«El madrileño se impone en una carrera plagada de emociones, por delante de Pérez y Hamilton. Quinto puesto para Alonso»
Este domingo en Silverstone, con 142.000 personas en las tribunas, bien merece la gloria para Carlos Sainz. Este GP de Gran Bretaña, un carrusel de emociones y golpes de efecto, ya pertenece en exclusiva al piloto de Ferrari. Fue su primera victoria en la F1. Y la primera en casi una década para el automovilismo español. Este 3 de julio de 2022 se esculpirá en moldes dorados para Carlos. Y el champán del podio, en compañía de Sergio Pérez y Lewis Hamilton, ya no lo olvidará jamás.
Necesitó esa pizca de suerte, gracias a un safety car desencadenado por Esteban Ocon. Siempre hay que contar con ese empujoncito de la fortuna, pero el resto lo puso Carlos, que había partido desde la pole y superado varias situaciones de grave compromiso. Suyo fue un enrabietado adelantamiento ante Charles Leclerc en la vuelta 42 a falta de nueve para la bandera a cuadros. Entonces montaba con neumáticos blandos y más jóvenes. Había pasado el trance decisivo y ya nada le detendría. El epílogo de un domingo fabuloso.
Fernando Alonso, por su parte, quebró el récord de Kimi Raikkonen y ya es el piloto con más vueltas en toda la historia de la F1. Aún pudo sacar algo más de juego el bicampeón en ese remate frente a Leclerc, Hamilton y Pérez. Sin embargo, la potencia de Alpine aún queda a años luz de los favoritos. El quinto puesto, en un domingo sin demasiados sobresaltos, supone una recompensa a su regularidad.
Max minimiza daños
El séptimo de Max Verstappen, por contra, frena en seco la racha de Red Bull, tiránico dominador desde que el Mundial regresó de Australia. Un contratiempo mecánico, cuando aún no se había traspasado el ecuador, relegó al vigente campeón. En cualquier caso, aún puede darse por satisfecho Mad Max, que sólo cede seis puntos frente a Leclerc, cuarto clasificado. El líder salvó el pellejo y bien puede dar gracias al cielo Christian Horner.
Se daba por hecho que, en el plano estratégico, el jefe de Red Bull jugaría a paso cambiado con los Ferrari. Pero la elección inicial por los neumáticos blandos para Verstappen pilló por sorpresa incluso a los ingenieros de Pirelli. Salía el campeón al ataque ante Sainz, que traccionó mucho peor, perdiendo el liderato antes de la primera curva.
Al menos, la bandera roja derivada del espeluznante vuelco de Gunayu Zhou otorgó una segunda oportunidad a Sainz, que dispuso de casi una hora para recuperar el aliento y recomponer el ánimo. El director de carrera había restablecido las posiciones iniciales, así que tocaba defender de nuevo el liderato. Por mucho que Verstappen montase el compuesto medio, su agresividad seguía intacta.
Gran ritmo de Hamilton
Sainz supo apartarle hacia un rincón, resistiendo como un valiente durante tres curvas, mientras Leclerc se batía ante Sergio Pérez, poniendo en juego su alerón delantero. Pocos hubieran imaginado en ese momento el torbellino que sobrevolaría sobre el garaje de Ferrari. Una lucha intestina que no dejó en buen lugar a Leclerc.
Todo se desencadenó tras un error de Sainz en la décima vuelta. A la salida de Chapel, la última de las enlazadas, el español dejó camino libre a Verstappen, que tres giros más tarde debió pasar por el garaje a reparar un pinchazo. Siendo grave, se terminó torciendo sin remedio para el neerlandés, víctima de una avería que le hizo caer a la octava posición, tras la estela de Alonso.
Por delante, Leclerc acechaba sin remedio a Sainz, con un ojo en el retrovisor, por donde surgía Hamilton. Era un atajo de nervios el monegasco, descontrolado en sus mensajes. «¿Qué necesito hacer? Me estoy jodiendo la carrera», clamó a su ingeniero de pista, en referencia al tapón que encontraba a su paso. Mientras, el heptacampeón clavaba sus vueltas rápidas.
A Carlos empezaron a exigirle un ritmo mínimo. En caso de no cumplirlo, todo se enturbiaría aún más, así que en la vuelta 20, le llamaron para cambiar su calzado. Un neumático duro con multitud de interrogantes, dado que Ferrari no pudo probarlo en los libres del viernes. Sin la ayuda del DRS, los cronos de Leclerc ya no parecían tan gran cosa. Él seguía con la mosca tras la oreja con Hamilton, encendido ante su fiel hinchada.
Cuando apretó de firme el monegasco, al regreso de su paso por el garaje, en la vuelta 25, ya se veía ganador. Especialmente tras quitarse de encima a Sainz con una sencilla maniobra en la vuelta 30. Contaba con un colchón de cuatro segundos, pese a arrastrar daños en su alerón delantero. Entonces, la avería de Ocon dio el vuelco que tantas otras veces había merecido Carlos. Silverstone, el trazado donde en 2010 redondeó su primer podio en monoplazas y donde en 2013 se sentó por vez primera en un F1, fue otra vez mágico para él.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo/El Mundo España