Empate sin goles ante una Costa Rica que se dedicó a defender los 90 minutos. La pentacampeona del mundo perdonó demasiado y acabó pagándolo
Brasil empezó con el pie izquierdo esta Copa América 2024. La última gran favorita en debutar se pegó de frente contra un muro en su estreno en California ante una Costa Rica que protagonizó un tremendo papel de superviviente ante las embestidas de un rival falto de puntería y que, en condiciones normales, se habría ido de la batalla con dos o tres goles en la mochila.
Con ganas de dejar allanado el camino desde el inicio, la Seleçao empezó tan eléctrica y con la verticalidad por bandera que acabó degenerando en un manojo de nervios, protestas y golpetazos de frente ante el muro costarricense. Con Rodrygo ejerciendo una gran labor de falso 9 y Raphinha acaparando los focos desde la derecha, los chicos de Dorival llegaban y llegaban pero no había manera.
Los ticos tenían clarísimo el plan, tanto que renunciaron por completo a pisar la otra mitad del terreno de juego. Era jugársela, sí, pero no había otra fórmula para una selección renovada y sin apenas partidos de experiencia en grandes citas entre sus hombres. Sin embargo, la más clara de Brasil llegó a la media hora y fue a balón parado. Colgó Raphinha desde el costado izquierdo una falta, prolongó Rodrygo con el hombro y la empujó a gol Marquinhos en el segundo palo. Para su desgracia, y tras casi tres minutos de revisión en el VAR, la punta de su bota le delató y la tecnología dijo que aquello no era válido.
Así llegó al descanso la nueve veces campeona de América. Con Paquetá creciendo desde la sala de máquinas, con Raphinha y Rodrygo teniendo las mejores y con Vinicius desaparecido, voluntarioso pero cayendo en la precipitación una y otra vez cuando asomaba por el área de Sequeira.
La energía de Savinho no fue suficiente
Tras el paso por vestuarios, el guion fue el mismo, como era de esperar. Brasil achuchando, Costa Rica defendiendo… y sí, el final fue el mismo. Nada de nada y un marcador que no se movería. Y, ojo, no sería por falta de ganas de los de amarillo, que vieron cómo de nuevo Rodrygo, tras un taconazo tremendo de Vinicius, y Paquetá, con un zurdazo al poste y luego otro que atajó el guardameta, perdonaban la vida a los de Gustavo Alfaro.
Un revulsivo que tampoco pudo con el muro costarricense pero que da una pizca de esperanza a su país, consciente de que ya apenas tiene margen de error tras un tropiezo inesperado pero que, ni mucho menos, es definitivo. No sería la primera -ni la última- selección en empezar un gran torneo pinchando y acabar campeonando. Queda mucho hasta el 14/7… y Brasil tiene bazas de sobra para hacer grandes cosas.
El Pepazo/Marca