Leonardo Núñez Martínez
Cuando hay mala situación, escasea la comida o el presupuesto familiar no alcanza, tenemos “la troja alta”, así decimos en Perijá, en todo el campo zuliano y en los barrios pobres de las ciudades. No sé si en otros lugares del país utilizan una expresión similar. Con esta metáfora nos imaginamos las dificultades que atraviesa un hogar para proveerse de recursos que cubran las necesidades de alimentación, servicios, educación, vestido y otros gastos necesarios para un buen vivir.
Las «trojas» son muebles rústicos de madera de un solo piso o varios, donde se prepara comida, se coloca el molino manual, se lavan corotos y las pailas y olletas se ponen boca abajo. Es una mesa que sirve de resguardo ante los perros, cochinos, gallinas, patos y pollos «patieros». En ella reposan platos, totumas y hasta granos y condimentos del día.
Para mi tío Tulio, la existencia de «trojas» simbolizaba presencia, perseverancia, trabajo, vida en un “fundo” o incipiente “matera”. «Trojas» y perros han sido siempre el punto de referencia de una parcela atendida, decía el menor de los Núñez. Los viejos perijaneros las construían con sus propias manos y las ubicaban fuera del “rancho” y cerca del “fogón”.
Por excepción, otras trojas servían para “escurrir” el queso, guardar granos, plátanos, yuca y hasta comer en ellas. Si se rodeaba de “taburetes” fungía como mesón con café hervido, totumas y “pocillos”.
Eufemísticamente, en una “posesión” rural donde tenían la “troja bajita” había abundancia o se trataba de un lugar donde los recursos para el mantenimiento y desarrollo alcanzaban o eran accesibles. En contraste, el montuno que tenía “la troja alta” sufría las vicisitudes, carencias y “cortedad” propias de la gente pobre.
La inflación inducida, la agresión extranjera, el ataque a nuestra moneda, los bajos salarios, el agotamiento del modelo rentístico petrolero y el predominio aún del Capitalismo, han llevado a la mayoría de los venezolanos a tener “la troja alta”. Los alimentos siguen siendo caros y los ingresos familiares no alcanzan. Nunca habíamos tenido una «troja» tan alta como la de ahora, siendo un lugar común decir que todavía vivimos la peor crisis de nuestra historia.
La troja sigue “bajita” para los ricos de abolengo y privilegiados de siempre, los que han construido monopolios, “chulean” al Estado y a la vez conspiran contra él; para quienes se han enriquecido con la corrupción y torpedean el progreso social; para los hipócritas que tienen muchas «trojas» aunque no saben cómo construirlas.
Seguimos soportando “la troja alta” y de duelo aún por el asesinato de Jorge Rodríguez hace 47 años decimos con él: ¡Perseveraremos, no nos derrotarán, triunfaremos!
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo