Los tumores de orofaringe son los más frecuentes en el grupo de los cánceres de cabeza y cuello. El consumo de tabaco, de alcohol y la exposición al virus del papiloma humano son los principales factores de riesgo. El diagnóstico temprano es clave para modificar su pronóstico. Sin embargo, no es sencillo por la inespecificidad de los síntomas y la carencia de herramientas de cribado.
Covadonga Díaz
Cada año se registran en España unos 12.000 casos nuevos de tumores de cabeza y cuello, que son aquellos que se localizan por debajo de la base el cráneo y por encima de las clavículas, según explica Ricard Mesía, médico oncólogo especialista en Cáncer de Cabeza y Cuello en el Instituto Catalán de Oncología (ICO) y presidente de la Fundación Española de Tratamiento de Tumores de Cabeza y Cuello (TTCC). El 27 de julio es el Día Mundial del cáncer de cabeza y cuello.
En este grupo de tumores se incluyen los que afectan a la faringe, la laringe, la cavidad oral, la nariz y los senos paranasales, así como a las glándulas salivales. Los más frecuentes son los cánceres de orofaringe.
El dato positivo es que un 98% de estos tumores podrían prevenirse con acciones como:
Evitar:
- El tabaco.
- El alcohol.
- La contaminación.
Asegurar:
- Vacunación contra el virus del papiloma humano.
- Cuidar la salud bucodental.
Papel del tabaquismo
El consumo de tabaco y de alcohol son dos factores de riesgo muy importantes, que propician la aparición de determinados tumores en la garganta y en la laringe e hipofaringe, es decir, la parte inferior de la faringe, según explica Mesía. De hecho, suponen el 70% de los cánceres de cabeza y cuello, según advierte este especialista.
Acción del virus del papiloma humano
Por su parte, el virus del papiloma humano es responsable de la mitad de los tumores de la orofaringe, que es la parte media de la faringe, por lo que los expertos insisten en la importancia de la vacunación frente a este virus, tanto en hombres como en mujeres, una medida con la que se podrían evitar hasta el 95% de los tumores.
El del papiloma humano es un virus oncoproliferativo, cuya infección crónica puede inducir la producción de tumores cuando el organismo no es capaz de eliminarlo y el resultado es que «se acantona en ciertas zonas ricas en tejido linfático» pudiendo producir unos 10 o 20 años después un tumor.
Qué es la orofaringe
La orofaringe, situada detrás de la cavidad oral, desde la base de la lengua, es la zona desde la que desplazamos el bolo alimenticio cuando tragamos, y donde también están las amígdalas y la úvula, explica Mesía. «La orofaringe es la única zona demostrada en la que el virus tiene capacidad de producir un tumor, aunque pueda estar en otras zonas de la faringe y la laringe así como de la cavidad oral, indica este especialista.
Esta zona es rica en tejido linfoide que hace de barrera de defensa cuando se produce una infección «y evita que se transmita más allá. A veces no se consigue y se produce una inflamación crónica que puede derivar en un tumor 10 o 15 años después». El periodo de latencia es aún desconocido y de hecho se han descrito latencias incluso mayores.
Mesía explica que los casos vinculados al consumo de tabaco han disminuido en los últimos años, en relación con las campañas para conseguir el abandono de este hábito. Sin embargo, están aumentando los vinculados a la acción del virus del papiloma humano y se prevé que su incidencia vaya a incrementarse aún más en los últimos años, según explica Alex Sistiaga, jefe de sección de Oncología de Otorrinolaringología del Hospital Donostia y vicepresidente de la Fundación Española de Tratamiento de Tumores de Cabeza y Cuello.
Importancia de la vacunación frente al VPH
No obstante, se espera que las campañas de vacunación frente al virus del papiloma humano den buenos resultados. Esta acción está incluida en los calendarios de vacunación en el caso de las adolescentes ya desde hace años y desde el año pasado está recogida también para los adolescentes varones.
Para que esta vacuna sea efectiva debe ser administrada antes del inicio de las relaciones sexuales, por eso suele administrarse en torno a los 11, 12 o 13 años. De los 12.000 casos de tumores de cabeza y cuello que se registran cada año en España se calcula que unos 3.000 están vinculados con la acción del virus del papiloma humano.
