Silvestre Ovalles
Amazonas – Venezuela
Los procesos de transformación social tienen dinámica propia, es la realidad en la que está inmersa la clase trabajadora y conciencia de ella, la que establece la velocidad con la que se dará la transformación en cuestión. No se puede construir una nueva sociedad sin cambiar por completo el sistema qué impera sobre ella.
Los cambios de sistema son complejos, todo sistema está diseñado para funcionar de manera recursiva entre los elementos que lo componen. Se retroalimentan, haciendo que el sistema siga andando por sus propios medios. Entonces cuando hablamos de sistemas en las ciencias económicas, sociales o políticas, debemos tener la claridad de que se va a generar una crisis en el sistema, el cual activará todos sus mecanismos de protección y su comportamiento frente a la iniciativa de cambio será defensivo y agresivo.
El Reformismo no quiere cambiar el sistema, para no tener que combatir; el reformismo quiere maquillar, cambiar la estética, hacer concesiones graduales a la clase trabajadora, siempre y cuando estas no afecten a quienes de verdad concentran el poder y sostienen el status quo.
Venezuela eligió el camino de la Revolución Bolivariana, la construcción del socialismo de la mano de la clase trabajadora. Cuando hablamos de Revolución, hablamos de ciclos históricos de alta velocidad. Hablamos de cambios profundos, de cambiar el sistema por un diseño colectivo de equidad y de justicia.
El Reformismo vendrá a negar la lucha de clases, a menospreciar los cambios que han constituido conquistas históricas, para tratar de revertirlos; buscará ralentizar a la Revolución, porque en medio de la crisis, un reformista consiguió acomodo para su beneficio personal o de su grupo.
El Reformismo está adelantado, tiene muchos recursos y elementos para el combate. La munición de los revolucionarios ha de ser la conciencia, la conciencia de clases, de la lucha, de la realidad; solo teniendo esa claridad podemos garantizar que nuestro proceso sea revolucionario. No basta con predicar el cambio de sistema, hay que trabajar a diario y en conjunto por la construcción de lo nuevo.
El otro combate fundamental es en el ámbito cultural, es ahí donde se contrarresta la guerra cognitiva y se avanza en la conciencia hacia el desarrollo integral de la identidad Patria. El reformista alimenta el clientelismo cultural, lleva a los cultores a «adornar» sus eventos, pero les niega lo fundamental para que avancen en su ámbito de acción social.
La Vanguardia no puede ser reformista, eso sería el ejemplo más vivo de aquella contradicción a la que se refirió Allende. Es la juventud la que debe echar a andar la construcción del nuevo sistema, la que le dará la velocidad y la energía la qué va a derrotar al reformista. Y la garantía qué de que eso sea así es dedicar todos nuestros esfuerzos a la formación de los nuevos cuadros, de la cantera del partido; a su desarrollo cultural. Si queremos construir el estado Ecosocialista y el mundo multipolar, debemos seguir EDUCANDO A LA VANGUARDIA.
Lo nuevo se construye con lo nuevo: «Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.»
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo