De repente Messi se echó la mano a la parte de atrás de la pierna izquierda. Cuentan que en ese mismo instante se produjo un temblor a miles de kilómetros de Qatar, con epicentro en Rosario, y que en cuestión de segundos decenas de miles de argentinos mostraron su disposición a prestar una extremidad inferior al 10 de su selección. Falsa alarma, en todo caso. O una señal, vaya usted a saber, porque de tal cuita salió el vendaval del combinado de Scaloni, anunciando lo que vendría a partir de un disparo de Enzo que buscaba la esquina para encontrar la mano de Livakovic.
Y es que el fútbol se desencadena desde lo inesperado. Como Croacia no perdía la cara estaba circulando la semifinal por la media hora con aparente equilibrio… pero diez minutos después parecía decidida. Y de hecho lo estaba. Medió para ello el cuarto penalti del campeonato señalado a favor de Argentina y a mayor gloria de Messi, lo certificó una galopada de Julián Álvarez tan encomiable que los propios defensas de Croacia optaron por aplaudirla antes que por entorpecerla. Así que vayamos por partes en el que fue tramo decisivo…
Porque en el origen del primer gol hay un evidente córner para la selección balcánica que Orsato convirtió en saque de puerta por arte de birlibirloque. A partir de ahí se sucedieron las desgracias croatas: un error en el control cuando Modric pudo frenar la acción rival, un terrible agujero en el centro de la zaga que permitió a Enzo habilitar a Julián y una salida de Livakovic en la que el del silbato decidió que el guardameta atropellaba mientras parte del personal pensaba que era atropellado. Ajeno a tales disquisiciones, Messi la incrustó desde el punto.
Y del lance salió una Croacia noqueada que enseguida permitió la contra del segundo. Julián la enganchó en su propio campo, lo cual añade mérito a una acción bien conducida y definida, pero en la que Juranovic primero y Sosa después se comportaron de forma indigna respecto al escenario y lo que había en juego. Que no se puede defender peor volvió a exhibirlo la posibilidad de un tercero antes aún del entreacto, cuando Mac Allister cabeceó completamente solo un saque de esquina para que Livakovic volviera a exhibirse. En la única que tuvo Croacia, por lo demás, Pasalic había partido en fuera de juego. Fue lo último que hizo.
Y es que, después de haber arrancado con el mismo once que ante Brasil en cuartos, a la fuerza ahorcan, Dalic aprovechó la reanudación para envidar con Vlasic y Orsic directamente y con Petkovic muy poco después. Scaloni había vuelto a dejar su sello en el de la albiceleste, desestimando esa curiosa tendencia que considera sospechosos a los seleccionadores que toman decisiones. Igual que en cuartos se había guarecido con tres centrales, en semifinales reforzó la medular con Paredes para dibujar un 4-4-2. En el banco volvía a quedarse Di María, cuyas molestias físicas han abierto un abanico de posibilidades convenientemente aprovechado por el técnico.
Argentina ha crecido de forma exponencial a lo largo del campeonato, hasta el punto de que aquella derrota ante Arabia pareciera pertenecer a la prehistoria. Lo ha hecho ofensiva y defensivamente, además. En el primer caso abrazada al de siempre, claro, pero también al aire fresco que aportaron Enzo y Julián. En el segundo, a un ejercicio colectivo que en el segundo acto mantuvo a raya el dominio balcánico. Puerta a cero para el Dibu, tan locuaz como buen portero. Scaloni, por si acaso, reclamó a Lisandro para fortificarse, aunque la opción del primer acierto croata siempre estuvo por debajo de la del tercero argentino.
Por increíble que hubiera podido sonar un rato antes, más de 20 minutos se jugaron a beneficio de inventario, aprovechando incluso Scaloni para conceder minutos a los muchachos que hasta ahora no se habían estrenado, léanse primero Dybala, después Foyth y Angelito Correa. Fue sustituido a modo de homenaje Modric, pero Messi seguía allí. Y seguiría hasta el final. Si tenía algún problema, definitivamente no lo parecía. A 90 (o 120) de ser campeón del mundo. Andá a jugar la final, Leo. Un planeta te está mirando.