El tumor más frecuente ligado al VPH es el carcinoma cervical, seguido del carcinoma anal y el de pene.
La contaminación también juega un papel en los tumores de cabeza y cuello, ya que se ha demostrado que las personas que residen en grandes ciudades tienen más riesgo de desarrollar estos tumores que las que viven en zonas rurales.
Síntomas iniciales del cáncer de cabeza y cuello
La dificultad para sospechar el diagnóstico de este tipo de tumores es que los síntomas son inespecíficos y pueden ser confundidos con otro tipo de cuadros más frecuentes y banales, según explica Alex Sistiaga.
- Uno de los síntomas clave que puede hacer pensar en un posible tumor de orofaringe es un dolor de cuello al tragar que persiste durante 15 días o más, indica Sistiaga.
- En el caso de la laringe el principal signo de sospecha es afonía o disfonía que se mantiene más allá de un mes, especialmente en fumadores.
- Respecto a tumores de la cavidad oral, la aparición de úlceras que no curan es un síntoma de sospecha. Los expertos destacan la importancia de mantener una buena higiene bucal para disminuir la incidencia de este tipo de tumores, para evitar acúmulos de comida en pequeñas fisuras que pueden dar lugar a inflamación y con el paso del tiempo a un tumor, así como un estado adecuado de la salud de la boca.
Y es que los carcinomas de la cavidad oral están relacionados con las protrusiones dentales, que pueden causar inflamaciones crónicas en la mucosa de la boca. “Estas asperezas pueden causar roces continuos, por lo que se deben limar para evitar cáncer en la cavidad oral. Para ello, debe acudirse al dentista al menos una vez al año e, idealmente, cada seis meses. Y cepillarse los dientes y usar hilo dental a diario para eliminar los fragmentos de comida entre los dientes, que pueden causar inflamación de las encías”, recomienda el oncólogo Ricard Mesía.
Dificultad del diagnóstico por carencia de cribado
Otra de las dificultades en el diagnóstico del cáncer de cabeza y cuello es la no existencia de un cribado, como sucede por ejemplo en los cánceres de mama o de colon, señala el doctor Sistiaga. En este sentido, Mesía advierte que las pacientes que desarrollan un tumor de cuello de útero que no tengan un adecuado seguimiento ginecológico tienen más riesgo de tener un tumor en la orofaringe.
Avances en inmunoterapia
En lo que al abordaje de los tumores de cabeza y cuello se refiere en los últimos años se han producido avances tanto en la cirugía como en la radioterapia, y particularmente en el campo de la inmunoterapia, para estimular el sistema inmune del paciente, de modo que sean sus propias defensas las que eliminen los tumores, y a la vez «potenciar los efectos de la cirugía y/o la radioterapia o favorecer un tratamiento posterior», señala Sistiaga.
Tumores en áreas muy visibles con funcionalidades importantes
Este experto destaca la particularidad añadida que presentan este tipo de tumores por estar situados en un área muy visible de la anatomía, vinculada además a funcionalidades tan importantes como respirar, tragar o hablar, lo que evidencia las repercusiones que puede acarrear cualquier acción quirúrgica en esta zona.
No obstante, con los avances conseguidos en los últimos años las cirugías son menos agresivas, «con abordajes transorales que evitan intervenciones a través del cuello y de cicatrices. La radioterapia conformacional incide mucho más en el tumor y menos en los tejidos vecinos, por lo que se reduce mucho la toxicidad. Y el continuo desarrollo de la inmunoterapia está logrando, con nuevos tratamientos, aumentar la supervivencia”, destaca el doctor Mesía.
La medicina personalizada puede proporcionar también avances en los próximos años, según explica Alex Sistiaga, sobre todo, a partir de escalas de puntuación que combinen la disposición de marcadores moleculares con otros factores como edad, estado general del paciente y otras comorbilidades que permitan identificar con más precisión qué pacientes se van a beneficiar más y mejor de cada tratamiento.
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