ejemplos son “mantener el ejercicio moderado a lo largo de la vida, tener un peso adecuado (sin obesidad o sobrepeso), controlar la hipertensión arterial y llevar una dieta sana con elevado consumo de frutas, verduras, frutos secos y aceite de oliva”.
Como destaca Pérez, “nunca es tarde para cuidarse y es que se ha visto que, incluso con un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer, el ejercicio físico y la dieta ayudan a enaltecer el curso de la enfermedad”.
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