Tras el terremoto, se cuentan más de 3.600 muertos. Socorristas y civiles escarbaban entre pedazos de concreto y electrodomésticos, quitando toneladas de escombros con las manos para encontrar a quienes quedaron atrapados
Socorristas y civiles escarbaban el lunes entre pedazos de concreto y electrodomésticos, quitando toneladas de escombros con las manos para encontrar a sobrevivientes atrapados por un devastador terremoto.
“¿Alguien puede escucharme?”, gritaban los rescatistas mientras llevaban a cabo su búsqueda en la provincia de Kahramanmaras, el epicentro del sismo. En algunos lugares del sureste de Turquía se podían oír gritos que provenían de abajo de los edificios derrumbados.
Las labores de rescate se llevaban a cabo en momentos en que la oscuridad, la lluvia y el frío envolvían a las regiones de Turquía y Siria que quedaron devastadas por el terremoto de 7,8, y por otro de gran magnitud que remeció el lugar horas más tarde. Al menos 3.400 personas han muerto y los civiles se sumaron a los socorristas en sus esfuerzos desesperados en toda Turquía y Siria.
En otra parte de la provincia de Kahramanmaras, los socorristas sacaron con vida a dos niños de entre los escombros. Uno fue recostado en una camilla sobre el suelo nevado. Los rescatistas pedían silencio a la multitud que trataba de ayudar con el fin de escuchar a los sobrevivientes y localizarlos.
En Adana, alrededor de 20 personas, algunas de ellas con chaquetas de servicios de emergencia, utilizaron sierras eléctricas en la parte superior de las pilas de concreto para abrir espacio que permitiera a los sobrevivientes salir o que fueran rescatados. Más tarde se sumaron las excavadoras que trabajaban entre los escombros a la luz de grandes lámparas.
Miles de elementos de búsqueda y rescate, bomberos y paramédicos participaban en las labores en 10 provincias, así como unos 3.500 soldados. Los habitantes levantaban concreto y desenterraban a personas que escuchaban gritando debajo de los edificios. Las réplicas complicaban los trabajos de rescate.
Aviones ambulancia de las fuerzas armadas turcas transportaban a los heridos a hospitales de Estambul y Ankara, informó el Ministerio de Defensa. Rescatistas de todo el país trataban de movilizarse a las provincias afectadas en medio de intensas lluvias y nevadas. Pero muchos en Hatay declararon que no contaban con ayuda suficiente y expresaron preocupación sobre la extensa destrucción y las personas atrapadas en ella.
En Siria, un hombre cargaba el cuerpo de una niña muerta junto a los escombros de un edificio de dos pisos. Él y una mujer colocaron a la niña en el suelo bajo un cobertor para protegerla de la lluvia, la envolvieron en una frazada y voltearon abrumados a ver el edificio que se había venido abajo.
Un funcionario de la autoridad para el manejo de desastres de Turquía señaló que se ha rescatado a 7.840 personas en 10 provincias. El funcionario, Orhan Tatar, añadió que 5.606 edificios habían colapsado.
Señaló también que las afectaciones abarcaban una gran zona y había lugares de difícil acceso, pero que para la noche del lunes ya se había designado cuadrillas de rescate a todos los derrumbes.
Tras el terremoto, se cuentan más de 3.600 muertos. Socorristas y civiles escarbaban entre pedazos de concreto y electrodomésticos, quitando toneladas de escombros con las manos para encontrar a quienes quedaron atrapados
Socorristas y civiles escarbaban el lunes entre pedazos de concreto y electrodomésticos, quitando toneladas de escombros con las manos para encontrar a sobrevivientes atrapados por un devastador terremoto.
“¿Alguien puede escucharme?”, gritaban los rescatistas mientras llevaban a cabo su búsqueda en la provincia de Kahramanmaras, el epicentro del sismo. En algunos lugares del sureste de Turquía se podían oír gritos que provenían de abajo de los edificios derrumbados.
Las labores de rescate se llevaban a cabo en momentos en que la oscuridad, la lluvia y el frío envolvían a las regiones de Turquía y Siria que quedaron devastadas por el terremoto de 7,8, y por otro de gran magnitud que remeció el lugar horas más tarde. Al menos 3.400 personas han muerto y los civiles se sumaron a los socorristas en sus esfuerzos desesperados en toda Turquía y Siria.
En otra parte de la provincia de Kahramanmaras, los socorristas sacaron con vida a dos niños de entre los escombros. Uno fue recostado en una camilla sobre el suelo nevado. Los rescatistas pedían silencio a la multitud que trataba de ayudar con el fin de escuchar a los sobrevivientes y localizarlos.
En Adana, alrededor de 20 personas, algunas de ellas con chaquetas de servicios de emergencia, utilizaron sierras eléctricas en la parte superior de las pilas de concreto para abrir espacio que permitiera a los sobrevivientes salir o que fueran rescatados. Más tarde se sumaron las excavadoras que trabajaban entre los escombros a la luz de grandes lámparas.
Miles de elementos de búsqueda y rescate, bomberos y paramédicos participaban en las labores en 10 provincias, así como unos 3.500 soldados. Los habitantes levantaban concreto y desenterraban a personas que escuchaban gritando debajo de los edificios. Las réplicas complicaban los trabajos de rescate.
Aviones ambulancia de las fuerzas armadas turcas transportaban a los heridos a hospitales de Estambul y Ankara, informó el Ministerio de Defensa. Rescatistas de todo el país trataban de movilizarse a las provincias afectadas en medio de intensas lluvias y nevadas. Pero muchos en Hatay declararon que no contaban con ayuda suficiente y expresaron preocupación sobre la extensa destrucción y las personas atrapadas en ella.
En Siria, un hombre cargaba el cuerpo de una niña muerta junto a los escombros de un edificio de dos pisos. Él y una mujer colocaron a la niña en el suelo bajo un cobertor para protegerla de la lluvia, la envolvieron en una frazada y voltearon abrumados a ver el edificio que se había venido abajo.
Un funcionario de la autoridad para el manejo de desastres de Turquía señaló que se ha rescatado a 7.840 personas en 10 provincias. El funcionario, Orhan Tatar, añadió que 5.606 edificios habían colapsado.
Señaló también que las afectaciones abarcaban una gran zona y había lugares de difícil acceso, pero que para la noche del lunes ya se había designado cuadrillas de rescate a todos los derrumbes.