«Morochito» Rodríguez asistió con su mamá a una velada boxística a ver a sus compañeros que habían dado el salto al profesional. Ya el campeón olómpico había sido tentado por empresarios avariciosos. Cuentan que fue un programa sangriento Ante la dantesca escena, su madre, luego de llorar muchísimo, afianzó su posición en contra de esa salvajada que acababa de presenciar, y le dijo al cumanés: “Tú no vas a ser profesional”.
Luis Carlucho Martín
Al dejarnos el Gabo, Gabriel García Márquez, nos dimos a la tarea de repasar sus obras y algunas entrevistas que le hicieran en reconocimiento a su genialidad.
Se nos viene a la memoria una en la que el nativo de Aracataca dijo más o menos que todo cuento es una ficción, pero que toda ficción nace de una realidad.
Por ello contamos esta anécdota, sobre nuestro primer medallista dorado en juegos olímpicos, Francisco Morochito Rodríguez, nuestro amigo, a quien siempre le agradeceremos ese su triunfo.
Sucede que el flamante campeón olímpico de México 68, como muchos otros de su entorno, por ser atractivos para la industria que genera mucho dinero a costa de sus sacrificios, sus puños, sus triunfos y sus derrotas, en esos días comienza a ser tentado por varios empresarios avariciosos, que lo quieren colocar en el deporte rentado.
Él, confiado en que esa noche habría una gran cartelera y que todo pintaría color de rosas, invita a su señora madre, quien accede y lo acompaña a ver a varios de sus amigos y ex compañeros de la selección nacional.
Pero las cosas no salieron según lo previsto, sino según la vida, que no falla. Salió la realidad. El boxeo profesional es muy distinto al amateur. En el primero privan los derechos de los mánagers, inversionistas y empresas y de último si acaso el pugilista; mientras que en el otro aún hay algo de romanticismo, entrega y, a veces, se trata de proteger al deportista.
Cuentan que fue un programa sangriento de principio a fin. Dicen que a cada pelea terminada esa noche, la impresionada madre del Morochito se iba preocupando más…al final, todos sus amigos fueron salvajemente derrotados.
Ante la dantesca escena, su madre, luego de llorar muchísimo, afianzó su posición en contra de esa salvajada que acababa de presenciar, y le dijo al cumanés: “Tú no vas a ser profesional”.
Quién sabe a dónde hubiese llegado la carrera de Francisco Brito -su nombre de pila-, si da ese salto que nunca dio.
Ese capítulo desconocido, porque jamás existió, se lo dejamos al imaginario de la ficción…
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