León Magno Montiel
@leonmagnom
Quien iba a imaginar que el diminuto bebé que naciera el 7 de diciembre de 1934 del vientre de una mujer de raigambre maya, llamada Juana Canché, llegaría a ser unos de los más grandes compositores de habla hispana.
Fue en la península de Yucatán al sureste de México, donde nació el genial Armando Manzanero Canché. Un hombre con rostro indiano, con una estutura de 1.55 metros y una sonrisa permanente, y se erigió como un inmortal de la música romántica.
A los 8 años comenzó a ejecutar instrumentos de cuerdas, luego el piano, instrumento que lo acompañó toda su vida.
Inspirado por su padre Santiago, quien fue director-fundador de la Orquesta Yucaltepén, un hombre bohemio y trovador que recorrió todos los EEUU y México entero con su guitarra, como buen hijo, se hizo músico.
Su padre era un artista y un seductor, a quién el pequeño Armando seguía ciegamente por esos días, lo admiraba y lo amaba.
Juana su madre era bailarina de danzas típicas, quien amó a Santiago Manzanero con total entrega hasta morir.
En alguna entrevista Armando confesó:
«Mi padre no merecía tanto amor de mi madre».
Armando Manzanero Canché comenzó a estudiar música formalmente en la escuela de Bellas Artes de Mérida, al egresar se marchó a Ciudad de México, allí comenzó su andadura por la música comercial, los estudios de grabación, los escenarios del mundo. Ahí se sembró Armando, en la gran megalópolis que se llamó Tenochtitlán, dondo frutos hasta morir.
En 1950 Manzanero realizó su primera grabación, en 1956 entró al sello CBS como director musical.
El pequeño duende yucateco fue un afortunado heredero del puente musical que representaba la península de Yucatán con la isla de Cuba, con sus boleros, con su feeling y su trova milenaria. Esa zona representaba una fuente de alquimia musical.
En 1967 explotó su talento con su celebérrimo álbum «Adoro» con su sello RCA, un estelar cantautor, con impactantes temas, 12 en total, entre otros:
Somos novios
Esta tarde vi llover
Adoro
Contigo aprendí.
No
Aquel señor
Así el cantautor mexicano comenzó a ser interpretado por estrellas como:
Frank Sinatra, Elvis Presly, Andrea Bocelli, Plácido Domingo, Pablo Alborán, Miguel Bosé, Rocío Durcal, Rosario, Tania Libertad, el chileno Lucho Gatica con quien realizó varías giras.
Felipe Pirela le grabó 12 de sus boleros con bigband y allí nació el seudónimo «El bolerista de América» para el tímido maracucho.
Fue su intérprete Chucho Avellanet, Alejandro Sanz, Francisco Céspedes, Cristina Aguilera y Celia Cruz.
Gracias a la guarachera mayor Celia, él ganó el Festival de Miami con su canción «Cuando estoy contigo» en 1978.
También grabaron sus canciones el brasileño Roberto Carlos, la chilena Myriam Hernández en 1998 y el armenio-francés Charles Aznavourd.
En 1990 publicó su álbum «Mis 26 grandes boleros», temas que cada uno ha sido grabado en 8 idiomas, con mas de 1000 versiones.
El cantautor yucateco solo tenía 56 años de edad en ese momento y era una celebridad mundial.
Rompió arquetipos, porque era un artista étnico, bajito, de voz frágil: un Jackie Robinson #42 de la música romántica, entonces dominada por galanes, que a la vez, eran estrellas del cine y TV.
Uno de sus logros más significativos de Manzanero fue el ser productor de los álbumes ROMANCES I y II de su paisano Luis Miguel.
En 1991 estos dos mexicanos unidos por Verónica Castro en su show de TV, lograron ventas de 10 millones de copias, llenaron todos los escenarios.
En el tercer romance participó solo como compositor. En total el crooner Luis Miguel le grabó 7 canciones inmortales, generaron jugosas regalías y lo relanzaron como autor.
En paralelo a su primavera artística romancera, Armando tuvo cinco matrimonios que le dieron 7 hijos. Tuvo esposas bellas, mujeres importantes, que lo acompañaron en su larga vida. Llegó a conocer 17 nietos.
El pequeño duende mexicano en una ocasión afirmó:
«Jamás he ganado un solo peso fuera de la música. Solo música he hecho a lo largo de mi vida».
Refirmaba su admiración por Pancho Villa y repetía la frase del caudillo libertario de Durango:
» Yo no tengo amigos pendejos, ni mujeres feas».
Armando Manzanero llegó a presidir la Sociedad de Autores de México en 2011, ganando duras batallas por los derechos de autor de sus colegas aztecas.
Al final de su vida, con una esposa 35 años menor que él y 25 cm más alta que él, con una fortuna obtenida por su composiciones y conciertos, afirmó de forma solemne:
«Yo estoy regalado de Dios», refiriéndose a los dones y fortuna recibida en su longeva trayectoria.
En diciembre de 2020 se despidió el maestro del romance, el diminuto pianista indiano que conquistó el corazón de toda América y buena parte de Europa.
Gabriel García Márquez dijo:
«No hay felicidad más pura, que la felicidad de cantar».
Quizá eso explique la eterna sonrisa de Manzanero, su sempiterna felicidad.
Su deceseso se produjo por complicaciones relacionadas con el letal virus Covid-19. Sus exquias fueron modestas por el protocolo que obligaba la pandemia mundial.
En ocasión de su partida física, el cantautor español Alejandro Sanz confesó su pena por la muerte del compositor y dijo:
» Yo tuve el honor de grabarle su tema Adoro».
Una periodista le preguntó al madrileño:
Pero tu no sueles grabar temas de otros autores, ¿Por qué aceptaste grabar?
Y Sanz le respondió:
«Porque yo estaba ante el mejor compositor de habla hispana, por eso lo hice».
Manzanero Canché pertenece a santísima trinidad de los compositores mexicanos, la que conforman:
1.- Armando Manzanero.
2.- Agustín Lara.
3.- José Alfredo Jiménez.
Cada uno es un cosmos de clásicos musicales, son los autores más versionados, son la trilogía infaltable del romancero mexicano.
Sin duda; Manzanero es el número uno de todos los tiempos en un país musical por excelencia: México lindo y querido.
Por años se escucharán las canciones del retuco duende maya: Armando.
Se escucharán en diversas lenguas, siempre su poesía anidará en los corazones sedientos de amor, sin importar las edades, ni la geografía.
El Pepazo