52 años se cumplen hoy de su juego perfecto. Debe ser reconocido entre los personajes destacados de la cultura deportiva cumanesa y nacional. Otros dos lanzadores también lograron la hazaña, aunque con menos resonancia en los medios de comunicación.
Luis Carlucho Martín
CNP 7365
Con la experiencia y el recorrido que lo autoriza para hablar sobre su pasión, la pelota, Armando Bastardo –uno de tres pitchers que oficialmente han lanzado juego perfecto en Venezuela–, expresa sus añoranzas y sus quereres por aquel beisbol romántico, consciente de la evolución de cada disciplina deportiva. Y nadie, ni siquiera él, puede proyectar su posición actual si hubiese dado el salto al profesional…
Cada 23 de septiembre cumple años esa hazaña en el bien catalogado beisbol AA venezolano. El lanzador derecho, protagonista principal, aún rememora y se traslada a aquella noche de jueves para revivir el histórico episodio desde el montículo del estadio Chato Candela, que ese día de 1971 –hace 52 añitos– se estaba reinaugurando en el marco del Campeonato “Baltazar Requena” en el cual se disputó la Copa XXVIII Aniversario del club Urbanos.
Al concluir aquella inédita jornada, de la que sobreviven unos pocos, la pizarra indicaba MOP 5- Urbanos 0.
La historia –muy poco difundida– reseña que dos lanzadores también lograron juegos perfectos, aunque con menos resonancia en los medios de comunicación. En Maracaibo, «El Sordo» Silvino Ruiz –refuerzo cubano– del Concordia de la primera división de Caracas, en jornada inmaculada le metió 3-0 al Pastora, el 18 de noviembre de 1.933. Y el otro perfecto se lo adjudicó «El Mocho» Gustavo García del Locomotora de La Guaira, el 19 de abril de 1952, en el campeonato AA contra Intendencia Naval, cuyo pitcher, Emilio Silva, cargó con la derrota 5-0… según reseña la página 104 de la obra «Venezuela, olimpismo y sociedad», autoría del periodista Orlando Lara y quien esto escribe.
Pelota 100%
Jamás sospecharon sus padres, el churuguarero Martín Rivas y la cumanesa Ada Bastardo, que su segundo vástago, nacido de manos de doña María –una de las parteras más solicitadas de la cuna del Abel de América–, sería un talentoso pelotero que lograría semejante hazaña.
Bastardo llegó al beisbol en Cumaná –tierra tradicionalmente de boxeadores–, gracias a los pasos iniciales de su único hermano Juan (+) como destacado tercera base, de quien aprendió disciplina, tesón, constancia y amor por el uniforme.
“Recuerdo que me ponía sus spikes y sus gorras, que me quedaban grandes. Lo imitaba y mira dónde llegué. Además, admiraba a los peloteros del equipo de Anzoátegui: Tairo Aguilera (primera base), Douglas Márquez (cátcher), los pitchers cumaneses Aurelio Arenas y Julio Zerpa.
Indica que Francisco «La Manca» López (CF) –que junto a William Troconis y Tadeo «Zurdo» Flores, víctimas esa vez de sus indescifrables lanzamientos, fueron integrantes del equipo campeón de los III Juegos Panamericanos en Chicago 1959, que hasta ahora han ganado la única dorada criolla en ese torneo.
El diestro, activo aún en la caimanera semanal del estadio Universitario de Caracas (instituida desde 1962 por Ernesto González, Jesús «Chucho» Morales y Pedro Montes, que se jugaba los miércoles en honor al desaparecido pelotero-ingeniero Elmiro Reyes), mantiene desde hace casi 10 años, junto a otros amigos deportistas en situación de retiro, la Fundación Caimanera Bloque 41, en su nueva casa adoptiva del «23 de Enero», donde semanalmente entra en play junto a sus compañeros veteranos, además que lidera las actividades y clínicas de formación con niños de la zona F, de La Planicie y de la UCV, totalmente gratis.
Explora su memoria
Con impresionante facilidad chequea las alforjas del recuerdo y relata: “El estadio estaba lleno ese día, aunque sentía un silencio cómplice, tanto en las gradas como en el dogaut. Yo no sabía lo que estaba logrando. No fue sino hasta el primer out del octavo inning cuando mi segunda base, Luis Maldonado, se arrojó de cabeza entre la raya del rigthfield y la primera base, y logró estupenda atrapada que provocó el grito del inicialista Emilio “Ratón” Vargas: ‘Le salvaste el juego perfecto. Vamos, que falta poco’. Ahí aumentó mi adrenalina. Comencé a entender lo que se avecinaba. Me fajé. Seguí dominador hasta que el umpire principal, Félix Meléndez (padre del conocido periodista deportivo Rafael “Parapara” García –Últimas Noticias–, quien junto a Julio Barazarte –El Mundo– fueron los únicos en cubrir aquella hazaña), diera por concluido el encuentro y decretara el juego perfecto”, cuenta visiblemente emocionado el derecho cumanés.
