En este cumpleaños 248 de don Vicente Salias, autor de la letra de nuestro himno nacional, Gloria al Bravo Pueblo, llegamos al ocaso de marzo 2024. Por la ocasión y el tema, vaya esta crónica a la espera de que su ritmo sea de agrado y provecho general…
Luis Carlucho Martín
Afirmar que marzo es el mes musical venezolano puede lucir osado, pero hay una serie de sucesos que avalan la premisa. Así como se dice que Lara es el estado musical de Venezuela, es una verdad que marzo es génesis de celebraciones y conmemoraciones en torno a la música que nos representa, que nos ha dado a conocer, que nos identifica y que realza nuestras costumbres y folklore.
Y Caracas está en el centro de la atención, porque en ella nacieron y murieron grandes de la música, no solo clásica y formal sino tradicional, además de que la capital sirvió como escenario para estrenos de piezas y obras musicales que trascendieron en la historia nacional.
Además, fue en marzo cuando se oficializó al joropo como patrimonio cultural… Hagamos un recorrido histórico para confirmar lo expuesto.
Intentos de formalidades
Historiógrafos dedicados al estudio de la música ubican su origen formal en Venezuela hacia la segunda mitad del siglo XVII, con los primeros métodos de enseñanza rítmica desde las aulas del Seminario Santa Rosa de Lima, fundado en octubre de 1673 por el obispo fray Antonio González de Acuña. Eso es lo formal, y, como todo en la época, monopolizado por el poder eclesiástico; a pesar de que ya había una serie de manifestaciones y tradiciones añejas que llevaban la música como vehículo vinculante para transitar la historia.
Es 1920 se pretende una reconsideración histórica con respecto al proceso musical en el país, denominado nacionalismo musical venezolano, basado en el realce de la identidad nacional, con el que se valora el esfuerzo de tres grandes músicos de esos días: los caraqueños Juan Bautista Plaza (19 de junio de 1898) y José Antonio Calcaño (precisamente de marzo 23 de 1900), además del guatireño don Vicente Emilio Sojo (8 diciembre de 1887).
Gloria al Bravo Pueblo
Un verdadero “marzista” (si existiera el término), por nacer y morir en marzo, fue don Juan José Landaeta Arévalo, autor de la música de nuestro canto épico anti opresor, Gloria al Bravo Pueblo, la canción que se hizo himno nacional por decreto de Antonio Guzmán Blanco en 1881.
La letra, de Vicente Salias, canta la sublevación de un pueblo, obstinado de la opresión imperial española, y es una instigación a la hidalguía y la voluntad de un país todo que, a costa de lo que sea, lucha y logra su libertad, siguiendo el ejemplo que Caracas dio.
Landaeta nació y murió en la capital venezolana el 10 de marzo de 1780 y el 26 de marzo de 1812 –días después del terremoto–, respectivamente. (Aunque hay otra versión no confirmada acerca de su muerte: ejecutado por José Tomás Boves el 10 de diciembre de 1814).
De cortísima vida, pero de prolija aportación por su inspiración liberadora mostrada siempre desde sus tendencias musicales y sus ritmos alegóricos a la rebeldía, este hijo de pardos había mostrado mucha empatía con el movimiento independentista.
Casualmente, su socio en la emblemática pieza patriótica, Gloria al Bravo Pueblo, el polifacético Vicente Salias, también es de marzo. Vio luz en Caracas el 23 de marzo de 1776. Además de excelso compositor, fue periodista, escritor y médico. Su sentido antisistema y libertario como miembro principal de la Sociedad Patriótica de Caracas lo enfrentó al poder de entonces y a los 38 años de edad, el 17 de septiembre de 1814, enfrentó la pena de muerte en el paredón de fusilamiento del castillo San Felipe en Puerto Cabello, a manos de las fuerzas españolas, bajo las órdenes de Juan Manuel Cajigal.
