Pocas figuras más mediáticas existen en el deporte actual que Caitlin Clark. La prodigio de Iowa está ya, con pocos partidos en la WNBA, entre las mejores jugadoras del mundo. Firma números fuera de categoría. Y su figura trasciende tanto en lo positivo como en lo negativo, algo así como el primer LeBron James. Su talento, descaro y estilo genera todo tipo de actitudes. Muchas relacionadas con el odio y el racismo, algo que enfurece a otras referencias del deporte de la canasta.
LeBron James fue uno de los primeros. «El que no esté con ella no tiene ni idea», dijo. Y más tajantes son dos de los opinadores de cabecera del baloncesto americano, Charles Barkley y Shaquille O’Neal. El odio hacia Clark es la explicación sobre la que justifican lo que ocurre con la base de Des Moines.
«Chicas… no podréis joder a Caitlin Clark», contó ‘Chuck’ en referencia a las jugadoras de la WNBA. «Soy fan de la liga y no le haréis nada malo ni aunque lo intentéis», añade, mientras analiza el problema de la envidia. «Si tuviésemos un grupo con gente en una sala e intentasen diseñar un plan maestro, no igualarían a Clark. La chica es increíble. Todos los ojos que trae desde la universidad a las profesionales genera envidia. Y te preguntas: `¿Pero qué está pasando?'», relató al podcast de Bill Simmons.
Hay mucha envidia. Y existe la envidia profesiona. Yo envidio profesionalmente a Steph Curry… ¡Gana 60 millones!
Su figura, por focos encima y voces, seguirá creciendo. A la par que sus números. Promedia 19,2 puntos por partido, con 5,8 rebotes y 8,5 asistencias. En su último partido anotó 26 ante Atlanta y suma cinco sin bajar de 20 por choque.
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El Pepazo/Marca