Tristes guerras
Si no es amor la empresa
Tristes, tristes
Tristes armas
Si no son las palabras
Tristes, tristes
Tristes hombres
Si no mueren de amores
Tristes, tristes
Miguel Hernández
KINTUN WINGKULCHE
Mapuche Comunista
Hace unos días la Misión Internacional Independiente de las Naciones Unidas entregó un documento contundente, sobre las graves violaciones de derechos humanos que ocurren en Venezuela. Se dice y demuestra con testigos y sobrevivientes las formas de torturas realizadas, así como también se identifican a varios torturadores. Se da cuenta de varias casas clandestinas de detención, con direcciones aproximadas, pero fáciles de identificar. A ellas se llevarían a personas que han sido secuestradas sin orden de ningún tribunal, siendo sometidas a tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Los torturadores, son personas con alto índice de maldad. No les importa ninguna ideología.
Solo son verdugos que se regocijan con el dolor de sus víctimas. Recuerdo cuando la niebla militarista cubrió el extremo Sur del continente. Expertos brasileros eran los más nombrados por los sobrevivientes, de Argentina y Chile. Era famosa la Escuela de Las América, donde se graduaban de verdugos modernos.
Me imagino que las materias del curso serían: Submarino, introducir a la víctima de cabeza en agua nauseabunda por muchos minutos; Aplicación de electricidad sin que la víctima muera; Casco de bolsa plástico roseada con insecticida, luego cubrir totalmente la cabeza del prisionero y calcular sacarla antes de que muera. Sacar uñas de pies y manos; Quebrar las costillas con un bate de béisbol. Para graduarse, seguramente, deberían pasar por el examen de como violar prisioneros, hombres y mujeres usando un palo. Tanta vileza es difícil de asumir como verdadera, sin embargo, existe.
No se puede ocultar el Sol con un dedo. De tanto maltratar a los disidentes, por fin se hace público lo que corría como rumores por las calles, universidades, oficinas, juntas de condominio. Solo eran rumores, nadie lo decía en voz alta, aunque vimos en un video como el Capitán de Marina Rafael Acosta Arévalo, era conducido a los tribunales en silla de rueda y sin poder sostener su cabeza. El país permaneció SILENTE. Algunos defensores de los derechos humanos que tenían algo de seguridad, al contar con el respaldo de una organización se pronunciaban. Sin embargo, el Profesor Javier Tarazona, fue a denunciar y resultó preso. Ya lleva más de un año (449 días) como `prisionero político, mientras su salud se deteriora cada día más.
Reflexiono sobre todo ésto, recuerdo cuando el prisionero Fernando Albán resultó muerto al caer del piso 10 de unas ventanas que solo abren en 30 grados del edificio del SEBIN. ¿Por qué llegar a ese grado de maldad? ¿Qué podría justificar ese abominable comportamiento que no es humano? Solo hay una respuesta: Sentirse poderosos. Vanagloriarse ante el amo, demostrando que son fieles como un perro. Pero los perros no son así, son animales nobles. ¡Estos son engendros del demonio! Tienen la capacidad de mimetizarse como personas calmadas y sencillas ante su familia y vecinos. Poseen un alto grado de dominio de sí mismos.
Respiro hondo el aire húmedo, siento las pequeñas gotas caer en mi cara, y pienso en esos seres apresados en un entorno como el mío, pero privados de poder respirar la pureza de este aire, en alguna de las casas de tortura clandestina. Recuerdo a mi padre quien mucho antes de la noche terrorífica que me tocó vivir, hablando de Nelson Mandela, me dijo: en los peores momentos, aún si tu cuerpo pudiese volverse ajeno, como en efecto ocurrió, pudiera ser lacerado, como lo fue, tu triunfo será el no entregar tu mente. Tener la certeza de que nadie podría obligarme a pensar como yo no quisiera hacerlo. Dijo que con mi imaginación podría salir de cualquier encierro. Palabras proféticas que me ayudaron a sobrevivir esa noche de terror, cuando los uniformados lo secuestraron, mientras mi cuerpo dejó de ser mío,
instalándose para siempre en mi alma, esta profunda tristeza que me acompaña desde entonces.
La violencia solo puede ser ejercida por quien detenta una cuota de poder. Esa es una verdad incuestionable en todo el mundo. También es cierto que entre iguales siempre se dan las manos. Hace unos días salió la noticia de que Nicolás Maduro había firmado unos acuerdos de cooperación con Irán. Su Presidente es Ebrahim Raisi, clérigo de 60 años, muchos iraníes y activistas de derechos humanos, han expresado su preocupación, por el papel que tuvo en las ejecuciones masivas de presos políticos, en la década de 1980. Se le señala como miembro del llamado "comité de la muerte", un grupo de cuatro jueces que en 1988 emitió secretamente sentencias de muerte contra unos 5.000 presos encarcelados cerca de Irán.
Medito sobre esta situación, manos manchadas de sangre, se estrechan, apoyándose. Me pregunto si en esos viajes turísticos, de los cuales habla Maduro, que realizarán los iraníes, ¿las mujeres tendremos que usar un burka para no ofender a las visitas? O ¿deberemos usar el Hiyab? ¿Cómo será cuando visiten nuestras playas? No se puede tapar el Sol con un dedo, siempre saldrá a relucir la luz. Cuando miramos un charco de agua donde se movió el lodo del fondo, observamos que se pone turbio, solo
debemos esperar a que se aquieten esas aguas y todo volverá a ser claro.
Ya sabemos que las aguas de Venezuela están turbias de maldad, pero en un momento dado, ni antes ni después, cuando sea el momento justo, se aclararán esas aguas. Los sobrevivientes podrán reunirse con sus familias, será el momento de la justicia y reparación. En el intertanto, debemos seguir uniendo esfuerzos, articulando luchas, los trabajadores lo saben, en sus manos está la posibilidad de cambiar esta situación. Ningún iluminado, con uniforme o sin él, con sotana o sin ella. Solo la clase obrera tiene la fuerza para liberarse. La clase obrera podrá mirar el futuro con optimismo si continúa unida
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