Silvestre Ovalles
Amazonas – Venezuela
La generosidad espontánea muchas veces es vista con ojeriza, desconfianza y hasta con envidia. En un mundo infectado por el capitalismo, que invierte grandes sumas de dinero, en implantar conceptos favorables a sus intereses en el imaginario colectivo: la generosidad y solidaridad son actitudes pendejas.
Cuando alguno en su cruzada de vida, decide aportar al debate alguna idea o concepto; o simplemente se adhiere a una idea razonablemente planteada, por alguien más ducho en el tema; y se percibe que esta idea atenta contra el status quo dominante; quien no está preparado, o por alguna razón está predispuesto a responder por responder, más que a razonar; de inmediato se siente agredido u ofendido; asumiendo posiciones viscerales, a tal punto de ser capaz de negar el sol a pleno mediodía.
Lo peor es cuando surgen las solidaridades automáticas y se diluyen en todo tipo de argumentos, apelando a la incorporación de otros temas para negar la simpleza del agua, la calidez del sol, o cualquier otra verdad científica; huyendo hacia adelante, aduciendo que: «Siempre se ha dicho de tal o cual manera.» Un revolucionario no puede tener conceptos rígidos, eso es una contradicción en sí misma.
Tenemos una deuda teórica dentro de la Revolución Bolivariana, originada por la dinámica política en esta situación de guerra multiforme, y por la praxis del tareismo político. Ramón Grossfoguel, investigador de origen puertorriqueño; parte del concepto de decolonialidad para plantear la necesidad de resignificar conceptos. Igualmente Anibal Quijano, planeaba rutas para la descolonización, partiendo de esta misma necesidad. En Venezuela incluso se han dado importantes avances en este sentido, pero muy segregados, urge un mayor esfuerzo en la producción intelectual revolucionaria.
El pueblo está preparado para elaborar y descubrir conceptos propios, pero hay resistencia de algunos cuántos y un vacío documental enorme; fallas en los métodos para recoletar los datos y sistematizar estas verdades, estos nuevos significados; y por supuesto las fuerzas del capital girando en forma contraria a la dinámica de los pueblos. Quienes defienden posturas tradicionalistas en las ciencias sociales, le hacen el juego al capitalismo.
Plantear cualquier cambio de concepto o planteamiento teórico muy arraigado, puede generar incluso el hecho de ser etiquetados de narcisistas; pero hay que ser coherente y no acomodaticio, no se puede ser revolucionario a medias; aunque tampoco se trata de imponer una verdad o cambiar abruptamente una verdad por otra, porque finalmente la voz del pueblo es la voz de dios; se trata entonces de ayudar a descubrir y construir los nuevos conceptos, generar ese constructo social, por medio de la dialéctica política.
La vanguardia es el germen fundamental en la lucha por los nuevos significados y el diseño de los códigos de comunicación; para, a corto plazo, lograr derribar todo el esquema conceptual que sostiene el sistema de dominación imperial. Mi consejo: sean humildes y estudien, investiguen y cuestionen de manera científica; el modo de hacer las cosas, no repitan patrones, no se dejen tragar con el cuento de que todo está escrito, conserven la rebeldía del revolucionario lejos de lo visceral, de lo reaccionario.
Aporten, construyan; si son atacados o confrontados en alguna idea, malinterpretados en su generosidad; no sientan jamás que le están dando las perlas a los cochinos; no, defiendan su aporte, sean objetivos, no se diluyan del tema en discusión. Hay quienes tienen ya el sol en la espalda y se comportan como cascarrabias; no se manchen de eso, controlen el ego y avancen, pero sobretodo juventud: saquen a la revolución adelante. Nosotros seguiremos por aquí con esta humilde velita, tratando de encender el gran fuego de la verdad y la razón. Por aquí andamos EDUCANDO A LA VANGUARDIA.
El Pepazo