Aquel no fue cualquier encuentro, porque enfrentó a rivales de tradición y de garra. Él, Bastardo, era el pítcher estelar del Ministerio de Obras Públicas (M.O.P. -Zona 10) y le correspondió dominar a la dura novena de Urbanos, donde resaltaban los peligrosos bates de Eleazar Brizuela, Freddy Deyón y William Troconis, entre otros.
Fue crucial la ayuda ofensiva de su jardinero izquierdo y tercer bate, Oscar Rivas, quien al conectar de 4-3 con un par de vuelacercas le daba ventaja importante.
Mucho tuvo que ver también la experiencia del sexto bate, el veterano receptor de El Guarataro, Antonio Pinto, quién bateó de 3-2. “Me ayudó a controlar los nervios y a dominar a los peligrosos rivales”, dijo.
Fueron determinantes también los guantes del shorstop Silvio Flores y del tercera base Julio Vásquez. Agarraron cinco rolings cada uno y completaron 10 outs en primera base que cubría «Ratón» Vargas, quien con los otros rodados completó 15 asistencias. A ello le sumamos cinco ponches y dos out que hizo solo el lanzador. (“Uno de esos outs fue un toque de bola en el mismo primer inning”, recuerda). Son 22 puestos fuera. Agregamos el out salvador en el octavo inning detrás de primera base y los otros cuatro fueron flys fáciles a los jardines, donde había un gran equipo defensivo: Uno atrapó el centerfield Rafael Gamero, uno el rigthfield Pedro Hernández y dos Oscar Rivas en el izquierdo.
Nadie me saca del juego perfecto
El momento crucial llegó con el out 27 que decretó el umpire de la inicial Gualberto Acosta: “Luego de un roling peligroso pegado por la raya de tercera, que requirió la buena defensa y disparo impecable a la inicial por parte del antesalista guaireño Julio Vásquez, se completó el out. Así quedó fuera de acción el emergente Tadeo Zurdo Flores (quien era un excelente pitcher y peligrosísimo bateador). Allí pudimos celebrar. Aunque yo aún estaba en otro plano. No entendía la trascendencia de aquel memorable episodio”, relata mientras recuerda que los otros árbitros del histórico juego fueron Fernando Díaz (2B) y Carlos González (3B). Y Alberto Fuentes fue el anotador oficial de aquel juego que en apenas 2 horas y cinco minutos inmortalizó a Armando Bastardo.
A manera de anécdota, el nativo de oriente cuenta que en plena celebración se le acercó el popular Gualberto Acosta –posterior ícono de la Liga Profesional– y le dijo con una sonrisa muy marcada: “Tranquilo que si tu tercera base hubiese tirado mal y el hombre llegaba quieto, yo le iba a meter el out de todas maneras, porque a mí nadie me iba a sacar de este juego perfecto” (risas).
Ojalá así hubiese pensado, aunque fuese en bromas, el innombrado Jim Joyce, quien en 2010 dañó la hazaña de otro Armando cumanés, Armando Galarraga de los Tigres de Detroit. No obstante, atesorado en todos los rincones del anecdotario beisbolístico venezolano queda registrado que el criollo, compañero de Miguel Cabrera, lanzó un atípico juego perfecto de 28 outs en el supuesto mejor –pero injusto– beisbol del mundo, las Grandes Ligas.
Las carreras
Los comentarios generales acerca de esa jornada del 23 de septiembre de 1971, en el Chato Candela, acreditaban el triunfo de los dirigidos de Pelayo Chacón a la magistral combinación de rectas, cambios y curvas de Bastardo, con los que neurtralizó toda orden del mánager de Urbanos, «El Zamurito» Nicolás Berbesía (buen exlanzador del Magallanes).
Los del MOP madrugaron los envíos del zurdo de Urbanos, Rubén Illas, y en el mismo primer inning le hicieron una carrera. El abridor –a la postre perdedor del encuentro–, se sostuvo por 4 innings y dos tercios en los que enfrentó a 19 bateadores, de los cuales ponchó a tres, otorgó dos boletos y permitió 6 hits con los que le fabricaron 4 carreras limpias (3 en la entrada que no pudo completar). Fue relevado por el también siniestro Julián Torres, quien en labor de 3 y un tercio enfrentó a 11 toleteros, de los cuales ponchó a dos, pero le sacaron una base por bolas, le conectaron 3 hits y le hicieron una carrera limpia en el octavo tramo.
Los Armando
Hoy, el destacado derecho, agradece infinitamente a su primer mánager (desde preinfantil hasta juvenil en los equipos Catedral, 19 de abril y Colegio San Vicente Paúl) Armando Parra. También da gracias a sus guías, los hermanos Armando y Pelayo Chacón, quienes orientaron su carrera hasta el equipo AA del MOP.
Curiosidad: Armando, su mánager de iniciación; Armando su mánager de llegada al doble A; Armando quien casi logra la hazaña en grandes ligas y Armando él, el pionero criollo del dominio monticular y uno de los tres juegos perfectos en la historia de nuestro prestigioso beisbol amateur.
Bastardo cuenta que de las lecturas y de las enseñanzas del beisbol, “aprendí que ser pitcher significa ser dominador de todo el juego. El eje. Un 80% depende de mi control, el otro 20% es del equipo. Por eso me hice pitcher y creo que logré el cometido. Me hice dominador”, dice casi inducido debido a su alta dosis de humildad.
Relata además, que el espíritu de superación inyectado desde el hogar y sus ganas de ir más allá, le presentaron en el camino la carrera de topografía para su desempeño profesional, para lo cual debía estudiar en Caracas.
Además, surgió la convocatoria que le hiciera su mánager Armando Chacón para formar parte del cuerpo de lanzadores del MOP, cuya sede estaba en la capital. Por ello emprendió el viaje.
“Mezclé estudios y beisbol. Vivía en una residencia estudiantil en el callejón Machado de El Paraíso, donde pagaba 500 bolívares mensuales por las tres comidas y el alojamiento. Estaba becado por el entonces presidente Rafael Caldera. Con apenas 19 años de edad ya tenía independencia y responsabilidades con el estudio, con el deporte y conmigo. Vi la teoría en la Academia Americana y la práctica se hacía con los ingenieros en la UCV. Todo ese roce me sirvió además para madurar otros aspectos de la vida”, asegura.
Añoranzas y querencias
De inmediato aflora otro recuerdo deportivo: “Ese beisbol era muy distinto al de hoy día. Creo que la mística estaba por encima de todo. Una vez, en unos juegos nacionales en Yaracuy, lancé 17 innings contra el Zulia. El juego iba cero a cero y se suspendió por lluvia. Quería ganarlo”, evoca como queriendo repetir la ocasión y agrega que “este beisbol moderno es más estratégico, sacan mucho a los pitchers, dicen que para cuidarlos más, para que se mantengan más sanos; eso está bien, no los critico, pero aquí estoy sano, gracias a Dios y a mis 74 años (28 de junio) sigo activo en caimaneras”, expone con dejos de cándido sarcasmo.
Aconseja, a las nuevas generaciones, estudiar y acompañarse siempre con actividades complementarias como el deporte o la cultura, con la disciplina y el sacrificio como bandera para lograr cualquier objetivo.
“Eso me sirvió para triunfar en mi carrera como deportista, como profesional y lo mejor, como papá, porque todos mis hijos Armando, Luis, Jorge, Rosa y Sikiú, ya son profesionales y gente de bien. Ese es un gran logro”, asegura henchido de orgullo.
Aquel año, 1971, representó al país en los Centroamericanos de Puerto Rico aunque no completó la selección para los Bolivarianos de Cali debido a los compromisos que suponían su debut como joven padre. Luego regresó a la selección donde lanzó siempre victorioso hasta su salida en 1974.
En el doble A jugó además del MOP (69 al 72), con el Banco Industrial de Venezuela BIV (72 al 76), bajo el mandato técnico de su ya conocido Armando Chacón. Allí fue, además de pitcher estrella, el cuarto bate, y compartió con peloteros de la talla de Henry Casanova, Antonio Córdova, Bernardo Filardi y Carlos Urriola.
Un grande con humildad
Los reportes indican que además fue muy destacado con el bate, al punto de que en juvenil preferían que se transformara en un castigador ofensivo, pero su afán por el dominio absoluto del juego lo llevó a erigirse como ese gran lanzador que aún es y que no se fue al profesional, “porque nosotros recibíamos 2 mil bolívares mensuales mientras que los profesionales comenzaban con 750 bolívares, y debíamos garantizar el sustento. Además, nos daban chance de estudiar y jugar pelota”, contó.
Aunque no dio el paso al beisbol rentado, sin dudas, abrió senderos que fueron seguidos por el otro perfecto Félix Hernández (2012) y los no hitters Wilson Álvarez (1991), Aníbal Sánchez (2006), Carlos Zambrano (2008), Armando Galarraga (perfecto desde el punto de vista sentimental para los venezolanos, 2010), Johan Santana (2012), Hénderson Álvarez (2013)…y los que faltan.
Ahora, beneficiario de la –paupérrima– beca como «Gloria del deporte», agradece las atenciones y pide una revisión de los aspectos sociales, ya que considera que como él sigue demostrándolo, siempre se puede más…
La historia que ha escrito con sus lanzamientos este ciudadano ejemplar bien le puede valer su inclusión oficial, en portales como Wikipedia y otros de las redes sociales, entre los personajes destacados del deporte y la cultura de Cumaná, para acompañar en esa lista de honor a la Sirena Cumanesa, la folclorista María Rodríguez, los grandeligas Armando Galarraga, Ramón Hernández y Rafael Betancourt, el nadador Francisco «Tiburón» Sánchez, el ex DT vinotinto César Farías, el entrenador Ely Montes o los boxeadores Pedro y Antonio Gómez, Alfredo Marcano, Antonio Esparragoza y el medallista de oro olímpico Francisco «Morochito» Rodríguez.
Por eso hoy, 23 de septiembre, debe ser un día de fiesta nacional del deporte criollo.
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El Pepazo