Leonardo Núñez Martínez
En en el medio rural es vital, necesario y casi imprescindible contar con buenos vecinos y en en el medio urbano también, porque los fundos, granjas, parcelas, materas, residencias, comercios, industrias y todos los establecimientos en pueblos y ciudades se auxilian con quienes comparten un mismo espacio físico, más aún si son contiguos, es decir, si están situados justo al lado.
La circunstancia de ser vecinos genera afectos particulares por esa condición sociable de los seres humanos, que le dan un trato especial a quienes sólo un lindero, pared o cerca los separan. Entre ellos se producen contactos, auxilios, intercambios y tratamiento de asuntos comunes que solo posibilita la vecindad.
¿Cuántas situaciones de emergencia se han abordado y resuelto con el apoyo de un buen vecino?, ¿Cuánta reciprocidad se manifiesta entre vecinos responsables, agradecidos y solidarios?. Tener vecinos favorece y si son buenos constituyen una ventaja. Solo ascetas individualistas y espíritus solitarios descartan la relación con los vecinos. En cualquier momento sentirán la necesidad de acercarse, ayudarse o asumir riesgos comunes.
Afortunadamente, la cultura popular venezolana registra el buen trato entre los vecinos y nuestra tradición evoca la historia y cultivo de las relaciones de vecindad. Entre vecinos nos hicimos amigos, compañeros, coyuntas, socios, acompañantes y hasta nos enamoramos. Mi madre cultivó el amor a los vecinos y el mejor plátano, dulce casero o plato de mondongo fue muchas veces para ellos.
En Perijá y en todos los municipios zulianos, los caminos, linderos cuadras y «manzanas» han sido escenarios para la solidaridad entre vecinos que tejieron una relación especialísima y cooperativa en la producción agraria y en el convivir de las comunidades urbanas. Esas relaciones afectuosas de vecindad se registra igualmente entre los pueblos contiguos, ciudades, municipios y estados de toda la organización territorial del país. Más allá, los países vecinos se han beneficiado de nuestra vocación de ser «un buen vecino». A ninguno le hemos usurpado territorio, lo hemos mortificado o le hemos tratado como «plaga»o enemigo.
Hasta hoy, la hostilidad de la oligarquía colombiana y sus gobiernos contra Venezuela, el «esquilmo» que han hecho en nuestra frontera, el comercio ilegal, tráfico de drogas y la exportación del terrorismo han convertido nuestras relaciones en ejemplo de lo que es «un mal vecino». Han sido más fuertes los compromisos con quienes en el mapa mundi se ubican más lejos, son distintos en el idioma, cultura, origen y destino, es decir, con los yankees.
¿Será que el Capitalismo rebasa las cercanías naturales, construye mercenarios que «cazan» peleas entre países hermanos y vecinos, fomenta el odio y la codicia hacia las riquezas del otro y acaba con la ventaja que significa marchar juntos como los buenos vecinos?. ¡Qué desperdicio! solo por favorecer de paso a otros que, como los gringos, no saben nada o muy poco de relaciones entre vecinos.
Esperamos que, con Gustavo Petro y Francia Márquez, Colombia deje atrás el papel que ha tenido siempre de ser un «mal vecino».
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo