Fue un noble caballero que destacó siempre por su sonrisa y respeto ante todo. Se caracterizó por su trato amable y como un padre para todos los peloteritos, tanto así que es imperecedero el amor que todos en el movimiento y en el beisbol menor le profesan y que hoy lloran a gritos su partida terrenal.
Hebert Colina M.
Honda tristeza causa la muerte de Don Sabas Alvarado, la última leyenda del Beisbol Menor de Venezuela, un gran autodidacta y formador de innumerables generaciones de jugadores, muchos de ellos firmados al profesional y con brillo en las Grandes Ligas.
Sabas, a quien conocimos de toda la vida, fue un noble caballero que destacó siempre por su sonrisa y respeto ante todo. Se caracterizó por su trato amable y como un padre para todos los peloteritos, tanto así que es imperecedero el amor que todos en el movimiento y en el beisbol menor le profesan y que hoy lloran a gritos su partida terrenal.
Fue siempre un amado profesor en el circuito Coquivacoa donde fue un enseña ejemplar y ganó, no solo campeonatos de la liga, sino el cariño y el respeto de jugadores, directivos y padres y representantes.
No había en el él una palabra hostil ni en sus peores momentos, la educación y el respeto fueron siempre su bandera y en ese sentido se granjeó las mas grandes amistades, dentro y fuera del terreno de juego.
Viajó en muchas selecciones de equipos representantes de Venezuela en la categoría infantil a Latinoamericanos y a Mundiales y allá destacó siempre, como también en campeonatos de la categoría federado en muchos países del mundo donde hoy también lloran su partida.
Era tal el amor profesado a las Pequeñas Ligas que en el circuito Coquivacoa fundó junto a su hermano Celso la Escuelita de Beisbol Hermanos Alvarado donde enseñaba a los más pequeñines, las técnicas y el amor por el beisbol.
Aún lo recordamos como el manager campeón de Zulia en el Nacional Infantil celebrado en el año 99 en la Pequeña Liga San Francisco donde Sabas dictó cátedra como estratega de la categoría y destacó por su donde de gente dentro y fuera del campo.
Se despidió esta Leyenda del Beisbol Menor de Venezuela en silencio, una jugada artera de la vida, pero siempre recordaremos su gran presencia, sus sabios consejos, sus orientaciones, pero, sobre todo, su gran humildad, esa que le granjeó los mejores comentarios hoy, mañana y siempre.
No es un adiós, amigo Sabas, es un hasta luego…
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