Dra. Desireé Parra
@desireeparraf.
Cuando hablamos de seguridad vial, se habla de todo tipo de especificaciones, que surgen de normas que indican a los usuarios de una vía pública, la forma correcta y segura de transitar a través de ellas, con la finalidad de evitar accidentes. Suele pasar en la actualidad, cuando se va por las calles y son incontables las veces en las que nos damos cuenta de aquellas “maracuchadas” que de vez en cuando se cometían, pero ya pasan de ser de una a un millón de veces.
Si bien es cierto, que esas situaciones nos hacen saber que estamos ante una sociedad anárquica y que tras el volante esos personajes son los dueños y señores de las vías. Se puede observar que ahora no solo son vehículos particulares, sino que se suman a ellos vehículos oficiales, los que transitan en sentido contrario o realizando unas que otras “maracuchadas”. También se han visto desatendiendo las señales de los semáforos, las motocicletas pueden transitar en las aceras y hasta hacen malabares en las islas para probar el cilindraje de sus caballos de acero.
Todo esto es el claro reflejo de un desorden social, donde no existe control y mucho menos el respeto al peatón. Ya no deberían existir los semáforos, pues estos pasaron a ser parte del ornamento de la ciudad y las demarcaciones grafitis viales. ¿Qué necesitamos como ciudadanos? ¡Necesitamos supervisión, control,
organización y multas, sí señor, Multas! Como ciudadanos, debemos ser sancionados de alguna manera por no acatar el estricto cumplimiento de las leyes de tránsito y el orden vial.
¿Y de qué manera se logra? Con multas, es la única manera de que todo vuelva a ser como antes, el conductor aviva el sentido de pertenencia, se convierte de inmediato en un conductor responsable, donde no debe manejar mientras usa el teléfono móvil celular, donde no se puede ingerir bebidas
alcohólicas, donde no exceda el kilometraje establecido, un ciudadano que respete las leyes, donde pueda notarse el civismo y el control.
En lo particular prefiero que se eleven las cifras de multas y no de accidentes de tránsito, donde se cumplan las normas a cabalidad, de esa manera rescatamos los valores y el respeto hacia los demás, volvamos a ser ejemplo en la calle.
Tomemos conciencia de las consecuencias y de lo que es posible lograr siendo un buen ciudadano.
El Pepazo