Alma Llanera y caraqueña
Nadie pudo haber sospechado, ni siquiera sus autores, Pedro Elías Gutiérrez y Rafael Bolívar Coronado, que su zarzuela Alma Llanera, estrenada en el Teatro Caracas el 19 de septiembre de 1914, formaría parte de la identidad nacional, tanto que después de varios arreglos se considerara el segundo himno.
Bolívar Coronado, en su condición de periodista y compositor, nacido el 6 de junio de 1884 en Villa de Cura, pero formado desde niño en la intelectualidad caraqueña, junto a Pedro Elías Gutiérrez, nacido en Caracas el 14 de marzo de 1870, dieron vida a tan popular y pegajosa composición.
Gutiérrez fue de gran aportación para el desarrollo de la actividad musical nacional con obras como Sinfonía, que abrió las puertas del Teatro Municipal de Caracas.
Estudió en la academia musical de Bellas Artes, actual escuela de música José Ángel Lamas. Además de zarzuelas dominó los valses y la ejecución de varios instrumentos que conoció de manera autodidacta.
Inició en la Banda Marcial del extinto Distrito Federal (actual Banda Marcial Caracas) de la que fue su director por casi 40 años desde 1909.
La Onda Nueva
Uno que no nació en Caracas, pero sí desarrolló todo su potencial musical, incluso de exportación, en la sultana del Ávila desde que tenía 14 años de edad, fue Aldemaro Romero, quien vio luz en Valencia el 12 de marzo de 1928.
Como muestra de agradecimiento hacia la tierra que le permitió desarrollarse y cultivarse, logra su primera producción de antología y de huella histórica, culminada 8 años más tarde, y la bautiza Dinner in Caracas, un LP auspiciado por RCA Nueva York.
Posteriormente, junto a la magia del percusionista El Pavo Frank, Romero entremezcla con una especie de joropo caraqueñizado o modernizado, con tiempos más veloces que dan vida a una rica fusión, la Onda Nueva, con la que inmortalizó su país y su obra, que rebasó los límites de la mera ejecución del piano, ya que dirigió orquestas de varios países, fue presentador de radio y TV, y productor del famoso Festival de Onda Nueva.
Dejó más de 250 composiciones de varios géneros, fundó la Filarmónica de Caracas, ganó el Premio Nacional de Música en 2002 y obtuvo tres doctorados Honoris Causa en la UC, UCLA y LUZ.
15 de vida y muerte
El 15 de marzo es de sentimientos encontrados: En 2002 muere el hijo ilustre de su Canchuchún florido, don Luis Mariano Rivera, uno de los más grandes folkloristas criollos que no dejó más en su legado porque según decía “tarde llegó luz a mi pensamiento poco educado”. Su producción musical inició a los 48 años de edad. Imagínense lo que hubiese parido este talento criollo cuya música traspasó fronteras.
Pero en 2014, el 15 de marzo es festivo, porque se reconoce al joropo como Patrimonio Nacional en categoría de Bien de Interés Cultural.
Ese ritmo alegre y movido que surge del arpa, cuatro y maracas, a veces con bajo y bandola, es la carta de presentación musical nacional.
Y a pesar de sus raíces llaneras, no se queda solo en esa región. Ha tenido evolución y con sus diferentes maneras de bailarlo (valsiao, zapatiao o escobillao), se diseminó por todo el país: occidental, oriental y central, donde destacan el tuyero, el mirandino (ambos con buche) y el aragüeño; por eso, autores, directores y compositores caraqueños, lo han hecho centro de sus producciones, porque decir joropo es decir Venezuela.
PD: El 23 de marzo de 1949, nació en Marín, Yaracuy, el gran Orlando José Castillo, Watusi, con excepcional carrera como vocalista y compositor. Es parte de la historia de la salsa mundial y el primer criollo en brillar en los mejores escenarios de la meca salsera, Nueva York. Hoy, residenciado en Milán, sigue produciendo y poniendo a bailar al mundo. Gracias, sonerazo…
El Pepazo