Hoy, 25 de julio, en un nuevo aniversario de la fundación de la capital venezolana, vayan algunas nota para la capital del país…
Luis Carlucho Martín
Wikipedia es una referencia, pero nada confiable, y lo demuestra con el error cometido en torno al nombre de Caracas. Afirma ese portal, entre otras cosas, que “el nombre Caracas proviene de la tribu que habitaba uno de los valles costeros contiguos a la actual ciudad”. Tesis esta que fue desmontada hace mucho tiempo por diversos conocedores de la historia e historiografía de la venezolanidad. Entre ellos, Francisco Herrera Luque, quien en su obra La historia fabulada indica que “jamás hubo una tribu con tal nombre. Había teques, mariches, toromainas; pero caracas no. Por extensión pudo dársele el nombre de indios caracas a los que ocupaban el territorio que ya recibía tal nombre”.
Es más, coinciden los eruditos en la materia que es muy difícil una tesis única y comprobable acerca de la etimología del término. Casi todos los estudiosos de Caracas atribuyen el origen del nombre de la capital a “una flor que los indígenas llamaban caraca, que abundaba en el valle donde hoy está la ciudad”. Algunos afirmaban que se trataba de una hierba o bledo. ¿Es flor o es hierba? Al respecto, el doctor en Biología de la UPEL, Efraín Moreno, aclara que “esta flor, en verdad una hierba, también llamada localmente “pira”, es el conocido amaranto, que tiene un significativo valor nutricional”, lo cual resulta una valiosa información proteica pero no histórica.
Otros creen que el nombre Caracas pudiera derivar de carraca, como se llamaban los viejos barcos o galeones, que posiblemente encallaron en las costas litoralenses que formaban parte del territorio capitalino.
Una teoría que explica que los nombres se relacionaban en oportunidades con la actividad desarrollada en determinadas zonas, por lo que Caracas también pudiera provenir de zaraza, una especie de fibra vegetal para fabricar telas. El mismo Herrera Luque agrega, con relación a ello, que “en aquellos tiempos, ambos nombres se escribían igual, salvo dos vírgulas en las “c” que le daban el sonido de “s”.
Escritores como Harold Sarracino afirman que “Caracas era una bruja caníbal a la que los españoles consiguieron asando el tronco desarticulado de un niño… y le dio el nombre a la empalizada que hoy es ciudad, que (en turco) significa mujer de cara negra… muerta por los conquistadores, echada viva en una hoguera porque así se penaba la brujería”. Todo en clara referencia a lo maltratado que ha sido este bondadoso reducto y su capacidad de recuperarse mágicamente de tantas tropelías. Por ello, la advertencia de que esa vieja bruja y su dinámica podrían acabar por devorarnos a todos. Mosca pues.
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